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Somos muchos los que pensamos que estamos viviendo momentos de alta complejidad y que parece que estamos dando pasos para atrás.

Al margen de que en la vida humana, como en muchas otras cosas, puede aplicarse la máxima de que «dos pasos para delante y uno para atrás» la cuestión es la de cuál va a ser nuestro futuro y hasta qué punto podemos ser protagonistas de él.

Creo que, aunque a veces no lo parezca, existe una amplia demanda social de un cambio de actitud tanto de nuestra clase política como de los medios de comunicación, dirigido a no buscar culpables (no mirar para atrás) sino a hacer un esfuerzo extra para entender la realidad de los problemas y para enfocar las posibles soluciones.

Los riesgos y los retos que tenemos por delante son suficientemente importantes para intentar poner entre todos algo de lógica y de coherencia en nuestras propias actitudes. En este sentido me sumo a la demanda que muchos ciudadanos formulan en los términos siguientes:

  • Que la clase política transmita mensajes claros y transparentes sobre lo que ocurre a nuestro alrededor. Los ciudadanos estamos agotados y cansados de una clase política que sigue más preocupada por sus propios intereses a corto plazo que por realmente gestionar los problemas y demandamos claridad en las explicaciones, limpieza de las conductas corruptas y eficiencia en la gestión de los recursos públicos. En nuestra crisis se han solapado circunstancias internacionales con nuestros propios problemas estructurales (endeudamiento privado, modelo educativo, estructura administrativa, sistemas de protección pública etc) que requieren todavía muchas medidas drásticas hoy a cambio de posibles beneficios futuros. Un equilibrio difícil. El riesgo de caer en soluciones populistas está mucho más cerca de lo que parece.
  • Que se propongan y experimenten soluciones factibles y gestionables y no sólo aquellas que pueden tener un rédito electoral. Muchos de nuestros problemas pueden resolverse, si existe voluntad por parte de todos, con medidas simples y fácilmente consensuables. Un ejemplo el sistema de pensiones donde como muchos de los técnicos saben el sistema de capitalización sea público, privado o mixto es claramente insostenible. ¿Por qué insistir en una propuesta que no es ni lógica ni alcanzable?, ¿Por qué insistir en el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones?. Parece que simplemente lo que se desea es garantizar el voto de los actuales jubilados a una determinada opción política.
  • Que asimilemos y aceptemos que los derechos y las prestaciones del estado de bienestar no pueden ser financiados si no hay crecimiento económico a largo plazo. Los derechos sin responsabilidades no existen. Si los gastos del sistema de prestaciones sociales siguen creciendo (lo que es una evidencia en situaciones  de crisis) o estos bajan o generamos mayores ingresos para sostenerlos y ello sólo es posible con crecimiento económico.
  • Que seamos conscientes de que las demandas legítimas de protección social van a seguir creciendo probablemente a corto y medio plazo. Para una parte de la población, el mero hecho de alcanzar la educación superior puede volver a resultar un reto casi inalcanzable. Estamos volviendo a un contexto que tiende a ser mucho más parecido a los años 50 y 60 que a los que hemos vivido en los años anteriores a la crisis. Un sociedad funciona cuando funciona el ascensor social. Es evidente que las condiciones económicas del entorno familiar pueden volver a ser muy relevantes para la posición personal y el éxito laboral futuro. No debemos olvidar que, por ejemplo, volvemos a vivir casos de malnutrición infantil como no vivíamos desde el final de la guerra civil.
  • Que necesitamos romper los intereses de determinados colectivos e imponer medidas que se han mostrado con éxito en otros entornos. Realmente la mayoría de los ciudadanos pensamos que no hemos hecho ningún tipo de reforma real en el conjunto de las administraciones públicas más allá de las de contención del gasto en salarios. Antes de no hacer nada, por no afectar a intereses creados o de reinventar la rueda con medidas simplemente cosméticas pongamos a revisar lo que no funciona, esta duplicado o es ineficiente. Como consecuencia de la crisis los cambios no sólo han de afectar al sector privado sino también al público.

Otro de mis post terminaba con la afirmación siguiente “es probable que nos encontremos ya en la parte horizontal de la “L”, es posible  que  como alguien con mucho mas conocimiento económico que yo mismo me comentó recientemente, que la parte baja no sea inclusive horizontal y que la imagen pueda llegar más a parecerse a la imagen de una conocida marca de material deportivo. En todo caso los ciudadanos creo que demandamos, cada vez con más fuerza, coherencia, claridad y eficiencia por parte de la clase política y mayores dosis de optimismo por parte de los medios.

Estoy convencido de que si existiera una demanda clara en este sentido nuestra respuesta seria muy positiva.