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Las carreras profesionales actuales se componen de diversos proyectos y las discontinuidades pueden producirse por cualquier causa, muchas de ellas totalmente independientes de la capacidad y resultados alcanzados.

Mientras tanto los profesionales somos conscientes de los conceptos de “un trabajo para toda la vida”, “la carrera profesional en una sola organización” o “una posición estable a largo plazo” hoy ya no son coherentes y que deben de abandonarse como objetivo.

Las causas de pérdida de un empleo son diversas: reestructuraciones, ahorros de costes. Sin embargo a menudo los motivos están relacionados con la nula aportación de valor a su organización.

Esta situación de inestabilidad y de cambio afecta a las compensaciones económicas. Es necesario, por tanto, que el profesional o directivo gestione su propia carrera profesional como si de un proyecto de emprenduria se tratara.

Los profesionales han de convertirse en «emprendedores»,  cuidar de su propia empleabilidad, y como tal deben tener su propio plan estratégico como el de cualquier compañía. Si se responsabilizan y gestionan su carrera profesional de forma activa, obtendrán probablemente mayores resultados, y conseguirán superar con menores dificultades los accidentes que le depare el destino, añadiendo más valor a las compañías para las que trabajan y a la sociedad en general.

Sin embargo una trayectoria profesional ha de tener una determinada lógica y/o coherencia. Los cambios deben tener un hilo conductor, y en la medida de lo posible responder a un plan que esté bajo la dirección y control de la persona. 

Los futuros empleadores y los agentes del mercado de trabajo (reclutadores, seleccionadores, headhunters, etc) están muy inclinados, a pesar de todo, a analizar la lógica de una carrera profesional. El profesional ocupado en gestionar su empleabilidad debe de tener una actitud permanente y exigente dirigida a la creación de valor y de compromiso con el proyecto empresarial, pero al mismo tiempo, ocuparse activamente de cuidar y atender sus relaciones profesionales y disponer de algún tipo de visibilidad externa.

El compromiso con los objetivos organizacionales no es incompatible con una actitud de pensar en términos de proyecto. La actitud, la posición, las habilidades y el compromiso asumido deben casar con las necesidades de una empresa en un momento o periodo concreto. Cuando éste termine, la organización puede tener, y seguramente tendrá, otras necesidades y el profesional y/o directivo puede tener, seguramente tendrá, otras motivaciones. Si se encuentra un nuevo equilibrio perfecto, si no, el individuo deberá hacer uso de todo lo trabajado en la gestión de su empleabilidad para acceder a un nuevo proyecto.

El futuro laboral nos deparará muchos cambios pero en todo caso pasará por hacer de la propia empleabilidad el nudo central de la actividad laboral de los profesionales. 

En definitiva aplicarse a si mismo el concepto de “agente libre” al que me he referido, entre otros en www.pauhortal.net/blog/talento-empleabilidad-crisis-y-agentes-libres/