Reflexionar sobre el desarrollo tecnológico y los procesos de transformación es, por supuesto interesante, pero además necesario y urgente.
Hoy ya hemos tomado conciencia de que sin el desarrollo tecnológico seremos incapaces de resolver todas las nuevas realidades con las que nos enfrentamos desde el calentamiento global, los fenómenos migratorios, la crisis en el modelo laboral o el alargamiento de la vida. Y de ahí las cuestiones que señalaba en el post equivalente a éste, publicado en Enero del 2019 y accesible en http://pauhortal.net/blog/transformacion-lo-mejor-del-2018/
Cuestiones que siguen estando encima de la mesa y pendientes de que podamos encontrar las respuestas más adecuadas. Repasémoslas: ¿Qué efectos tiene y va a tener el cambio climático en la vida humana?, ¿Qué empleos crearemos cuando los robots sean capaces de desarrollar muchas de las tareas que hoy precisan del ser humano?, ¿Qué impacto tendrá la transformación radical en los niveles de desigualdad social?, ¿Qué medidas deberemos implantar para corregir la creciente desigualdad social?.
Y, al margen de las cuestiones referentes a los problemas no podemos ni debemos olvidarnos de otras que denomino «de procedimiento» pero igual de relevantes. Cuestiones como: ¿Cómo plantear socialmente estos debates para que no sean únicamente los lobbys de todo tipo los únicos que hagan sentir su voz? ¿Cuáles son las respuestas que la política debe de dar/proponer y plantear? etc.
Personalmente lo único que pretendo es poner mi grano de arena para que este análisis se haga, aunque mi foco, por cuestiones estrictamente profesionales, se centre en los ámbitos más generales, los organizativos y los referentes a la gestión de las personas.
Un análisis que tiene que partir del criterio de que la tecnología tiene que jugar un papel relevante para superar los que, con toda probabilidad, son los mayores desafíos con los que nos hemos enfrentado como especie.
Hechas estas reflexiones aquí teneis lo que me parece más relevante de los post sobre “transformación” que escribí a lo largo del pasado año.
En el post del mes de Febrero introduje los comentarios que Klaus Schwab formula sobre los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial que en su opinión provocan “el rápido surgimiento de restricciones ecológicas, el advenimiento de un orden internacional cada vez más multipolar y una creciente desigualdad” Estos sucesos integrados, están marcando el comienzo de una nueva era cuyos resultados desconocemos. “Si esta nueva era va a mejorar la condición humana dependerá de si los gobiernos y las relaciones entre instituciones y sociedad se ejecutan adecuadamente”.
En el mes de Marzo en el post titulado “Porqué es tan difícil” accesible en http://pauhortal.net/blog/transformacion-por-que-es-tan-dificil/ señalo que “Podríamos enumerar un sinfín de retos asociados a la economía digital que, según apuntan todos los análisis, provocarán cambios en todos los sectores, llegando incluso a hacer que algunos “sean irreconocibles en cinco años”. Un comentario publicado por la consultora Gartner (https://www.gartner.com/en) resulta esclarecedor: “De lo que hoy ya no tenemos ninguna duda es que en 2018/2019 vivimos realidades totalmente diferentes a las vividas en 2012/2013 y un nuevo marco competitivo donde todo está en cuestión, (desde los límites sectoriales y/o territoriales hasta las marcas, productos o servicios). Las organizaciones deben de enfrentarse a esta realidad ofreciendo nuevas respuestas a través de nuevas formas de hacer las cosas y nuevos formatos de relacionarse con sus clientes/usuarios” Y ello en un entorno en el que “a pesar de que en general los directivos aceptan estar situados en un nuevo entorno y de que el retorno a momentos de estabilidad vividos en el pasado es imposible, muchos de ellos no son capaces de asumir y facilitar los cambios culturales, y organizativos necesarios para impulsar y hacer factibles las nuevas estrategias basadas en la tecnología y la inteligencia artificial. El problema les sobrepasa”.
En Abril y Junio reflexionaba sobre la profundidad de los cambios que estamos viviendo y sobre el compromiso que adquiría con mis lectores de no volver a referirme (siguiendo la expresión utilizada por Enrique Dans en su blog www.enriquedans.com) al concepto de Transformación Digital sustituyéndolo por el de TRANSFORMACION RADICAL e hice referencia a sendos análisis formulados por la consultora Sintetia que en un comentario accesible en el link https://www.sintetia.com/innovacion-exito-mercado/ formula el criterio de que: “La tecnología no es innovación hasta que el mercado está preparado para aceptarla.” Este concepto pone encima de la mesa que el uso y el ritmo de implantación de una innovación tecnológica depende de la actitud con que ésta es aceptada por los ciudadanos, colectivos o sectores a los que afecte.
