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«Hay que colaborar con lo inevitable, (….) abrazar el futuro, (….) Porque prohibir el futuro sólo conduce al fracaso«.

Esta excelente frase de Esteve Almirall, accesible junto con otras de una calidad similar en su blog http://smartcities.i-ambiente.es/?q=blogs/esteve-almirall me permite introduciros una serie de reflexiones relativas al proceso de transformación que comporta el proceso de sustitución imparable del trabajo humano por máquinas/robots dotadas de inteligencia artificial.

Sustitución que ya esta presente en áreas como la fabricación, los procesos comerciales y de atención al cliente, la educación y formación, el cuidado de la salud, la seguridad, la neuro-tecnología, etc,. Seamos conscientes de que hoy ya es posible que una máquina reconozca un ser humano, conduzca un automóvil, actúe de tutor de  estudiantes, analice nuestro cerebro o incluso aconseje y oriente o, simplemente, tome decisiones que hasta este momento estaban reservadas a los equipos directivos. Todo este proceso de transformación, que hoy está en sus primeras fases, se convertirá en algo cotidiano en un futuro muy próximo y supondrá una modificación sustancial del rol del “factor humano” en la generación de los bienes y servicios que los propios humanos necesitamos.


Cambios y transformaciones que incluso pueden llegar a causarnos una sensación de pánico si pensamos en el impacto que van a tener en nuestras vidas y en la de las organizaciones que nos rodean.  


Un comentario que pongo en relación con el título de este post y con datos como los que aparecen en el post de Enrique Dans https://www.enriquedans.com/2018/02/el-trabajo-robotico-y-la-sociedad-del-futuro.html “Consultes las previsiones que consultes, (llegas a la conclusión de) que la llegada de los robots y la automatización inteligente elimine (aproximadamente el 40%) de las tareas que hoy definimos como trabajos”. Una reducción que tendrá impacto en todas las actividades humanas. “Existen evidencias crecientes que apuntan a una sustitución a todos los niveles, no simplemente a las llamadas 4D (tareas aburridas, peligrosas, degradantes o sucias), y de un impacto que provocaría una redefinición en su conjunto de la sociedad que conocemos” Recordemos que un reciente informe de McKinsey asegura que aproximadamente la mitad de todas las actividades de trabajo existentes pueden llegar a ser automatizadas. Lo que puede llegar a suponer ahorros de 16 billones de $ en salarios. computados en datos anuales. A medida que las máquinas (gracias a la inteligencia artificial) aprenden a hacer cada vez más cosas y a hacerlas, además, con mas eficiencia, (entendida bajos los conceptos de menor coste, mas rápido y con más calidad) y, al mismo tiempo dejan de limitarse a hacer tareas meramente repetitivas el futuro se hace más difuso pero en cualquier caso, seguro que se parecerá poco, al presente.


Estamos obligados a repensar y rediseñar completamente el concepto de trabajo/empleo si lo que pretendemos es generar un futuro sostenible a medio y largo plazo sin conflictos sociales. 


Todas las evidencias constatan que la idea de poner una vez más puertas al campo, con objeto de frenar el desarrollo tecnológico, resulta totalmente contraproducente. Cabe preguntarnos si “la respuesta estuviese, de nuevo, en la proyección de fenómenos de sustitución comparables que tuvieron lugar en períodos históricos anteriores. La rueda, el telar, el tractor o las neveras dejaron sin trabajo a muchas personas, pero posibilitaron nuevos modelos económicos que terminaron dando trabajo a muchas más. ¿Y si el desarrollo de la inteligencia artificial, en realidad, terminase creando muchos más puestos de trabajo de los que elimina, como postulan algunos estudios llevados a cabo por Gartner o permitiese que los trabajos existentes añadiesen más valor?”

Alberto Loyola en https://cactussoft.biz/blog/2018/01/29/will-your-manager-be-a-robot/ plantea que todo ello va a generar cambios relevantes en las formas de gestión y de dirección. “Esta situación genera mayores desafíos para la dirección que ha de dirigir una fuerza de trabajo compleja, diversa e interrumpida, (integrada por hasta) cinco generaciones (incluida la Generación Z) (…) además de tener la capacidad de administrar a trabajadores independientes y mantenerlos comprometidos”. 5 generaciones «humanas» que convivirán con un conjunto de maquinas/robos que estarán ahí, incluso para colaborar también en la toma de decisiones.

No sabemos exactamente lo que va a ocurrir pero vamos a poder constatarlo muy pronto. Mientras tanto confirmaros que coincido con Enrique en la valoración positiva que da a la afirmación realizada por Per Bylund en el sentido que una de las formas más relevantes y significativas del progreso humano se fundamenta en la capacidad (permanente, continuada y que no parece tener límites) de automatizar las tareas que desarrollamos. Una capacidad que es fruto y consecuencia de la de aprendizaje y a la que me he referido recientemente en http://pauhortal.net/blog/gracias-por-llegar-tarde/

Dicho esto (y prosigo con los argumentos de Enrique) “el factor esencial (…) para que la sociedad transite por una sustitución de personas por robots que parece completamente inevitable en un gran número de tareas y a la que negarse sería simplemente absurdo y anacrónico, podría estar en la cualificación y la reeducación de los trabajadores que sufren procesos de sustitución. En lugar de intentar, seguramente sin resultado, frenar la disrupción tecnológica para proteger a un pequeño número de trabajadores a expensas de beneficios para la gran mayoría, los legisladores deberían enfocarse en plantear más acciones para ayudar a aquellos que son desplazados a transitar (…) hacia nuevos empleos y ocupaciones que tengan sentido y sean susceptibles de seguir generando valor. ¿Es posible llevar a cabo estos procesos de una manera (..) realista, o hablamos de algo tan complejo e idealizado como la posibilidad de reconvertir a mineros o a taxistas, por citar dos profesiones en riesgo de inminente sustitución, en esos desarrolladores de software que todos prevén que van a ser necesarios?”.

Hemos de tomar decisiones que van a ser muy relevantes para nuestro futuro. Que pasan por: la transformación radical en los ámbitos educativos y de aprendizaje, la puesta en marcha de procesos de orientación e inserción adaptados a las nuevas necesidades o la creación de una RMU (renta mínima universal). Tomemos conciencia de que o creamos una renta mínima o permitimos la reducción sustancial de la jornada de trabajo, dado que no comparto la opinión de aquellos que formulan como solución la hipótesis de creación de puestos de trabajo sin contenido real.

Recordemos que la historia muestra que las prohibiciones retrasan la evolución pero que finalmente terminan siendo dominadas y superadas por la propia evolución tecnológica. El futuro esta ahí delante de nosotros, la transformación va a ser imparable, no podemos mirar para otro lado ya que de nuestra capacidad de respuesta depende nuestro futuro como seres humanos.