Tiempo de lectura: 4 minutos

Estoy convencido que en el año 2000 nuestra visión era la de que los cambios que se estaban produciendo en la tecnología eran una evolución más.

Han pasado a lo sumo 15 años y…… (recordemos que hace tan sólo unos días hemos celebrado el 10º aniversario de la aparición de twitter) y ya muchos empiezan a hablar de su obsolescencia. Hoy soy uno más de los convencidos que no nos enfrentamos a un avance tecnológico más sino que nos hallamos en plena 4ª revolución industrial.

La primera consideración procede del hecho del porqué le seguimos llamando «industrial». La segunda de que como que es algo «que estamos viviendo» no los percibimos en su total virulencia. La tercera tiene que ver con el impacto que ya está teniendo en modos sociales tan relevantes como el empleo.

Tecnología frente a estabilidad y seguridad.

Y mientras tanto cada generación vive estos cambios de forma muy diversas. Para los más jóvenes en más fácil, pero para el resto el proceso de adaptación es más complejo. Recordemos que tradicionalmente las personas necesitamos una cierta dosis de estabilidad en nuestras vidas. Intentamos adaptarnos al cambio adaptando nuestros esquemas vitales y nuestros comportamientos a las nuevas innovaciones. Sin embargo conseguido el objetivo nuestro esfuerzo se concentra en mantener las condiciones que hemos alcanzado.  Este planteamiento podía ser válido para procesos de cambio «tradicionales» pero no lo es para una «revolución» como la actual que destaca por su intensidad y rapidez.

En 20 años o aún en menos tiempo hemos tenido que adaptarnos a la aparición en nuestras vidas de las nuevas herramientas tecnológicas: (la web, las redes sociales, los buscadores, la telefonía y mensajería móvil etc). Recordemos que el tema central de la reunión del World Economic Forum celebrada en Davos el pasado mes de Enero fue “El dominio de la cuarta Revolución Industrial” https://www.weforum.org/agenda/2015/11/what-is-the-theme-of-davos-2016/ que se produce como consecuencia del desarrollo que se está viviendo en ámbitos como la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología, la genética etc que están provocando de forma acelerada (y en una sola generación) la transformación generalizada en muchos de los ámbitos de la vida humana.

En estos años hemos asistido a la desaparición de referentes en todos los ámbitos (empresas industriales, organizaciones, partidos políticos). Estamos teniendo que aceptar la crisis de conceptos que considerábamos clave (clases medias, lucha de clases) y asistimos a la aparición de nuevos modelos y conceptos:  el nuevo rol de la mujer, el achatamiento de las estructuras, la economía cooperativa, las comunidades de aprendizaje. También estamos asistiendo a los nuevos «peligros»: el cambio climático, el islamismo radical, etc.


Probablemente no lo estamos percibiendo en un sentido literal ni lo vivimos como algo “revolucionario”. Pero si hoy nos situáramos en el contexto de 20/25 años atrás (es decir lo que en términos tradicionales se denomina una generación) el cambio ha sido brutal.


El desarrollo tecnológico va a provocar (lo está haciendo ya) los dos grandes cambios que desde mi punto de vista están en el transfondo de esta «revolución».

Las nuevas herramientas tecnológicas.

De una parte el acceso sin restricciones de ningún tipo a la información que hace que hoy el conocimiento este disponible de forma inmediata y en todos los entornos, de otra, el desarrollo de la tecnología promueve la robotización y la sustitución del trabajo manual por la máquina que esta modificando el concepto de trabajo. Hemos de ser conscientes de lo que se augura sobre los cambios que vamos a vivir en los próximos años.

Los que saben «de esto» aseguran que en 10 años tendremos un acceso a internet universal y gratuito (mal les pese a las operadoras) y que el 60% de los actuales puestos de trabajo desaparecerán o, simplemente, serán desarrollados por robots. 

Aunque en algunos entornos intentemos colocar restricciones es como “poner puertas al campo». El desarrollo tecnológico permiten que estos cambios se hagan realidad,  a pesar de que, como siempre, para que todo cambio tenga finalmente éxito es necesario que las personas lo acepten. Recordemos que estamos viviendo un proceso como nunca se ha vivido en la historia del ser humano. Un proceso que nos permite disponer de herramientas e instrumentos que nos ayudan a realizar nuestro propio proceso de cambio.

Un proceso en el que el conocimiento que se genera está de inmediato (lo que llamamos en tiempo real) disponible y que naciendo muchas veces del esfuerzo individual genera de inmediato la necesidad de compartirlo. Un proceso por último que se retroalimenta a si mismo.

Hoy es posible que con sólo “capital intelectual” puedan ponerse en marcha nuevas iniciativas y proyectos. Gracias a la tecnología ha sido posible que hoy existan grandes estructuras organizativas nacidas en un garaje hace tan sólo 20/25 años. Como consecuencia de la tecnología y de su impacto constatamos que muchas de las grandes organizaciones de hoy hace tan sólo 15 años no existan. Los procesos de supervivencia suelen ser dramáticos, de la misma forma que, puden verse afectados por el impulso de determinados comportamientos sociales y culturales que pueden actuar, aunque sólo sea temporalmente, como frenos al propio proceso de cambio.


Frente a todo ello creo que sólo nos caben dos alternativas: Aceptarlos y participar en su desarrollo (aportando nuestro grano de arena) o simplemente -utilizando un concepto muy usado últimamente en los ámbitos políticos- “colocarse al lado”.


Y en este sentido me parece muy significativa la frase que publica Enrique Dans en uno de sus post https://www.enriquedans.com/?s=con+v+de+velocidad «Si alguien es capaz de imaginarse que, tras todos esos cambios, su negocio sigue siendo igual que hace una década, merece verse apartado de él.” Yo añadiría el concepto «vida» al concepto de negocio.

Por mi parte os aseguro que hago el máximo esfuerzo del que soy capaz para formar parte de la primera categoría.