“El cambio se produce como consecuencia de multitud de factores que se retroalimentan a sí mismos, aunque el más común sea el resultado de una pequeña innovación aplicada a un bien o servicio ya existente generando una nueva necesidad que genera una nueva innovación… y así hasta el infinito”.
Cómo afirma Marc Vidal en el post accesible en https://www.marcvidal.net/blog/2017/12/18/tus-clientes-han-cambiado-ha-cambiado-tu-empresa. “Eso no va de esperar. La pregunta no debe ser, ¿me afectará la disrupción en mi empresa o en mi sector? La pregunta es ¿cuándo? y también ¿con qué tecnología va a suceder?”
Los post de Mayo y Octubre los dediqué a analizar los efectos del cambio climático con expresiones como la siguiente “Ajustemos nuestras prioridades. Nunca, en toda la historia del hombre, ha habido nada más importante que esto” Una afirmación formulada por Enrique Dans accesible en https://www.enriquedans.com/2019/06/las-emergencias-no-dan-opciones.html. En el último de los post citados expresaba mi coincidencia con lo expresado por Enrique en el sentido de que con total certeza la gestión (o no gestión, porqué conviene recordar los resultados de la última cumbre celebrada en Madrid) de los efectos del cambio climático no es un problema de tecnología sino de voluntad colectiva. (Necesitamos) una mayor celeridad en las fases de adopción e implantación que, como todos constatamos, son mucho más lentos de lo que sería necesario”. Otro de los comentarios que formulaba estaba en relación a la importancia de los símbolos para enfrentarnos a este tema. Y de ahí, entre otros, la relevancia social que está adquiriendo la figura de Greta Thunberg.
Respecto al cambio climático no hablamos de un problema tecnológico sino de una voluntad colectiva, de un problema de voluntad de resolver la tensión entre las soluciones que esta nos propone y los bloqueos que recibe.
Los post publicados en Julio, Septiembre y Noviembre los dediqué a plantearme la pregunta de si “Desaparecerá el trabajo” y a reflexionar sobre las alternativas posibles en términos de reparto de las tareas que no puedan ser ejecutadas por robots y a las respuestas posibles a este reto desde un punto de vista social. Y al intento de, no sé si con mucho éxito de proponer algunas respuestas e incorporaba la referencia a Nick Srnicek, autor del libro “Inventar el futuro: postcapitalismo y un mundo sin trabajo” que plantea la hipótesis de que la construcción del futuro pasa por la transformación por derrotar la ética del trabajo “El tiempo libre es una condición esencial para la libertad, por lo que la expansión del tiempo libre debería convertirse en la principal promesa electoral de los partidos orientados al futuro”.
Una perspectiva que es complementaria a la que formula Enrique Dans en https://www.elmundo.es/papel/futuro/2018/05/01/5ae5ee70468aebd5728b4605.html con expresiones como “Mi análisis nunca ha apuntado hacia ese supuesto final del trabajo. Soy un absoluto convencido de que la humanidad seguirá trabajando, o al menos, definiendo como trabajo algunas de sus actividades. Posiblemente no todas las personas, y sin duda, con una relación con esos trabajos completamente diferente a la que hemos tenido a lo largo del último período de la historia”. Unas diferencias de posicionamiento que en todo caso son compatibles con el hecho de que “Finalmente, no sabemos si el trabajo va a desaparecer como tal y no sabemos cómo va a ser este proceso. Lo que sí sabemos es que el proceso se va a llevar a cabo… de hecho ya lo estamos viviendo”. Un proceso que nos lleva inexorablemente a plantearnos que seriamente la necesidad de crear elementos de cobertura social compensatoria como la llamada RMU como analizo en http://pauhortal.net/blog/transformacion-futuro-pensiones-y-rmu/
Termino este repaso haciendo referencia a lo planteado en los publicados en los meses de Agosto y Diciembre que dediqué a tratar los ámbitos relacionados con los cambios culturales que nos impone la transformación radical que vivimos y la relevancia de introducir cambios en los procesos de formación y aprendizaje. Aunque respecto a este punto tengo previsto escribir algunas reflexiones más en el transcurso de este año solamente citaros la frase siguiente que creo que resume adecuadamente mis posiciones sobre este punto. Soy uno más de los convencidos de que “todo empieza por la educación y que, si queremos que todo esto (recordemos que hemos convenido en denominarlo transformación radical) salga bien hemos de empezar por ahí”. Las cosas han cambiado y más van a cambiar y ello impone aplicar cambios radicales en los procesos formativos que además habrán de ser permanentes durante toda la vida del ser humano. Necesitamos asumirlo, y empezar a formular, proponer y probar por que no se trata solamente de la adopción de las herramientas tecnológicas sino de cambiar de forma radical e integral los procesos educativos.
Si has llegado hasta aquí… simplemente muchas gracias y desearte/desearnos éxitos en la gestión de los retos que la transformación radical nos impone.
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