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Hola Juan.

Han pasado algunas semanas desde que te envié la primera parte de esta carta. Me consta que ya te has puesto en marcha y que ya estas, pese a diversas dificultades, recogiendo tus primeros frutos. Se también que te pusiste en contacto con Enrique y que le estas asesorando jurídicamente en el lanzamiento de su proyecto.

Hoy quiero referirme en esta nota al hecho de que existen dos tipos de emprendedores. La emprendeduría que se hace, y la que se queda en el pensamiento. ¿Quién no ha tenido la idea e inclusive la intención de desarrollar un proyecto empresarial? Algo que podría llegar a satisfacer nuestras necesidades económicas y de reconocimiento. Estoy convencido de que el 99% de las personas que puedan leer esta carta coincidirían conmigo en que este pensamiento es mucho más común de lo que a veces creemos.

Como tú sabes bien no existe otra respuesta posible a la pregunta de si una persona puede saber si es un emprendedor de los que lleva a cabo su proyecto o bien de los que nunca lo llega a hacer, que la de: la única manera de saberlo es lanzarse o lo que es lo mismo convertirse en un emprendedor. Hemos de ser conscientes de que la mayoría de los emprendedores de éxito (desde Amancio Ortega, hasta Allen, Bezos o cualquier otro que hoy reconoceríamos como emprendedores a admirar) se plantearon tantas dudas como las que tú te planteas hoy. Simplemente se pusieron en marcha.

Ahora bien está claro que las primeras fases (empezar), cuando uno está lleno de dudas y el camino está lleno de incertidumbres, no resulta una cosa fácil. Es la fase en la que surgen los miedos: a fracasar, a asumir el riesgo, a equivocarse, a perder una parte o todo el capital que hemos conseguido a lo largo de una vida profesional o que procede de nuestro entorno familiar. Sin embargo después de algunas experiencias como emprendedor y después de algunos años orientando a emprendedores en las fases iniciales de su proyecto empresarial tengo algunas certezas: los que realmente llevan a cabo sus proyectos y los que son capaces de pasar del pensamiento a la acción son aquellos que finalmente consiguen el coraje para ponerse en marcha, empiezan con un plan y a la vez están abiertos a cambiar de rumbo si el proyecto lo necesita. En definitiva los que disfrutan con el aprendizaje de cada día.

Dicho así, suena fácil. Soñar, planificar, empezar, probar, aprender, corregir y disfrutar. Pasar del pensamiento a la acción no es lo más fácil empezando por el hecho de que cuando empezamos a desarrollar una idea todo es emocionante y todo parece posible.  Más adelante es cuando terminamos constatando las dificultades: el mercado no está maduro, los clientes no quieren cambiar de proveedor, nuestros costes no nos permiten ser competitivos etc. De allí, la importancia de empezar. Si nos quedamos en las dos primeras fases: soñar y planificar el proyecto será uno de los que nunca se llegará a hacer.

Empezar o lanzar el proyecto es sólo el principio. A partir de ahí tendrás que probar, aprender, y disfrutar. ¿Cómo se disfruta de eso?  ¿Cómo se disfruta de aprender lo que es no conseguir el cliente que tanto querías?  ¿Cómo se puede disfrutar ni vivir con tiranteces en el cash flow?  ¿Cómo se manejan situaciones como la de no tener tesorería para pagar los salarios a dos días de final de mes? Creo también que los emprendedores somos en el fondo un poco “masoquistas”. O si no como se explica la excitación que produce el hecho de ver que un plan no se cumpla. O como se disfruta intentando conciliar una vida personal con las exigencias que te exige el nuevo proyecto que te ocupa el 200% de tu tiempo.

Y sí, se puede disfrutar, porque el no conseguir el cliente que tanto querías, si sabes escuchar bien y aprender, te llevará a conseguir muchos clientes más.  Saber corregir, ser flexible, es otra de las cualidades totalmente necesarias para emprender con éxito. Al mismo tiempo los problemas como los de cash flow te enseñaran a planificar mejor. Las peticiones y tu intención de dar un buen servicio a tus clientes te ayudará a centrar el mensaje y tu oferta al mercado, etc. Y, si tu primer plan no se cumple, puede enseñarte la manera de hacer un plan a la vez más realista y más ambicioso que el inicial.

Y disfrutaras viéndote a ti mismo dando todos los pasos que exige tu nueva posición como emprendedor. Recuerda: soñar, planificar, empezar, probar, aprender, corregir y disfrutar.

Espero que estas nuevas reflexiones te sean de utilidad.

Un abrazo