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He asistido esta mañana a la ceremonia de despedida de Simon Rosado. Habia mucha gente y también hacia mucho, mucho frio.

Frio por el ambiente y frio por tu ausencia. Más tarde he podido leer la notas que escritas por Jordi y Dolors han publicado, respectivamente, en el Pais y la Vanguardia.

Por cierto he prestado atención a la foto que publica este último medio. Creo que solo hay que ver las dos fotos para analizar las diferencias. Más allá de que sería exigible una mínima atención más en los medios (la fotografia de la Vanguardia es de hace aproximadamente 25 años), lo más relevante para mí son las sensaciones que estoy viviendo desde que ayer por la mañana, Carles me dió la noticia de tu fallecimiento.

Aunque mucha gente no lo sabe, y hasta cierto punto que más da, más allá de colegas que habiamos vivido juntos un monton de historias, (ahora recuerdo un viaje a Argel donde no se muy bien porqué me llevaste, aunque luego entendí tus razones) creo que eras mi amigo. Tengo la suerte de haber sido una de las personas que, aunque situado en una trinchera distinta, he podido recibir como Jordi Guillot comenta en su excelente articulo “tu amistad, tu aspera ternura, tus silencios, y tus consejos”.

Hace poco hablábamos sobre nuestros respectivos futuros. Una vez más te mostraste como una persona cautelosa. La verdad es que siempre fuiste una persona muy celosa y reservada en todo aquello que afectaba a tu vida personal. Hoy lo que más siento es que no lo tengas, aunque seguro que formarás parte del que muchos como yo esperamos vivir.

¡Te recordaré siempre!