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A pocos días de la diada y del 1 de Octubre no me resisto, a hacer una reflexión sobre lo que ocurre en Catalunya. Una visión que en todo caso sólo me representa a mi mismo.

En Julio del 2016 Antón Costas en aquellos momentos Presidente del Cercle d´Economia escribía un artículo con el mismo título que el de este post. En http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20150715/54433919954/paso-atras-anton-costas.html hacía referencia a su temor “de que en Cataluña estemos abocados a vivir años, quizá décadas, de frustración y melancolía… que nos puede llevar, como país, a perder relevancia económica y capacidad de progreso”.

Ha transcurrido tan sólo un año y estamos en pleno periodo de lo que todos ya denominan “ruptura definitiva”. Suscribo totalmente los planteamientos y el análisis formulados por Antón Costas aunque discrepe radicalmente de la solución que propone. 

Como muchos otros he asistido atónito a todo lo ocurrido en los últimos años que muestran la estrategia del Gobierno Central (totalmente discutible y cuestionable desde muchos puntos de vista) y algunos errores también relevantes basados en la visión interesada y cortoplacista de la clase política “independentista”. Dicho esto conviene no olvidar que lo que está ocurriendo en Catalunya tiene algunas particularidades específicas.

Veámoslas: La primera es que la de que el impulso del proceso (frente a lo que se ha creído y sostenido en Madrid) no ha tenido origen en las mesas de la política sino que ha surgido del impulso de la sociedad civil. La segunda que es que tiene un marcado carácter interclasista, tanto desde el punto de vista social como económico, impulsado por personas claramente moderadas, que pagan sus impuestos y que (utilizando un símil lanzado por Jordi Graupera) participan con normalidad en las reuniones de las APAs como cité en http://pauhortal.net/blog/soy-moderado/ La tercera es que pretende ser totalmente escrupulosa desde el punto de visto de las reglas democráticas, aunque es evidente que se formule (no se muy bien porqué no lo reconocemos abiertamente) desde un acto que va a suponer una ruptura del orden “constitucional”.

El análisis formulado por Antón sobre las posibles consecuencias de lo que esta ocurriendo es impecable. En primer término la destrucción del sistema catalán de partidos que había funcionado de forma razonable como instrumento de cohesión y progreso. Creo que nada es inamovible y que esta destrucción no ha sido producida tanto por el propio proceso (como por otra parte se muestra en el conjunto del Estado) como por los propios actos de la clase política que (enfrentada a sus propias vergüenzas –en forma de corrupción-) no ha sabido adaptarse a las nuevas demandas sociales.

En segundo lugar la pérdida de poder económico augurando que vamos, probablemente, a entrar en un lento y paulatino declive. El riesgo existe pero también debemos tomar en consideración que sí hiciéramos las cosas bien y fuéramos capaces de dotarnos del liderazgo adecuado, podríamos ser capaces (en un situación de independencia) de aprovechar mejor las dos circunstancias que desde este punto de vista resultan anclajes muy relevantes para una futuro nuevo estatus de Catalunya: nuestra propia voluntad e iniciativa, la posición geoestrátegica y la atracción de Barcelona como nuevo referente europeo.

En tercer lugar señala lo que denomina como “ensimismamiento social” y que le lleva a plantear la posibilidad de una “vasquización” de las relaciones personales en la sociedad catalana. A pesar de que ello no ha ocurrido todavía, es un riesgo posible, que creo que pueda llegar a producirse aunque en todo caso no creo que, bajo ningún supuesto, alcance las cotas de violencia que lamentablemente se vivió en el país vasco.

A partir de este análisis Antón propone dos opciones. “Seguir huyendo hacia delante, con los riesgos mencionados” o “dar un paso atrás”. Mientras que la primera esta fundamentalmente impulsada por los sentimientos sin tener base suficiente en la razón, la segunda –que como es evidente, es la que legítimamente propone- es la que “requiere mayor clarividencia política acerca de nuestros intereses a largo plazo, y la que necesita mayor coraje personal”. Estoy en completo desacuerdo. Mi posición es radicalmente la contraria como ya he afirme hace más de 2 años en http://pauhortal.net/blog/por-que-he-cambiado-perque-he-canviat/


Los costes de “dar un paso atrás” o de lo que yo he denominado como -coitus interruptus- van a ser tan grandes que deberían de evitarse. Creo que existen un conjunto de razones sentimentales, sociales y económicas para que el proceso culmine.


Ante una situación de esta naturaleza creo que es preferible (para los ciudadanos catalanes) tener la sensación de que lo hemos intentado aunque no lo hayamos conseguido (aunque nada volverá a ser como antes) que dar voluntariamente una marcha atrás. Incluso Antón sabe que hoy es imposible e inviable. 

