Tiempo de lectura: < 1 minuto

Hace unos días, recibí un sorprendente mail. Lo firmaba una amiga -Natalia- que ha sido durante muchos años cliente desde su posición de Directora de RRHH de una multinacional farmacéutica.

Digo sorprendente, porque en el correo me notificaba que se iba 4 meses a laIndia para participar, a través de una ONG (Vita Mundi), en el desarrollo de un programa de nutrición enfocado a niños. Toda una proeza.

La verdad sea dicha, hasta ahora, no conocía a nadie con un perfil similar al de Natalia que se hubiese embarcado en una aventura de tal calibre. Sé que es una práctica más frecuente en gente joven. Es el caso de estudiantes o recién licenciados en medicina. Imagino que suelen tomar decisiones de este tipo para iniciar su carrera laboral con mayor margen de maniobra, decisión y responsabilidad. Y, sobretodo, llevarse una experiencia personal incomparable.

Pero aunque a ella quizás no le guste el comentario, todavía no me había encontrado con una «profesional sénior» tomando este tipo de decisiones.

De hecho, retomando el caso de Natalia, creo que su caso nos debe servir de ejemplo por su osadía, valor, coraje. Gracias a ello, cuando vuelva, traerá consigo un conjunto de experiencias únicas que engrosarán su desarrollo personal a nivel de creatividad, aprendizaje, carácter, enfoque, adaptabilidad… Y muchos recuerdos.

¿Porqué no nos atrevemos, más a menudo, a llevar a cabo decisiones como la de Natalia?