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Aunque el éxito puede plantearse desde muchas perspectivas en el fondo se basa simplemente en el hecho de haber conseguido alcanzar unos determinados objetivos.

¿Por qué unas personas alcanzar sus objetivos y otros no? ¿Cuáles son las herramientas que generan el éxito? Son preguntas sin respuesta fácil.

Muchas veces nos topamos con gente a la que nos somos capaces de detectar las causas de su éxito. Probablemente ha sido porque simplemente han sabido aprovechar alguna cualidad personal, una oportunidad externa, etc. Resulta que incluso la gente con más grandes logros son un desastre a la hora de comprender las razones de su éxito y mucho más al intentar explicárnoslas.


Es probable que “tener éxito” no depende tanto de las habilidades o cualidades innatas. Al contrario las personas que lo alcanzan no es solo por quienes son sino más a menudo por lo que hacen.


He aquí algunas recomendaciones para aplicar a nuestra vida personal.

Define objetivos exigentes pero alcanzables. Cuando te planteas un objetivo, intenta ser lo más específico posible. “Perder 5 kilos” es un objetivo mejor definido que “perder peso”, porque te da una idea clara de a qué se parece el éxito. Saber exactamente lo que quieres conseguir te mantiene motivado hasta que lo consigas. Piensa una acción específica que debas tener en cuenta para alcanzar tu objetivo. Si te prometes “comeré menos” o “dormiré más” es demasiado indefinido, se claro y preciso. “Estaré en la cama a las 10 de la noche entre semana” no deja espacio para dudar lo que tienes que hacer y si realmente lo has hecho.

Aprovecha todos los momentos. Estamos tan ocupados, y con tanto objetivos entre las manos que es posible que perdamos oportunidades de actuar simplemente porque no nos damos cuenta. Realmente ¿no has tenido tiempo para hacer ejercicio hoy? Ni un momento para devolver esa llamada de teléfono. Conseguir una meta significa aprovechar esas oportunidades antes de que se escurran entre los dedos. Gestiona tu tiempo y planifica en la medida de lo posible. De nuevo, se lo más concreto posible (ej. “Si es lunes, miércoles o viernes voy a hacer ejercicio 30 minutos antes de ir al trabajo”.) Esta planificación ayuda a tu cerebro a detectar y aprovechar cada oportunidad que surja, multiplicando por 3 las posibilidades de conseguir los objetivos.

Ten siempre la visión de cuánto camino queda. Conseguir cualquier meta requiere una evaluación continua y honesta de tu progreso. O haces que alguien externo te evalúe o lo haces tú mismo. Si no sabes cómo lo estás haciendo, no puedes ajustar tu comportamiento o tus estrategias. Evalúa tus avances de forma continuada con la frecuencia razonable para cada uno de tus objetivos.

El mundo es de los optimistas. Cuando te planteas una meta, se pone en marcha el pensamiento positivo sobre la probabilidad de conseguirlo. Confiar en tu habilidad para tener éxito es muy útil para generar y mantener tu motivación. Pero hagas lo que hagas, no subestimes lo difícil que puede ser conseguir lo que te has propuesto. La mayor parte de los objetivos requieren tiempo, planificación, esfuerzo y persistencia. Investigaciones muestran que pensar que las cosas se consiguen fácilmente y sin esfuerzo te dejan sin armas para afrontar el camino y aumenta significativamente las probabilidades de fracaso.

Concéntrate en mejorar las propias capacidades más que en intentar conseguir lo que no tienes o te falta. Confiar en tu habilidad para conseguir objetivos es importante, pero es más importante confiar en que puedes tener esa habilidad. Muchos de nosotros pensamos que nuestra inteligencia, nuestra personalidad y nuestras aptitudes físicas están fijadas y no importa lo que hagamos, no las mejoraremos. Se consciente que es mucho más fácil y gratificante mejorar en las competencias que tenemos más desarrolladas que intentar adquirir aquellas de las que no disponemos.


Las competencias y habilidades son flexibles y se pueden desarrollar en el tiempo. Aceptar el hecho de que es posible el cambio permite identificar mejores opciones. Las personas cuyos objetivos son mejorar, más que ser bueno, toman las dificultades con calma y aprecian el camino más que llegar al destino.


Asume riesgos. Voluntad de comprometerte con objetivos a largo plazo, y persistir ante la dificultad. Estudios muestran que la gente valiente obtiene mayor nivel educativo y mejores calificaciones. El esfuerzo, la planificación, la persistencia y buenas estrategias son lo que realmente te lleva al éxito. Aceptar esto no sólo te ayudará a ver tus objetivos con mayor precisión, sino también tener más confianza y agallas.

Confia en la suerte pero no la tientes permanentemente. No importa lo fuerte que haya conseguido ser tu fuerza de voluntad, es importante tener en cuenta el hecho de que este hecho es limitado y si la sobrecargas puedes llegar a agotarla. No te propongas dos metas de una vez, si puedes evitarlo (como dejar de fumar y empezar una dieta al mismo tiempo). Y no te pongas en peligro, mucha gente sobrevalora su resistencia a la tentación y se exponen a muchas situaciones donde las tentaciones abundan. Las personas con éxito saben que no deben convertir una meta en algo más difícil de lo que por si ya puede ser.

Se constante, El control sobre tí mismo es como cualquier otro músculo en tu cuerpo, cuando no lo ejercitas se debilita, pero cuando lo ejercitas de forma regular se hará más fuerte y capaz de ayudarte a conseguir tus objetivos. Asume un reto: No tomar más aperitivos ricos en grasa, hacer 100 abdominales al día, ponerte recto cuando te des cuenta de que estás encorvado, intentar aprender una nueva habilidad. Comienza sólo con una actividad, y elabora un plan de respuesta para cuando comiences a encontrar algún problema. (Si se me antoja un bocadillo, comeré una pieza de fruta o tres piezas de frutos secos). Será difícil al principio, pero cada vez será más fácil.

Céntrate en lo que harás y no en lo que no harás. ¿Quieres conseguir perder peso, dejar de fumar, o poner un límite a tu mal genio? Planifica cómo vas a reemplazar malos hábitos por buenos, más que centrarte sólo en evitarlos. Investigaciones relativas a la supresión de pensamiento (ej. No pienses en osos blancos”) han mostrado que intentar evitar un pensamiento hacen que esté más presente. Lo mismo ocurre cuando se trata de un comportamiento, intentar no tener un mal hábito puede incluso fortalecerlo. Si quieres cambiar tu modo de hacer algo, pregúntate, qué harás? Por ejemplo si estás intentando mantener la calma quizá debas plantearte “si comienzo a enfadarme, respiraré profundamente tres veces para calmarme”. Utilizando la respiración profunda en lugar de centrarte en tu ira, tu mal hábito se irá debilitando hasta desaparecer por completo.

Dicho esto todos conocemos a personas con muchas capacidades y competencias que, simplemente están insatisfechas consigo mismas y se declaran «fracasados». El instinto, saber estar en el lugar adecuado en el momento propicio, disponer de algún referente o mentor, son elementos en los que debemos de apoyarnos para conseguir nuestros objetivos. Y no olvidarnos nunca de aplicarnos a nosotros mismos la expresión formulada por Pablo Picasso «que la suerte me encuentre trabajando».