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Todos conocemos a muchos profesionales y directivos que, a pesar de la época de pesimismo en que estamos viviendo, se enorgullecen, y con razón, de lo bien que les está yendo su carrera profesional.

En ciertos casos, tuvieron la suerte de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno: una buena educación, una formación superior, tal vez un Máster, unos idiomas, unos buenos consejos, alguien que les puso el pie en el estribo para su primer trabajo, oportunidades de desarrollo profesional, un mentor o un “padrino”; y todo ello, de manera más razonada o intuitiva.También es evidente que muchas de estas situaciones se fundamentan en el talento y en la capacidad profesional. Sin embargo….todo va bien mientras no surja un obstáculo.

Otros muchos en cambio se lamentan de que su carrera se haya visto truncada por «las circunstancias” o la “falta de oportunidades”. Algunos inclusive se percatan de la necesidad de, tras una crisis profesional, tener que volver a empezar de nuevo. Otros toman mientras tanto conciencia de las dificultades que existen crecer profesionalmente y/o reorientar una carrera profesional mientras siguen “flotando” en sus lamentaciones.

En todo caso son muchos los que empiezan a ser conscientes de que, la gestión de la propia carrera se ha desplazado de las organizaciones de las que forman o formaban parte a ellos mismos.

De ahí el mensaje que quiero transmitiros en el sentido de que no debemos dejar en terceras personas,  el azar, las circunstancias, la suerte, nuestro futuro profesional.

¿Cómo podemos saber hasta donde podemos llegar, si poco o nada nos hemos puesto a reflexionar?. ¿Cómo podemos avanzar si no somos conscientes de cuál fue nuestro punto de partida, ni el camino recorrido desde los primeros años de nuestra vida profesional?. ¿Cómo podemos ser objetivos en relación a nuestras motivaciones y capacidades si todos tendemos al autoengaño?. Muchos directivos y profesionales “de éxito” resultan poco convincentes cuando son interrogados sobre «los hitos relevantes de su carrera motivación, sus motivaciones y valores, capacidades y sobre las opciones de futuro”.

Básicamente porque lo único que han hecho ha sido mirarse al ombligo. Evidentemente esta ausencia de análisis y reflexión de poco les va a valer para una planificación futura en el momento en el que surja cualquier tipo de adversidad.

La planificación debe de empezar en las primeras fases de la trayectoria profesional. Para un profesional o directivo, de igual forma que debe de cuidar su salud (cada 2/3 años), debería ser obligado realizar en este mismo periodo “un chequeo profesional”.

Este chequeo debería de contemplar/contener los elementos siguientes:

  • Un análisis (diagnóstico) profesional preciso y exhaustivo, tanto de su trayectoria como de su situación actual, destacando los pasos, las responsabilidades asumidas, los logros conseguidos, los errores o fracasos y sus motivos, las competencias, aptitudes, conocimientos, etc. En este diagnóstico es muy importante no ser condescendiente con uno mismo. El retrato final tiene que ser una “fotografía” fiel de la realidad. En definitiva hay que contestarse objetivamente a las preguntas siguientes: ¿Estoy actuando de verdad como gestor de mi propia carrera? ¿En que fase estoy: crecimiento, estancamiento, etc?. ¿Qué puedo o debo hacer para corregir el rumbo?.
  • La segunda parte del análisis ha de referirse a su empresa actual, las competidoras y al mercado en general. Debemos valorar los resultados, la evolución seguida, los proyectos y desarrollos, la imagen que tienen en el mercado. Las cuestiones son: ¿Realmente, estoy en la empresa en la que me gustaría estar? ¿He cubierto una etapa?. ¿He conseguido resultados?, ¿Qué es lo previsible que puede ocurrir a mi organización en los próximos dos años?.
  • Nada conduce tan lejos como una fuerte motivación para conseguir lo que uno quiere. Debemos revisar nuestras motivaciones, las prioridades que establecimos en nuestro anterior análisis y honestamente, definir cuáles son las actuales. Resisemos si seguimos motivados y a gusto en tu puesto y empresa actuales. Hay que situar aquí las nuevas necesidades y circunstancias personales y familiares. Debemos contestarnos a las preguntas: ¿Porqué quiero realmente cambiar?.¿Qué me impide hacerlo?.
  • A continuación debemos fijarnos nuevos objetivos a la medida de nuestras ambiciones, capacidades, circunstancias externas e internas (de carácter personal y familiar), y posibilidades de mercado.  No debemos evitar ser en este punto un tanto exigentes pues los recortes vendrán después de todas formas. Hemos de evitar el riesgo de quedar definitivamente frustrados y además resentidos. Las preguntas son ¿Dónde quiero llegar?, ¿Qué posibilidades de desarrollo tengo en mi actual organización?.
  • Es en este punto, pero no antes, y en función del análisis anterior cuando habrá que empezar a diseñar un Plan con un conjunto de acciones a desarrollar a corto y a medio plazo. Plan que no tiene que consistir únicamente en transmitir una voluntad de cambio al mercado y que puede pasar por la  adquisición de contenidos formativos, la consolidación del networking, la continuidad en la propia organización etc. La cuestión aquí es: ¿Serías capaz de defender y argumentar este plan de acción ante un Head Hunter o ante un especialista en orientación profesional?.

Aunque el “valor profesional” y la “suerte” también influyen muchos profesionales se dan cuenta, más adelante que han tomado decisiones erróneas. Muchas de ellas consecuencia de haber tomado decisiones equivocadas y de no haber hecho el esfuerzo previo de reflexión y análisis que proponemos en la presente nota.