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Soy una más de los convencidos de que como personas –por mucha capacidad y  talento del que dispongamos- somos incapaces de desarrollar todo nuestro potencial por nosotros mismos sin algún tipo de orientación, apoyo o ayuda externa.

Son muy pocas las personas que llegan a alcanzar un nivel de excelencia en sus aptitudes y competencias o experimentar y poner en marcha cambios profundos en sus comportamientos sin el apoyo que puede prestarles un tercero.

En realidad estas afirmaciones no sólo se circunscriben al entorno organizativo, sino que son válidas en todos los entornos, incluidos los de carácter personal. De ahí la necesidad de un guía, un mentor, un orientador, un sacerdote. Esta figura hoy queda sintetizada en el término “coach”. Muchos profesionales necesitamos un guía, un Coach que nos ayude, apoye y que sea en alguna medida la fuerza motriz en nuestro esfuerzo por cambiar y obtener el máximo de nosotros mismos.

Nuestro entorno, seguro que está lleno de compañeros de trabajo, de familiares, de amigos, que tienen ambiciosos deseos de cambios personales profundos que difícilmente se producen. Estos casos muestran un gran número de pequeñas y grandes frustraciones personales. Son pocos aquellos que tienen la capacidad de definir exactamente cuáles son sus objetivos, que disponen de una visión realista sobre sus propias capacidades, que saben dónde llegar y muchos menos los que son capaces de hacerlo por sí mismos.

Son estos los momentos en las que las personas sentimos la necesidad de recibir orientación y/consejo. En este punto es cuando se hace evidente la figura de un Coach, de un guía.  Una figura que aunque como términos se ha puesto de moda en los últimos 15/20 años ha existido desde el inicio del ser humano.

Un “coach” no es un entrenador, asesor o experto. Es algo más. Un buen “coach” es una persona profesionalmente desarrollada que ha tenido éxito en su trayectoria profesional y que además ha realizado una formación específica en la materia. Un buen coach es un profesional que nos ayudará a encontrar la motivación para cambiar, nos apoyará para revisar nuestro camino, planificar nuevas acciones, desarrollar nuevos planes, desafiar nuestras ideas y perjuicios, implementar cambios personales necesarios: en resumen, la persona en la que debemos o podemos apoyarnos en nuestro proceso de desarrollo o mejora.

Las organizaciones tienen que adoptar el coaching no como una moda sino porqué son conscientes de que para cambiar los resultados colectivos de negocio es fundamental primero cambiar los comportamientos individuales.

Es en este entorno en el que el “Coach” de profesionales del mundo de la empresa encuentra su sentido.  Puede llegar a convertirse en una de las piedras angulares de la mejora de los resultados de negocio, de los tan traídos cambios culturales dentro de las organizaciones, del cambio profundo en las personas que son guiadas hacia la mejora

Si como profesional consigues acceder a un buen coach y confías en él podrás experimentar cambios que sin duda redundarán en una mejora de tus cualidades, en alcanzar nuevas competencias y en conseguir tus objetivos personales y profesionales. En definitiva redundarán en una mejora de su calidad de vida profesional. Sin embargo como en el resto de los aspectos de nuestra vida “no todo el monte es orégano”.

No te sorprendas. Son pocos los profesionales y directivos que muestran, de entrada, una actitud positiva o favorable ante un coach. A nadie nos gusta reconocer que necesitamos ayuda, y cuando la recibimos estamos demasiado acostumbrados a pensar que lo que precisamos es una receta mágica y rápida que nos ayude a mejorar. Lo que no esperamos -y en eso se basa un proceso de coaching- es enfrentarnos con nuestro propio yo. Somos nosotros mismos el mejor médico para curarnos. Quién mejor que nosotros mismos conoce las causas de nuestras debilidades y las oportunidades de mejora. En nuestro inconsciente sabemos como posicionarnos para solucionar esas áreas de mejora. Un buen coach nos ofrece la posibilidad de tener un guía, que además tiene la experiencia adquirida en casos similares al nuestro..

Para el “Coach” el beneficio procede de los resultados de su trabajo.  El  nivel de compromiso en la mejora de su cliente tiene que ser total.  La empatía del “Coach” con su cliente es crucial, como lo son el respeto a los “mapas vitales” de cada uno o la consideración de que todos podemos mejorar, de que todos podemos cambiar. Su beneficio es el beneficio de su cliente ya que ese es el resultado final del contrato formal que se establece entre ambos.  El beneficio del “Coach” es el sentimiento de ayuda real y profunda a otros profesionales.

Si somos una de esas personas que queremos cambiar, que queremos mejora¿qué es lo que nos está impidiendo pedir ayuda? ¿Porque no pasamos de las buenas intenciones a los resultados?

Desde el punto de vista de las organizaciones si creemos en las personas, en su potencial, en su incidencia en el negocio ¿porque no pasamos de una vez por todas a respetarlas dedicándoles tiempo? ¿Qué nos está impidiendo entender que a través de cambios en comportamientos individuales, podemos mejorar la cuenta de resultados?.