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Todos nos congratulamos de que (a pesar de que no sean buenas noticias) definitivamente el gobierno haya optado, en materia de empleo, por situar el escenario que nos viene encima.

Que se reconozca que la cifra de 3M de desempleados puede probablemente incrementarse hasta 4M (lo que supondría un porcentaje de más del 16%) y que se admita que “lo bueno todavía está por llegar”, es probablemente «una buena noticia».

A pesar de que las cifras que se ponen encima de la mesa nos retrotraen a la decada de los 80 y que nos situarán en el número 1 del ranking europeo en este campo, creo que es una buena noticia…. en la medida de que la mejor forma de resolver un problema es intentar atacarlo tras su diágnostico. No creo que en este caso resulte válido aquello de que «los problemas se resuelven solos».

Evidentemente vamos a vivir un año que como de “malos tiempos para el empleo”. Y aunque no existen ni las formulas mágicas, ni las soluciones milagrosas soy de los que pienso, y hace poco escribí sobre ello, que en este tipo de materias es mucho mejor hacer algo que no hacer nada. Y, permitirme el comentario, no creo que se estén haciendo muchas cosas que sí podrían y deberían hacerse.

Por ejemplo, mantengo el criterio que nada nos impide implantar medidas que introduzcan elementos de competitividad en la gestión del empleo. Aunque soy plenamente consciente de los “tabúes” que todavía tenemos en esta materia me parece de poca lógica que sea éste el único de los 4 “derechos constitucionales” (los otros tres serían la educación, la sanidad y la seguridad) en los que todavía no hemos sido capaces de introducir elementos de colaboración y competencia entre el sector público y el sector privado.

He seguido, por razones evidentes, con interés los comentarios, artículos, entrevistas que se están publicando sobre la crisis y su impacto en la gestión empresarial y en el empleo, y de entre todo lo que se ha escrito voy a referirme a tres opiniones: las que Mario Armero formula en su artículo “audacia contra la crisis”, publicado en el País del pasado 21 de Diciembre, las que Enrique Sanchez expone en la entrevista que publica Expansión el miércoles 7 de Enero y por último las que Juan Antonio Sagardoy formula en su artículo “del diagnóstico a la acción” del pasado 9 de Enero también en el País. Aunque los tres tratan, evidentemente, el problema del empleo desde perspectivas totalmente distintas los tres inciden en el que considero es el elemento clave de este mensaje….. pongámonos de acuerdo en que algo hay que hacer,

Y lo que hay que hacer es un conjunto de cosas que incluyen (cambios de mentalidad –Mario-, introducción de elementos de competencia –Enrique- y modificaciones legales que favorezcan la flexibilidad en la contratación que no el despido. –Juan Antonio-.

Paralelamente sigo también con interés la falta de noticias sobre el avance del proceso de diálogo social. Hagamos algo por favor y hagámoslo ya, aunque luego tengamos que rectificar. Creo que en esta materia también es posible el ejercicio del acierto y error.

No debería de ser ni malo, ni negativo, e imposible que los interlocutores sociales se pongan de acuerdo para trabajar en el cambio de mentalidad social en este materia incentivando de verdad el acceso al empleo del trabajador perceptor de prestaciones, introducir elementos de competencia en la gestión del empleo en paralelo a la mejora del Sistema Público de Empleo, y por ultimo implantar e introducir medidas legislativas –aunque sea en términos temporales o de prueba- que faciliten e incentiven la contratación. No debería de ser imposible.