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Muchos de nosotros estamos preocupados por el impacto de la IA en el empleo. Hay incluso quién mantiene que nos va a quitar el trabajo, que se aproxima el apocalipsis laboral, que si vamos a acabar todos mendigando en las puertas de una fábrica de chips taiwanesa.

En De la sabana a Marte, Xavier Sala-i-Martin se toma la molestia de pinchar este globo del miedo… pero no con ternura. Lo hace con bisturí, datos y, sobre todo, con una capacidad de comunicación que a muchos nos tiene…… Hoy, por tanto, os invito a seguir el post accesible https://pauhortal.com/wp-admin/post.php?post=25874&action=edit en el que hago un análisis de los elementos que considero más esenciales del citado libro, y paralelamente os propongo que diseccionemos algunas ideas referidas al concepto o pregunta que figura en el título de estas líneas.

Spoiler: la IA no es el problema. Eres tú.

Sala-i-Martin empieza recordándonos que cada vez que aparece una tecnología revolucionaria, suena la misma cantinela: «Se va a destruir el empleo». Pasó con las máquinas de vapor, con los telares, con los ordenadores… y ahora con la IA. Pero la historia demuestra que lo que se destruye no es el empleo en sí, sino ciertos tipos de empleo. ¿La consecuencia? Nuevas profesiones, nuevas industrias y, sí, nuevos problemas… pero también oportunidades.

¿Y entonces por qué tanto drama? Porque, a diferencia de las revoluciones anteriores, esta vez la tecnología no solo automatiza músculos, sino cerebros. Es decir, no se lleva solo al obrero de la cadena de montaje, también le toca al contable, al traductor, al profesor de inglés, y al 50% de las tareas administrativas. Sala-i-Martin, fiel a su estilo, no tiene piedad: “Lo que da miedo no es que la IA nos quite el trabajo, sino que nos deje en evidencia”. ¡Zas!

El problema no es que no haya trabajo, sino que no estemos preparados

Una de las ideas más incómodas del libro es que el problema no es que la IA destruya empleo, sino que muchas personas se han quedado atadas a trabajos repetitivos, predecibles y poco creativos… justo los que la IA puede hacer mejor, más rápido y sin pedir vacaciones.

¿Quieres seguir siendo relevante? Aprende, adáptate, reinvéntate. Pero claro, eso requiere esfuerzo, curiosidad y humildad para admitir que lo que sabías ya no sirve. Es más fácil quejarse, hacer huelga de ideas o pedir una renta básica universal para no tener que competir con ChatGPT. El problema no es que falten empleos, sino que sobra comodidad disfrazada de estabilidad.

¿Qué pasa si no todos somos capaces de adaptarnos?

Aquí Sala-i-Martin introduce un matiz más humano: hay gente que, por edad, formación o circunstancias, no va a poder subirse al tren de la IA. Y sí, es un problema serio. No todo se arregla con cursos online de Python o talleres de pensamiento crítico. Hará falta rediseñar el sistema educativo, repensar las políticas de empleo y, tal vez, aceptar que habrá un porcentaje de la población que necesitará apoyo permanente por el simple hecho de que no conseguirán adquirir las competencias que serán demandadas por el nuevo mercado de trabajo.

Pero eso no es culpa de la IA. Es responsabilidad de la pervivencia de un sistema educativo que premia la obediencia en vez de la creatividad, de políticas laborales que protegen puestos de trabajo obsoletos en vez de fomentar el aprendizaje continuo y de una narrativa y de una cultura social en la que disponer de un título era garantía de por vida y no el principio de nada.

La IA no roba empleos, desenmascara mediocridades

Aquí es donde Sala-i-Martin lanza su bomba favorita: la IA no viene a destruir el empleo, sino a desnudar el mercado laboral. Y cuando el emperador va desnudo, se ven muchas tripas que antes estaban tapadas. Jefes que no lideran, empleados que no aportan, sectores enteros que existen por inercia. La IA no inventa el caos: lo expone.

Y eso, paradójicamente, puede ser una oportunidad. Porque en ese caos nace la posibilidad de repensarlo todo: desde cómo trabajamos hasta por qué trabajamos. ¿Y si el objetivo ya no es trabajar 40 años haciendo lo mismo, sino tener una carrera profesional líquida, adaptativa, llena de cambios y reinvenciones? ¿Y si el trabajo deja de ser una jaula dorada y se convierte en un laboratorio de evolución personal?

Conclusión: la IA no es necesariamente el fin del trabajo, puede ser el principio del sentido

Sala-i-Martin no te dice lo que quieres oír. Te dice lo que necesitas enfrentar: que el mundo cambia, y tú también deberías. La IA no viene a robarte el empleo. Viene a preguntarte si ese empleo ya tenía sentido. Viene a empujarte a preguntarte qué puedes aportar que un algoritmo no pueda replicar. Y si no sabes responder… quizá el problema no es la IA. Quizá es que llevas demasiado tiempo funcionando en modo automático.

Así que, querido lector, la próxima vez que te preocupe que la inteligencia artificial te deje sin trabajo, hazte una pregunta incómoda: ¿es miedo a perder tu empleo… o a quedarte sin excusas?

PD… estas reflexiones están basadas en los argumentos que Xavier Sala Martin formula en su libro De la Sabana a Marte y más concretamente en el apartado del Capitulo 7 titulado “Crecimiento económico y prosperidad inimaginable”