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En la última semana de Abril se celebraron en Barcelona dos eventos relacionados con el mundo del trabajo y del empleo. De una parte, el “Primer Congrés Català del Treball” y de otra el JOBarcelona23.

El primero organizado por el Departament de Treball de la Generalitat desarrollado en un formato clásico de ponencias y mesas de trabajo, dirigidas a realizar “un análisis de las transformaciones que vive el mundo del trabajo y de las tendencias que a corto, medio y largo plazo se van a producir en la perspectiva de nutrir l´Estratègia Catalana del Treball 2030. El segundo, de organización privada, se definía como un “espacio de encuentro entre candidatos y empresas” y se planteo como un Marketplace de oferta y demanda de oportunidades de empleo en el que las ponencias e intervenciones tenían un sentido práctico que intentaban responder a este concepto.


Ambos eventos estaban centrados en un mismo núcleo temático, aunque sus planteamientos, mecanismos y formas fueron totalmente diferentes. ¿Es imposible conjugar y poner en común ambos planteamientos?


Y las preguntas que me planteo son: ¿podemos seguir pensando y debatiendo sobre conceptos manteniéndonos de espaldas a la realidad de lo que ocurre en el día a día del mundo de trabajo?, o ¿Tiene sentido la segunda feria si ésta no ofrece a los jóvenes una perspectiva conceptual sobre donde va el futuro? A las que podríamos añadir algunas más como: ¿debemos seguir gestionando con criterios definidos por un colectivo de personas con una media de edad superior en todo caso a los 50 años olvidándonos de lo que piensan y sufren el colectivo de jóvenes que buscan sus primeras alternativas profesionales?, ¿Qué estrategias o políticas debemos de implementar para resolver el problema del desempleo juvenil vinculado al abandono y a la exclusión social? o ¿Cómo dar respuestas y soluciones a la problemática cada vez más acuciante de los y las profesionales seniors que se han visto expulsados del mercado de trabajo?

He escrito en repetidas ocasiones en este blog, por ejemplo, en https://pauhortal.com/el-futuro-del-trabajo-ya-esta-aqui/ sobre los retos del futuro del trabajo. Llevo personalmente y con mis colegas de la FUNDACION ERGON reflexionando, durante los últimos años, sobre el conjunto de propuestas e iniciativas que deberíamos desarrollar para mejorar la gestión de nuestro mercado de trabajo. Y una de ellas pasa necesariamente por la colaboración entre los diferentes actores. Por lo que la última pregunta sería la siguiente: ¿Porqué no es posible sumar ambos formatos y hacer que los que deciden se pongan a escuchar, de verdad, a los que viven los problemas?

Volviendo a los dos eventos: mientras que en el segundo es posible que se diera respuesta a las necesidades de personas que han visto facilitadas e incrementadas sus oportunidades de empleo, el segundo se ha centrado en el planteamiento de problemas sin que -conviene decirlo así- no haya surgido ningún tipo de compromiso ni acción concreta. Dicen que la solución de los retos con los que nos enfrentamos empieza por formular las preguntas correctas. No estoy convencido de que las preguntas que figuran en el párrafo anterior sean las correctas, pero sí que suponen un intento de afrontar la realidad.

Enrique Dans en relación a este tema se formula las preguntas siguientes: “¿Y si la idea de un trabajo de ocho horas y con una definición determinada diese paso a otro tipo de trabajo, en el que una persona aporta cosas que un robot no es capaz de aportar, o no resulta interesante que aporte por la razón que sea? ¿Y si esa idea de productividad vinculada a horas, que de hecho siempre ha estado en cuestión, diese paso a otro tipo de aportación cuantificada en función de otros criterios, y eso llevase a que el trabajo se definiese de otra manera? Tenemos que reconocer que hoy no tenemos la respuesta final a estas preguntas, aunque ya el hecho de que nos las planteemos sea un primer paso.

Recordemos que la jornada de 8 horas fue una conquista conseguida por la clase trabajadora a finales del siglo XIX cuando la gran mayoría de los trabajos/empleos estaban centrados en organizaciones en la que se aplicaban los principios de Taylor y que exigían una proximidad física y dotados de un componente de control elevado. En un mundo en el que los trabajos más físicos van a ser desarrollados por robots ¿no tendría sentido plantearse una revisión de estos principios generales? Después de todo, ¿por qué ocho horas?. ¿Quién – y hace cuánto – definió que esa era la métrica adecuada? Probablemente era una métrica razonable pero ¿lo seguirá siendo en el futuro?.

El periodista e historiador holandés Rutger Bergman que define el trabajo como “hacer algo que agrega valor a la sociedad” distingue entre el trabajo, con un elevado prestigio social, que se realiza en el sector financiero y cuya utilidad social nadie discute del que desarrollan, por ejemplo, los voluntarios. “Piense en todo el trabajo que hacen los voluntarios. No perciben un centavo y no pagan impuestos, pero obviamente sería un desastre si hicieran una huelga”.

La conclusión final es la de que necesitamos pensar y definir los criterios y obtener respuestas a las grandes cuestiones sobre el futuro del trabajo pero con la perspectiva de salir de los conceptos para aterrizar en acciones concretas, pero, al mismo tiempo debemos trabajar para «casar» la oferta y la demanda de empleo y ofrecer respuesta a las demandas de nuestros jóvenes. Una última cuestión. ¿Qué debemos hacer con el «trabajo» no remunerado (y por tanto no considerado como empleo) que se realiza en el cuidado de los niños, la atención de los ancianos, etc. Sin este trabajo la vida social, tal como la conocemos es imposible.