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Las redes sociales como Facebook, no sólo ofrecen un nuevo mundo repleto de oportunidades, sino que también pueden exponer a sus usuarios a nuevos peligros.

Dado que más de  500 millones de personas –en distintas redes sociales— hemos puesto a  disposición de la red gran cantidad de contenido e información personal, es posible que esta información pueda llegar a ser mal utilizada por terceros.

Esta posibilidad es sin embargo suficiente para plantearnos la pregunta ¿debemos prohibir el uso de las redes sociales de la empresa?  Acabo de leer una excelente respuesta a esta pregunta referida a Facebook pero que puede perfectamente ser aplicable para el conjunto de las redes sociales. La reflexión sería más o menos la siguiente:

Prohibir el uso de las redes sociales en la empresa significa retar a los usuarios a encontrar nuevas formas de conectarse a la herramienta. Sería como si frente a un casao de fraude bancario se eliminaran los bancos. 

Para minimizar el riesgo de mal uso de la información los especialistas nos recomiendan que nos tomemos la molestia de crear enlaces en nuestros favoritos o de escribir la dirección cada vez que nos vayamos a conectar, para evitar accesos a la red haciendo clic sobre enlaces en correos electrónicos sobre los que no estemos completamente seguros de su «seguridad» y de su «legitimidad».

Igualmente debemos cerciorarnos de dar información de carácter personal o confidencial sólo en los sitios que se sepa fehacientemente que son seguros y que no van ni hacer ni dejar hacer un uso fraudulento de tal información. De la misma forma que no debemos incorporar en la red, mensajes, informaciones y otros contenidos que puedan «atentar» con nuestra imagen personal.