Utilizo para esta entrada el mismo título que el del articulo de Juan Cruz publicado el pasado lunes 12 de Abril en el periódico EL PAIS y en el que se refería a la conmemoración del cierre del campo de Bunchenwald.
Y lo hago tras haber visitado con mi familia, durante la pasada semana santa, los campos de concentración de Auschwitz y el de Auschwitz–Birkenau en Polonia.
En dicho articulo el periodista hace mención a José Semprum (que pasó 2 años de su vida adolescente en dicho campo) y al discurso que pronunció en un acto público celebrado en Madrid hace algunos días.
Sigo teniendo muy presente el impacto visual de lo que ví en Polonia, Mientras tanto recuerdo el penúltimo párrafo de dicho discurso “Hoy, tantos años después, en este dramático espacio……., en la frontera última de una vida de certidumbres destruidas, de ilusiones mantenidas contra viento y marea, permítanme un recuerdo sereno y fraternal hacia aquel joven de 22 años portador de un bazooka».
Semprún hacía referencia al hecho de que tras la liberación muchos jóvenes salían de los campos de concentración en formación militar queriendo participar en el conflicto luchando contra quienes les habían encarcelado.
Un ejemplo más de la grandeza y de las contradicciones innatas al ser humano.
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