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“Habrá que dejar las tareas rutinarias en manos de robots y crear entornos que nos permitan dedicarnos a tareas creativas, a lo puramente humano».

Con esta frase de Marta H. Aller finalizaba el primero de los post de esta serie accesible en http://pauhortal.net/blog/transformacion-desaparecera-el-trabajo/ Un comentario que finalmente supone un grito de esperanza ante el reto que supone la realidad de la irrupción de la inteligencia artificial en las organizaciones. Y que impone la necesidad de poner en marcha un nuevo nuevo modelo laboral y nuevos planteamientos sobre el futuro del trabajo.

En el mundo en que vivimos en nuestros días, resulta muy complejo tener una idea clara sobre lo que nos deparará el futuro. He escrito recientemente por ejemplo en http://pauhortal.net/blog/covid19-y-empleo-lo-importante-son-las-preguntas/ que lo importante de este momento no son las respuestas sino las preguntas. La velocidad y el impacto que están teniendo los nuevos desarrollos tecnológicos (agudizados por la crisis del Covid19) y los efectos en el mundo del trabajo de las medidas que probablemente deberemos implementar, hace que sean muchos los que, de entrada y como ha sucedido a lo largo de la historia con los grandes cambios, se opongan y vean como una amenaza la innovación.


Uno de los grandes temas que se planteará con total rudeza en los próximos meses será el referente al “derecho al empleo”. Sobre este tema podemos seguir autoengañándonos o, simplemente, afrontar el problema.


Un análisis que Enrique Dans formulaba hace unos meses en el post accesible en el link https://byzness.elperiodico.com/es/innovadores/20200302/enrique-dans-derecho-empleo-mayor-patrana-mundo-7870318 en los términos siguientes: «Es que la cuestión del derecho al empleo es la mayor patraña del mundo. Porque si hay derecho al trabajo, ¿por qué hay 3 millones de parados en España? ¿No les damos sus derechos? No, lo que ocurre es que ese derecho no funciona”

Y prosigue “Entonces, si no tenemos derecho al trabajo y la tecnología es cada vez más eficiente, cada vez ese supuesto derecho va a ser más difícil. Eso, ¿es bueno o malo? A mí me escandaliza que haya quien pueda pensar que eso es malo. Te están diciendo que viene una tecnología que puede trabajar por ti (…..) Si consiguiésemos que los robots estuviesen en todo, sería fantástico”. Si bien entonces habrá que preguntarse qué vamos a hacer con nuestra vida y sobre todo como generaremos los ingresos que necesitamos para garantizar nuestra subsistencia.

Volviendo a que lo más relevante son las preguntas: ¿Debemos oponernos a la implantación de robots en las plantas industriales?, ¿Cómo vamos a reaccionar ante robots que actúan en los entornos hospitalarios? ¿Debemos permitir a los robos trabajar en el diseño de nuevas fuentes de alimentación? Las respuestas pueden formularse desde muchos planteamientos. Personalmente me inclino por evitar las restrictivas y basadas en consideraciones cortoplacistas y creo que deberíamos de centrarnos en soluciones innovadoras que no niegan ni cierren los ojos a los impactos que el desarrollo de la tecnología estan generando y que seguirán provocando en el futuro.

Debemos admitir y aceptar estos procesos por lo que van a suponer en términos de eficiencia, desarrollo y calidad de vida. Debemos afrontar seriamente y con sentido común cuestiones como las siguientes: ¿Tiene sentido que el ser humano aproveche la revolución tecnológica para dejar de hacer actividades repetitivas y sin valor?, ¿podemos imaginar a los especialistas negándose a colaborar en el desarrollo de los algoritmos que son la base de los robots? o simplemente ¿deben las organizaciones sindicales oponerse a la introducción de la robótica s robots en las cadenas de fabricación?

Y a partir de aquí, tomando en consideración que no podemos ni debemos ir contra el progreso humano (aunque este necesita algún determinado control), surgen nuevas preguntas: ¿Cuántas de las actividades que hoy consideramos como exclusivamente humanas serán realizadas por algoritmos o robots? ¿Qué nuevas actividades podremos hacer los seres humanos a partir de este momento?

Si la respuesta al debate sobre la desaparición del trabajo y del empleo es si… el debate siguiente es el de la necesidad de implantar una Renta Mínima Universal (RMU) (que vaya más allá del IMV que acaba de implantar nuestro gobierno) dado que parece lógico suponer que todo ello debe de hacerse garantizando a todos los ciudadanos los niveles de renta para una vida digna y minimizar de incrementar los niveles de desigualdad social.

Y mientras tanto asistimos a una tendencia imparable a una mayor desigualdad/dualidad en las condiciones laborales. Mientras vamos a encontrarnos con determinados colectivos que van a disponer de unas condiciones laborales muy atractivas y favorables, (como consecuencia de su talento, o simplemente de haber tenido la oportunidad/suerte de acceder a determinados entornos –desde grandes organizaciones  hasta la administración pública-), un gran volumen de personas van a tener que adaptarse a unas situaciones laborales precarias, flexibles y con altos niveles de inseguridad y baja protección dirigidas a atender las necesidades que aportan menor valor añadido.

Asistimos a la creación de nuevos modelos de trabajo, tarea, responsabilidad y compromiso totalmente diferentes y que conlleva desde los dos puntos de vista (organización e individuos) actitudes completamente diferentes a las que han sido comunes en los entornos laborales tradicionales. El análisis de las relaciones entre empleabilidad y empleos del futuro exige que reconozcamos el impacto que estas nuevas tecnologías van a tener en el empleo y consecuentemente en la vida humana tal como hoy la conocemos.

Sin embargo, todo esto no es fácil y plantea grandes retos, tanto desde el punto de vista individual, organizativo como social.