Como bien muestra la experiencia que estamos viviendo con la actual pandemia fante el cambio climático no tenemos un problema de tecnológico sino de concienciación social y de voluntad política.
Unas reflexiones que se aplican perfectamente a los efectos del cambio climático. Porqué conviene que recordemos que, aunque concentrados en el corto plazo (vencer al Covid19) no deberíamos de olvidarnos del reto que seguimos teniendo frente a nosotros. Y de ahí que vuelva sobre las reflexiones que he estado formulando y más concretamente sobre el post (3) de esta serie accesible en Transformación: Efectos del cambio climático (3)
Los especialistas nos recuerdan que se está avanzando en el desarrollo de métodos para extraer CO2 y muchos especialistas confirman que es posible a corto plazo (al margen de las acciones de Trump) finalizar con el uso de los grandes contaminantes como es el carbón. Si es cierto que el transporte es uno de los responsables del calentamiento global, tenemos muchas acciones que podemos desarrollar: consumo de proximidad, desarrollo de la eficiacia energética en las viviendas, reducción del peso en la alimentación de alimentos de alto consumo energético, eliminación de los viajes y desplazamientos innecesarios etc.
Acciones poco relevantes desde el punto de vista del impacto en el problema global pero que pueden convertirse en símbolos que crean actitudes y hábitos (que provoquen los cambios culturales), dirigidos a sentar las bases para afrontar el problema con alguna probabilidad de éxito.
¿Qué cambios deben de producirse para que el problema se perciba en su dimensión?, ¿Cómo romper las dinámicas de los lobbys econonómicos que actuan negando o retrasando la adopción de medidas correctoras? ¿Qué cambios en nuestros hábitos y actitudes deben de llevarse a cabo?. Por último ¿Qué cambios son necesarios para enfrentarnos con éxito y evitar la catástrofe? etc son todas ellas cuestiones que deberíamos de plantearnos, contestarnos y ponernos a implementar las respuestas. Recordemos por otra parte que es posible ahorrar mucha energía simplemente modificando criterios tan simples como los que fundamentan el actual formato de la construcción de edificios.
El ser humano, con una capacidad de supervivencia hasta este momento incuestionable, es posible que vuelva a sorprenderse a sí mismo. En todo caso la responsabilidad colectiva es muy elevada y no se fundamenta en asustarse, protestar, no hacer nada (mirar hacia otro lado) o cualquier otra alternativa que se nos ocurra).
Actuar responsablemente implcia tomar conciencia de lo que estamos viviendo y lo que probablemente nos espera y plantearnos si vamos a seguir sin reaccionar o simplemente asimilando que las respuestas han de ser de calado y que van a significar (en otro orden de cosas, pero más relevantes incluso) un cambio relevante en las conductos y comportamientos que hoy consideramos como inamovibles. Implica un cambio de prioridades, creatividad, flexibilidad y replanteamiento de muchas de las certezas que hoy tenemos incorporadas en nuestro ADN empezando por nuestras actitudes como ciudadanos y/o consumidores introduciendo la sostenibilidad como una guía de los comportamientos tanto individuales como organizativos.
Espero que seamos capaces de romper estas tendencias, superar los frenos y que el cambio no llegue demasiado tarde. Los efectos del cambio climático, como constatamos día a día son irreversibles.
Por ello reclamo poder vivir un proceso de concienciación medioambiental totalmente disruptivo y sin parangón en la vida humana. Un proceso que promueva cambios “radicales” en las actitudes de las personas, las organizaciones y los estados, una ruptura con los procesos productivos y de consumo del siglo XX –pero que siguen instalados en nuestros comportamientos cuando ya han trascurrido casi un cuarto del siglo XXI- y el desarrollo de nuevas que permitan reducir e incluso eliminar las emisiones, potencien el desarrollo de energías limpias y de nuevos modelos productivos y de distribución que generen balances neutros o negativos en términos de C02.
Es posible que en unos años el ser humano recuerde lo vivido en esta segunda década, únicamente como un accidente. Tenemos una enorme responsabilidad ya que estamos librando –estrictamente- la batalla por la supervivencia de nuestra especie. E inmediatas significa ahora no dentro de 15 o 20 años. Es posible que todavía hoy, con determinadas acciones podemos provocar efectos que corrijan una tendencia que nos lleva directamente al desastre.
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