Como casi todos esperaba que 2022 significase un cambio de tendencia en la situación de la economía.
Pues bien hemos pasado de estar preocupados y condicionados por los efectos de la pandemia del Covid/19 o tener que vivir y sentir las consecuencias de la guerra de Ucraïna.
Aunque no sabemos cuánto tiempo va a durar el conflicto y cuáles van a ser sus efectos a medio y largo plazo, (los inmediatos los estamos notando ya), lo que constatamos es que hemos ralentizado los niveles de desarrollo que nos iban a colocar en una situación similar a la que vivíamos en 2019. Y, sólo a título de ejemplo, estamos viviendo con un ratio de inflación que no veíamos desde los años 80.
En los manuales de la ciencia económica del siglo pasado se mostraba que los objetivos de toda política económica son cuatro: crecimiento económico, pleno empleo de la mano de obra, estabilidad de precios y equilibrio exterior. Es evidente que ninguno de ellos se cumple hoy y no parece que alguno de ellos pueda conseguirse a largo plazo. Y ello aún en el supuesto de que el conflicto bélico termine pronto y sin mayores consecuencias a nivel global y que consigamos superar, definitivamente, el impacto de la pandemia.
Aunque consigamos estos objetivos, como he analizando en repetidas ocasiones en este blog, vivimos con una serie de problemas específicos que exigen cambios más radicales que los que se han producido hasta este momento. Problemas, ante los cuales, no parece que hayamos hecho todo lo que había que hacer o que podía haberse hecho. Y me refiero a temas tan relevantes como: el impulso de la economía del conocimiento, la internacionalización de la económica, y todo lo relativo al proceso de cambio cultural que necesitamos para pasar de una economía subsidiada a una de carácter productivo.
Aunque es cierto que en los dos primeros aspectos algún camino hayamos recorrido, el reto de impulsar y desarrollar un cambio cultural y educativo que permita a nuestros jóvenes adquirir los conocimientos y habilidades que les hagan empleables en estos nuevos sectores, no parece tarea fácil y no ha sido seriamente abordado, a pesar de los cambios legislativos que se están promoviendo por el actual ejecutivo. Formo parte de todos aquellos que tenemos la sensación de que no estamos todavía por la labor, y de que en la gestión de los fondos Next Generation vamos a seguir cometiendo muchos de los errores ya conocidos del pasado.
Dos párrafos, escritos casi al píe de la letra en 2014, y que excepto en la referencia a los fondos Next Generation, describen fielmente la realidad actual. Una realidad de la que no somos conscientes aunque se fundamenta en el dato de que entre 2005 y 2021 el crecimiento real de nuestra economía ha sido igual a cero, como bien ha señalado recientemente el profesor Fernandez Villaverde en la conferencia dictada en la Fundación Rafael del Pino, accesible en https://frdelpino.es/conferencia-frdelpino/conferencia-magistral-presencial-de-jesus-fernandez-villaverde/
¡Deberíamos de reconocerlo y corregirlo!. Hemos conseguido no crecer en 16 años. ¡Asi nos va!
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