Tiempo de lectura: 3 minutos

Estoy siguiendo con interés en las últimas semanas las publicaciones recientes sobre Orientación Profesional con motivo de la revisión de los contenidos para nuestra plataforma RECOLOCA.

He encontrado artículos didácticos, muchas ideas ya conocidas, otras poco relevantes y en el fondo –por mucho que el tiempo y las nuevas tecnologías modifiquen algunos procesos- lo más significativo es que las reglas fundamentales siguen siendo las mismas: “buscar trabajo es un trabajo”, “cuando más trabajes en tu búsqueda más suerte tendrás”, “a quien madruga Dios le ayuda”. “si no lo consigues, sigue intentándolo”.


Aunque la que ha provocado mi sonrisa ha sido: “cuando te rechazan en una entrevista, no le rompas las piernas al seleccionador a ver si luego le va a dar por hablar mal de ti”.


Lo que ocurre es que nunca sabemos si hemos sido rechazados o no al finalizar una entrevista, aunque a menudo, las sensaciones que vivimos resulten promonitorias. Ahora bien si tu estas en situación de desempleo, si lamentablemente eres uno más de los 5M de españoles en esta situación probablemente estos consejos te van a servir de poco. Entre otras cosas por el hecho de que tienes la sensación de que de alguna manera ya las estás aplicando.

Resulta que muchos profesionales de lo que hoy denominamos “Orientación Profesional” como el resto de consultores estamos continuamente indicando a los demás (en este caso personas en desempleo) lo que tienen que hacer para alcanzar su objetivo. Parece que todos estemos dispuestos a dar lecciones a quién las pide y también a quién no las pide (en el fondo es lo que yo estoy también haciendo en este momento) sin embargo convendría preguntarse aquello de “zapatero a tus zapatos” y que cuántos “profesionales de la orientación” están engordando también los índices de desempleo.

Convendría toma en consideración que la eficacia del asesoramiento y de la recolocación posterior está en relación con la flexibilidad personal para adaptarse a los cambios, con la actitud y la motivación más que con la aptitud y la capacidad. Es evidente que la situación del mercado de trabajo influye –y de qué manera- pero aún en un entorno tan complejo como el actual surgen oportunidades.

Son muchos los orientadores que reciben respuestas como ““yo ya he intentado todo lo que usted me dice, ¿o se cree que me quedo quieto?” o su corolario; “esas cosas no funcionan, aquí todo va por enchufe”. En el fondo esta posición reactiva es una muestra de una actitud que poco favorecerá el éxito en la búsqueda. Recordemos que la base del problema (con independencia de cuál sea la situación del mercado) y por tanto lo más relevante continua siendo, la de actitud, la motivación y la flexibilidad, con la que el profesional en búsqueda (me resisto como siempre a utilizar los conceptos “en paro” y “desempleado”) afronta el proceso.


No es lo mismo enfocarlo con la actitud “voy a ver si encuentro a alguien que resuelva mi problema” que con la perspectiva de “voy a encontrar un contexto o a alguien al que pueda aportar valor”.


Sin duda alguna muchos orientadores sobrestiman su capacidad para influir en los demás a pesar de que no cuentan ni con la capacidad, la formación y la experiencia o conocimiento empresarial para hacer notar esta influencia. Este es otro de los ámbitos en los que resulta necesario desarrollar la profesionalidad. No todo el mundo sabe ni es capaz de hacer Orientación Profesional como no todo el mundo sabe ni es capaz de hacer coaching, a pesar de haber recibido alguna certificación ad-hoc de un centro más o menos rimbombante.

Para terminar, al margen de la capacidad y la profesionalidad de los orientadores o consultores, es importante constatar que el valor de estos procesos se tiene que medir. Y lamentablemente en este campo queda mucha “tela por cortar” y mucho camino para recorrer.

Sólo queda esperar que la apertura del mercado de la intermediación a las Agencias de Colocación y la competencia entre agentes privados y públicos  genere valor en el único de los aspectos en los que es posible evaluar un resultado. La reducción de los tiempos medios de búsqueda y de desempleo de nuestros profesionales.