Esta frase esta tomada del artículo de Salvador Sostres publicado el pasado jueves 25 de Abril en el El Mundo. En el artículo se refiere a los resultados obtenidos por los equipos españoles en sus enfrentamientos con los equipos alemanes en las seminales de la liga europea de fútbol.
Aunque discrepo radicalmente de muchas de sus opiniones políticas, en este este caso no puedo dejar de compartir sus tesis, aunque no es mi objetivo hacer ningún comentario sobre fútbol el título de la presente entrada me permite enlazar directamente con el tema al que quiero referirme en estas líneas. Me parece que es una frase que resume perfectamente el resultado de la situación económica en general, y la del empleo en particular.
Mientras no tengamos un compromiso o pacto social en materia de empleo (que implique a todos los actores que tienen capacidad de incidir en él) el resultado sólo puede ser el de un auténtico fracaso colectivo que debería de darnos sólo verguenza. Los datos de la EPA sobre el desempleo y las previsiones gubernamentales sobre este tema presentadas por nuestro ejecutivo el pasado viernes son tan catastróficos que no por esperados nos deberían de hacer repensar y replantear muchas cosas. Empezando por darnos cuenta de que Mariano Rajoy será, lamentablemente para él, el Presidente del Gobierno de España que gobernaba el país en el momento en que alcanzamos el primer lugar del ranking mundial de desempleo. Un 27% de la población activa o lo que es lo mismo más de seis millones de desempleados. Y esperemos que con el proceso de continuos ajustes anunciados la cifra no sea inclusive mayor.
Como se afirma en el editorial de El País de hoy sábado “es fácil imaginar que desde el 20 de Noviembre del 2011 esta posibilidad entraba en su cálculos”. Porqué si no fuera así lógicamente cabría cuestionarse sobre la capacidad del equipo económico que le acompaña (antes en la oposición y ahora en el gobierno). No tengo ninguna duda de que entraba en las previsiones, pero una cosa es tener la capacidad de hacer análisis económicos y detectar circunstancias negativas y otra aplicarse a resolver un problema que, (las propias previsiones gubernamentales ya indican que no mejorará de forma significativa hasta 2015) se convertirá en uno de los mayores fracasos colectivos de los que tenemos testimonio.
Será el fracaso de un gobierno, pero no nos engañemos, también el de nuestra generación, la de todos aquellos que llegamos a la edad adulta en paralelo a la transición política de finales de los 70 y principios de los 80.
Recordemos los datos: La Encuesta de Población Activa del primer trimestre del 2013 muestra que tenemos 6,2 millones de desempleados –el 27,1% de la población activa–, seis de cada 10 jóvenes en esta lamentable situación y dos millones de familias con todos sus miembros activos en el desempleo. .
No deseo analizar ahora las razones por las que hemos llegado a esta situación (de hecho ya he escrito suficientemente sobre ello en mi blog) y particularmente sobre la rémora que todavía suponen alguna de las rigideces históricas de nuestro mercado de trabajo (muchas de ellas fundamentalmente derivadas de hábitos culturales que se han consolidado en los últimos 30 años). Tampoco cabe echar la culpa a la reforma laboral porqué al margen de que iba en la dirección que los expertos consideran correcta resulta totalmente imposible comprobar lo que hubiese ocurrido de mantenerse la legislación anterior. Aunque pueda estar convencido de que poco hubiese variado radicalmente ya que estaba claro que los efectos de cualquier tipo de reforma iban a ser negativos en el empleo a corto plazo. Hoy sólo deseo incidir en lo que percibo como más grave: la falta de un compromiso social para salir de esta situación.
No creo que hayamos hecho la totalidad de las reformas estructurales necesarias. Respecto a las que hemos iniciado ocurre que en muchos casos no tenemos la ambición necesaria para abordarlas. Y por último no estamos haciendo, creo, lo suficiente ni con la intensidad necesaria para modificar los hábitos adquiridos aunque esté de acuerdo en que ello requiere además un mayor tiempo. Todo lo jugamos a la carta del corto plazo, a la táctica, sin prestar atención, enfocar y atender los problemas realmente estructurales. Deberíamos dejar de intentar crear conceptos nuevos (ejemplos como Indemnizaciones Diferidas y Movilidad Exterior resultan significativos) y asumamos la realidad del problema y pongámonos todos a trabajar para resolver los problemas que son muy, muy graves.