Carlos Sanchez plantea hace pocos días en el confidencial, todavía bajo el impacto de los actos terroristas ocurridos en Catalunya y que nadie sabe cómo y de qué manera pueden afectar al proceso, que la polarización que se produce en la clase política y en los medios (lo ocurrido con el acto terrorista de Barcelona es francamente lamentable) no se está trasladando a la ciudadanía. “La parte positiva es que esta polarización que se produce en los medios y en las redes sociales apenas llega a la calle. El país -con todos sus problemas y preocupaciones- sigue funcionando, lo que vuelve a poner de manifiesto el evidente distanciamiento entre el debate público y la realidad cotidiana”…..y lo que es peor, ha alejado a muchos ciudadanos de un debate que debería ser de ideas, intelectual, y no estrictamente partidario solo para ganar votos. De un debate sobre el terrorismo o sobre qué hacer con Cataluña, pero no mezclando ambas cuestiones porque no tienen nada que ver, como han preferido hacer unos y otros. Tirios y troyanos., Esas mismas dos Españas que nos llevaron a la tragedia y que hizo decir a Manuel Chaves Nogales: -Si vuelvo a España me fusilará cualquiera de los dos bandos-”. Un comentario insertado en el artículo accesible en  https://blogs.elconfidencial.com/espana/mientras-tanto/2017-09-03/terrorismo-cataluna-trapero-espana_1437502/


Necesitamos que el proceso culmine a pesar de que ello exija una capacidad y criterio político que hoy probablemente no tienen nuestros líderes.


Deberíamos de poder votar en un referéndum con todas las garantías. Una situación que podría llevarnos a constatar que, como afirma Jose Gefaell en este mismo medio digital a constatar que “los independentistas son una clara minoría en Cataluña, alrededor de 1/3 de la población. Si la realidad no fuera esa, sino que de verdad fuesen una vasta mayoría, por muchas acciones legales que el Gobierno de España y el resto de españoles iniciáramos contra los separatistas, no los podríamos parar”.

En su artículo accesible en https://blogs.elconfidencial.com/espana/tribuna/2017-08-05/referendum-constitucional-en-cataluna-en-toda-espana_1425473/ prosigue. “Daría igual que tuviera lugar un referéndum legal, uno ilegal o no hubiera ningún tipo de consulta (..) si somos capaces de negociar políticamente un referéndum constitucional para validar justa y democráticamente lo que todos los datos sugieren, que los independentistas son una clara minoría de alrededor de 1/3 de la población catalana, las posiciones cambiarán mucho (…) el planteamiento no puede ser no preguntar, ni siquiera constitucionalmente, ni siquiera tras realizar una intensa campaña, por miedo a que la verdad nos arruine el titular, nuestras creencias sobre lo que piensan los catalanes. Si nos atrevemos a preguntar democrática y legalmente ocurrirá justo lo contrario: que a los independentistas la verdad les arruinará sus distorsionadas creencias”.

Probablemente no participe de las razones por las que hay que impulsar un referendum. Y no sé si José tiene razón sobre el resultado que se podría alcanzar. Me inclino a pensar en que hay más de un 33% de los catalanes dispuestos a dar este paso adelante, aunque es posible, e incluso probable, que en un referéndum la postura de continuidad en el seno del estado español resultase ser la ganadora. Como acabo de escuchar a Jordi Basté en RAC1 mientras reviso este post «necesitamos contarnos«. Recordemos que democracia significa aceptar los resultados de la voluntad popular expresada en el ejercicio del voto y el resultado de un referendum puede ser positivo o negativo. Cómo la gran mayoría de los catalanes estoy dispuesto a aceptar el resultado. Si el resultado fuese negativo sería, en todo caso desde una posición favorable a un nuevo estatus en las relaciones entre España y Catalunya, y significando un primer paso que podría tener continuidad en una próxima generación.

Recordemos como hace Tobias Buck en el Financial Times “El conflicto no es únicamente sobre el futuro de Catalunya, sino también sobre el alma española. Hasta los más críticos con el movimiento independentista reconocen que España tiene que cambiar y hacerlo profundamente si desea continuar siendo el Estado que todos conocemos. Para España cada una de las -esteladas- que cuelgan de los balcones en Catalunya es un recordatorio de su histórico fracaso en el intento de crear una sola nación a partir de pueblos y lenguas diversas

Conviene en este momento recordar las expresiones formuladas por Jordi Garcia Soler, de nuevo en el Confidencial. “Personalmente me quedo con una frase lapidaria de Von Clausewitz: -El resultado de la guerra nunca es absoluto-. Aunque prefiero otra cita, atribuida tanto al florentino Nicolás Maquiavelo como al filósofo griego Aristóteles o a personajes políticos mucho más recientes, como el príncipe prusiano Otto Von Bismarck o el primer ministro británico Winston Churchil: “La política es el arte de lo posible”.

Pues bien no parece que nuestros líderes políticos hayan decidido sentarse a esperar (lo que quiero mostrar con la imagen, posiblemente errónea del sofá) y han renunciado ha hacer «el arte de lo posible». Y lo siento pues todos pagaremos las consecuencias. 

Nota final: El contenido de estas ideas y argumentos no dejan de consolidarse en mi mente después de los hechos que están ocurriendo ayer y hoy mismo en el Parlament de Catalunya y la reacción del Gobierno Central.