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A menudo utilizamos los términos recesión y crisis de forma poco clara. De entrada debo de disculparme porqué esta puede no ser la mejor introducción para un mensaje que se publica hoy 31 de Diciembre.

Sin embargo, al margen de desearos a todos lo mejor para el futuro, para este año 2016 que iniciamos hoy, creo que esta noche, al celebrar como sea la llegada del nuevo año, no deberíamos olvidarnos de los retos que tenemos por delante.

Y no me refiero a Catalunya, a la respuesta europea al problema de la inmigración, a la constitución del nuevo parlamento y del nuevo gobierno del Estado, sino al contraste real entre lo que parece que registran los datos macroeconómicos y la percepción de la mayoría de los ciudadanos. Unas perspectivas y una realidad que sin duda han influido, y de que manera, en los resultados de las pasadas elecciones.

«Lo primero fue salir de la recesión, lo segundo tiene que ser salir de la crisis”.

Esta frase fué publicada por Emílio Ontiveros en el articulo titulado «las dudas del ministro» publicado el 17 de Mayo http://economia.elpais.com/economia/2015/05/15/actualidad/1431707755_781540.html. Su tesis fundamental era la de que, si bien se está creando empleo, sus características siguen“siendo un reflejo del intenso ajuste salarial que ha tenido lugar durante la crisis” y concluía afirmando que difícilmente saldremos de esta situación mientras nos movamos en el marco de la devaluación que no pudimos hacer por las formas tradicionales aplicadas al tipo de cambio de nuestra moneda pero sí que hemos hecho por el descenso de los salarios objetivos y por el proceso de sustitución de trabajadores.. Por todo ello creo que afirmación de que estamos saliendo de la recesión aunque sigamos en crisis es perfectamente descriptiva de lo que estamos viviendo.

Y en este contexto el resultado de las elecciones del pasado 20 de Diciembre tiene, desde mi punto de vista, mucho que ver con las percepciones que el conjunto de la sociedad tiene sobre cómo estamos saliendo de la crisis. Y con la confianza que como ciudadanos y consumidores tenemos sobre lo que nos va a deparar el futuro.

Una situación que tiene como efecto inmediato que la demanda de bienes y servicios por parte de los hogares y consumidores siga bajo mínimos, que contínue su proceso de desapalancamiento financiero (probablemente necesario e imprescindible en los niveles del 2006 pero ya suficiente ajustado en estos momentos en términos macroeconómicos) y que sigamos con más de 1,5 millones de personas en situación e desempleo de larga duración (más de 2 años) muchos de ellos habiendo agotado ya todos los periodos de percepción de prestaciones y/o subsidios. Recordemos que algunos especialistas cifran en el 29% la llamada tasa de exclusión social. 

Y todo ello sin que seamos capaces de percibir intentos reales de cambio en nuestro modelo económico. Un modelo que, lamentablemente, sigue basado en los mismas paradigmas del pasado y que parece que no va será capaz de responder a las demandas del futuro. 

Hemos de recordar que estamos creciendo básicamente por tres razones: porqué nuestras exportaciones siguen siendo muy competitivas (relación euro/dólar), por el descenso del precio del crudo, (lo que nos permite, entre otros aspectos positivos, mantener en niveles impensables el diferencial de la prima de riesgo), porqué la construcción está empezando a moverse (después de 8 años de parálisis total) y porqué seguimos siendo atractivos desde el punto de vista turístico (beneficiándonos de un factor externo como es la inseguridad en nuestros competidores del norte de áfrica).

En definitiva, estamos basando nuestro crecimiento en factores que o bien no controlamos nosotros o bien se derivan de un contexto que habría que corregir si queríamos incrementar nuestra competencia futura. Y mientras tanto seguimos sin cambios de modelo y por tanto en una situación que hace que nuestro futuro probablemente no pueda ser muy atractivo… ¿no?

En palabras de Maria Jesus Fernandez analista de Funcas “El crecimiento actual es el resultado, por una parte, de la propia mecánica del ciclo económico, y por otra, de una serie de impulsos exógenos favorables de carácter transitorio: caída del precio del petróleo, bajada de los tipos de interés, depreciación del euro, rebaja del IRPF y reactivación de la obra pública ligada al ciclo electoral”. Todos ellos factores coyunturales y que terminarán cambiando o simplemente agotándose.

Si además tenemos en cuenta que nos va a quedar más remedio que seguir manteniendo los niveles impositivos con el objeto de que poder liquidar los intereses de la deuda pública y reducir el endeudamiento público ello me lleva a afirmar que estamos en una situación que francamente “se aguanta por los pelos”.

Para finalizar no puedo sino coincidir con Emilio cuando afirma que “un aspecto de importancia no menor…..es hasta qué punto estos primeros compases de la recuperación económica se están aprovechando para aumentar el crecimiento potencial, para mejorar la calidad de la oferta de la economía, avanzar en la modernización del patrón de crecimiento y reducir las vulnerabilidades ante la próxima crisis”. Y mi respuesta no es otra que el excepticismo casi total.

Lo dicho probablemente estamos saliendo de la recesión pero seguimos en crisis. Y no sólo la económica sino crisis de liderazgo, de valores y también de referentes. Sin embargo hoy debemos ser positivos.

Pienso que hoy es necesario desearnos a todos capacidad para en 2016 encontrar las rutas que lleven a resolver los retos que tenemos por delante.

Mientras tanto y para completar estos argumentos os remito a dos comentarios que encontrareis en mi blog «un cambio en profundidad» http://pauhortal.net/blog/un-cambio-en-profundidad/ y «horizonte 2016»  http://pauhortal.net/blog/horizonte-2016/

Os deseo un buen año a todos.