Soy uno más de los que pienso que el actual Gobierno debería de ya acometer algunas medidas de mayor calado que las aprobadas ayer viernes. Es cierto que se están dando pasos importantes en la lucha contra el déficit público, en la reforma de la legislación laboral o en el saneamiento del sistema financiero, pero la experiencia demuestra que no han sido suficientes. Faltan todavía muchas reformas de calado y decisión política para llevarlas a cabo empezando por la de una reforma sustancial de la administración pública y no sólo en el aspecto de las duplicidades de competencias entre estado central y autonomías.
Recordemos que, sin haber hecho probablemente las reformas estructurales que son necesarias hacer en la administración pública, desde que Rajoy está al frente del ejecutivo (no hace más de 18 meses) el desempleo ha aumentado en un millón de personas y cinco autonomías soportan ya una tasa superior al 30%. Este tipo de porcentajes en comunidades como Andalucía y Extremadura son claramente otra imagen del gran fracaso colectivo de un país que más allá de la situación de crisis ha hecho un mal uso -hay que decirlo con total claridad- de los fondos europeos generando colectivos que se han acostumbrado, exclusivamente, a vivir de los subsidios públicos.
No soy capaz de afirmar si en España hay más talento e imaginación que en Alemania como afirma Sostres en su artículo como tampoco tengo elementos objetivos para confirmar que los alemanes “trabajan más que los españoles, y mejor, cuidan los detalles, están encima de cada operación, son valientes pero sin hacer el fantasma, y son conservadores pero sin dejar de realizar las inversiones necesarias”. En todo caso lo relevante es –volviendo a lo ocurrido en el ámbito del fútbol- los resultados obtenidos y para ello puede ser un referente la existencia de expresiones como las que hace el jugador del Madrid Pepe quién después del partido contra el Borussia afirma “Pensábamos que iba a ser más fácil” mientras Ramos afirmaba “nos faltó actitud”. Es evidente que Pepe es portugués pero a los efectos… resulta claramente significativo.
Es posible que tengamos talento, como es indudable que la tienen los jugadores del Barça y del Madrid, pero hemos fallado en dos cosas; en su gestión y en el compromiso colectivo. Vuelvo a los argumentos de Sostres que finaliza su artículo con la frase siguiente: “Si no tiene usted talento, dedíquese a otra cosa. De verdad. Ni pierda el tiempo ni se lo haga perder a los demás. Pero el talento nunca es suficiente y sin mucho trabajo nunca se gana. Sin compromiso sólo hay fracaso”.
Ah y por cierto os ruego que tengáis en cuenta que este artículo se publicará en mi blog el próximo 2 de Mayo (por tanto cuando ya sabremos si el Madrid y el Barça han conseguido superar las eliminatorias –lo que se supone harto difícil-) aunque este escrito hoy sábado 27 de Abril. Para el supuesto caso de que alguno de los dos equipos consiguiera superar las respectivas eliminatorias lo único que deseo es que esto no nos lleve a engañarnos.
Volviendo a lo realmente relevante (los datos sobre desempleo) no estoy realmente seguro de que todos, empezando por el gobierno, continuando por la clase política, sindical y empresarial, y terminando por nosotros mismos como ciudadanos estamos poniendo el suficiente compromiso para salir de la situación en la que entre todos nos hemos situado.
Para terminar os invito a ver este video: https://www.youtube.com/watch?v=NVyULScthRA
Nosotros mientras tanto tenemos que darnos cuenta de que tenemos un problema grave de liderazgo, gestión, actitud y compromiso. Porqué talento y capacidad para salir de la situación seguro que no nos falta.
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