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Llevamos desde la primavera del año pasado con el mensaje de que ya hemos salido de la crisis y que ya estamos en el buen camino que nos permitirá superar la terrible situación que hemos vivido desde 2008. Esperemos que el nuevo gobierno sea capaz de gestionarla adecuadamente.

Y mientras tanto…. los ciudadanos seguimos pensando en que no se ha hecho nada o muy poco para poner en marcha los cambios estructurales que necesitábamos, y que hemos perdido un tiempo precioso en el que podríamos hacer los deberes.

Somos muchos los que tenemos la certeza de que la causa fundamental de este cambio de tendencia deviene del hecho de que estamos recibiendo el impacto positivo de una coyuntura internacional favorable basada en los conflictos en el norte de Africa, el bajo precio del petróleo y la caída en la relación del euro y el dólar.

Creo que no es necesario recordar cómo en el año 2008 tuvimos un Presidente de Gobierno que haciendo oídos sordos a todos los indicios que ya se constataban sobre la profundidad de la crisis, ganó unas elecciones con mensajes sobre la posibilidad de conseguir el pleno empleo o que disponíamos de un sistema financiero ejemplar y uno de los más sólidos del mundo mundial.

Lo que se produjo después es que al margen de la crisis mundial (recordemos que el sistema capitalista tiene en su adn insertado el concepto de crisis cíclicas) hemos tenido que soportar una crisis interna caracterizada por la corrección –evidentemente necesaria o dicho de otro modo de cajón- que pocos supieron anticipar en dos ámbitos trascendentales de nuestra situación económica: la construcción (donde nos queda todavía la rémora de más de 650.000 viviendas terminadas que no encuentran comprador a pesar del importante ajuste de precios) y el sistema financiero que ha pasado de ser supuestamente “uno de los más fuertes del mundo” a padecer un proceso de ajuste y concentración totalmente impensable hace 10 años.

Y mientras tanto….

Seguimos sin atacar la burbuja que supone el déficit público. Conviene no olvidarnos que seguimos con un nivel de deuda del 6% sobre el PIB. Hemos asistido al pinchazo de dos burbujas: la del ladrillo y la crediticia y seguimos esperando a que se produzca la de la deuda pública.

Y mientras tanto….

Estamos viviendo una situación en la que parece haberse tocado fondo. Es verdad que las estadísticas y los datos muestran cada día aspectos positivos y esperanzadores para nuestra economía. Es verdad que las exportaciones (apoyadas por una relación del euro frente al dólar favorable y a la disminución de costes provocada por el descenso en las masas salariales) están en niveles nunca alcanzados. Parece que el consumo se está recuperando y con ello también la compra de bienes (coches, electrodomésticos etc) y servicios. Aunque empiezan a verse algunos nubarrones en el horizonte.

Y mientras tanto…

No hemos sabido generar ni el clima ni las condiciones para cambiar los esquemas relacionados con los procesos de emprender e invertir en nuestro país. Mientras las trabas burocráticas y los impuestos no se reduzcan de forma considerable y mientras no se eliminen las incertidumbres legales –como las que perviven en materia laboral- y no tengamos un ejecutivo con capacidad y voluntad de tomar decisiones para promover las reformas estructurales necesarias comenzando por la creación de marco legal de liberalización de los mercados es posible que vivamos el fin de la recisión pero no la salida de la crisis.

De todos es sabido que los cambios legales no son suficientes pero si necesarios para resolver los problemas en los que estamos inmersos pero en todo caso sí que pueden significar el impulso que los favorezca.

Debemos intentar aprovechar este momento para plantearlos y ponerlos en marcha. La gran pregunta es ¿disponemos del escenario político favorable para ello?

Sólo, al margen de los factores externos y las circunstancias favorables del entorno internacional podremos consolidar nuestra posición si somos capaces de:

  • Incrementar nuestro nivel de exigencia empezando por los partidos políticos.
  • Dotarnos de nuevos liderazgos. 
  • Cambiar comportamientos muy arraigados en nuestro entorno social empezando por olvidarnos de seguir siendo una sociedad que vive de subsidios.
  • Generar nuevas dinámicas en los entornos educativos.
  • Crear dinámicas que favorezcan de verdad al emprendedor y al desarrollo de nuevas empresas.

Y finalmente……….si tomemos consciencia de que el pasado no va a repetirse.