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La tarea de revisar los viejos modelos para responder mejor a las nuevas realidades es uno de los retos con el que nos enfrentamos diariamente en el ámbito de la gestión. 

Todos conocemos a personas que tienen una curiosidad innata para el aprendizaje y están permanentemente abiertos al desarrollo de nuevas iniciativas, etc.  Una muestra más de este principio que he denominado «viejos modelos y nuevas situaciones» (ver el título de este post) lo podemos constatar en la jornada que hemos celebrado la semana pasada en Barcelona con el apoyo de la Universidad Pompeu Fabra accesible a través de la web www.jornadarrhhsp.com o directamente en http://ow.ly/cbXo50osA3D Aunque puede resultar un poco largo es muy interesante sobre todo en la primera, penúltima y última de las sesiones.

Muchos de vosotros sabéis que estoy involucrado en un proyecto que hemos denominado Ágora. Un proyecto «diferente» dirigido a generar nuevas dinámicas en la formación de los profesionales de RRHH. En este entorno hemos estado revisando todos los «nuevos modelos o propuestas formativas» para profesionales y/o directivos presentes en el mercado y hemos podido verificar (salvo error u omisión) que no han aparecido ofertas realmente novedosas en este campo. Algunas iniciativas interesantes en el ámbito de la gamificación y poco más. Aunque si queremos ser objetivos la «gamificación» puede ser atractiva pero no es, ni mucho menos, un nuevo modelo formativo.

Probablemente porqué no es el mejor momento, probablemente por la falta de creatividad, probablemente porque la gente hoy estamos más preocupados en sobrevivir que en inventar, también porque, como es conocido por todos, los recursos para el desarrollo, la formación y el aprendizaje en las organizaciones fueron reducidos sustancialmente en la época de la crisis. También por el hecho de que ha sido perfectamente visible el cansancio respecto a modelos formativos complejos y retorcidos, que además se prestaban sin introducir elementos de medida de valor de los mismos. Sin embargo, no sería totalmente sincero si no constatara que como siempre hemos identificado algunas excepciones interesantes.

En este “trance” recordé un texto que hace algunos años me causó una gran impresión y que aparece en el libro de Charles Handy “El elefante y la pulga”.  Aquí tenéis el texto en cuestión.

“Una vez me pidieron que ayudara al nuevo propietario de una empresa alimentaria de tamaño medio a convertirla en un modelo para el sector, educando a sus jefes. Creo que él tenía en mente un curso de algún tipo. Yo ya estaba harto de este tipo de educación por lo que le dije que, en gran medida, sería una pérdida de tiempo.

Como él insistía, le propuse que seleccionara un pequeño grupo de sus jefes y supervisores más respetados, personas que contaran con el respeto de sus colegas. A continuación, yo les enviaría a pasearse por otros mundos, es decir, en su caso, por otras organizaciones. Como mínimo, le aseguré, les ayudaría a hacer que su organización fuera diferente del resto del sector y eso haría que se sintieran orgullosos. Les entregué artículos sobre las mejores empresas británicas y les pedí que eligieran un par cada uno para ir a verlas.

Mi tarea consistiría en conseguir que les abrieran las puertas. La única condición fue que ninguna de las empresas tenía que pertenecer a su mismo sector. Los profesionales escogidos por mi cliente fueron, recogieron un montón de nuevas ideas, compararon notas, seleccionaron las que encontraron más interesantes y elaboraron un plan de cambio para su compañía para los dos años siguientes.

Les aseguro que fué mi programa educativo de más éxito para una corporación y yo, personalmente, no les enseñé nada. Evidentemente, fue una fórmula que iba a utilizar en otros programas educativos posteriormente. La llamé -aprendizaje por voyeurismo-. Es un modo muy eficaz de aprendizaje, siempre que no se limite a eso y se haga algo con las ideas recogidas

No se trata de probablemente inventar nada nuevo sino solamente utilizar las potencialidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías para facilitar lo que siempre ha funcionado.


Cuando nos planteamos nuevas formas de aprendizaje, cuando somos impactados por cada vez más sofisticadas ideas para adquirir y transmitir conocimientos (a nosotros mismos y a nuestros equipos) quizás sea necesario volver a los principios. 


Es posible que las nuevas generaciones no sean, finalmente, tan distintas a como fuimos nosotros en los inicios de nuestra trayectoria profesional. Probablemente, las personas somos las mismas, con las mismas necesidades, similares motivaciones y objetivos, con la misma atracción por el conocimiento y el aprendizaje, aunque a veces pensemos que la tecnología nos ha cambiado radicalmente.

Los que tenemos en el «ADN» la motivación por desarrollar nuevos proyectos deberíamos también, a menudo, aplicar este criterio, (tomar la que podríamos denominar píldora del aprendizaje permanente que probablemente ha de tener en cuanta la experiencia) y probablemente respetar más los principios que se han mostrado como válidos en el pasado aunque adaptándonos al presente y al futuro. 

Aunque, también deberíamos recordar, que 3 de cada 4 proyectos empresariales terminan fracasando en los dos primeros años desde su puesta en marcha. Por cierto, tenía una persona muy cercana a mí, que lamentablemente falleció hace unos meses, que creo su última empresa con 73 años y tuyo la capacidad y la inteligencia de trasferirla a terceros (dado que no tenia continuidad en su entorno familiar) seis meses antes de su fallecimiento con 84. Antonio era una persona inquieta, centrada entre otros aspectos en el aprendizaje permanente.