Uno de los elementos más complejos de la vida humana deriva de nuestra incapacidad para a menudo analizar y comprender las causas de nuestros éxitos y la de nuestros fracasos.
La respuesta relativa a que hay personas que han nacido con algunas habilidades y/o capacidades sólo es capaz de atender a una parte del problema. De hecho, décadas de investigación relativa a logros, sugiere que las personas que destacan en una habilidad, profesión o rol no lo hacen por ser como son sino por como lo hacen.
He aquí (7) recomendaciones que os propongo para vuestro análisis:
- Ser lo más concretos posible en la definición del objetivo: Se trata de ser lo más concretos posibles en la determinación de nuestros objetivos. “Perder 5 kilos” es un objetivo mejor definido que “Perder algo de peso”, porque nos da una medida clara de su consecución. Por otra parte, la concreción nos ayudará a mantenernos motivados y a no desfallecer ante cualquier tipo de dificultad que surja en el camino.
- Definir objetivos alcanzables. Todos tendemos a buscar razones o circunstancias que nos dirigen a realizar otras acciones o a no hacer aquellas que teníamos previstas para conseguir los objetivos. Conviene preguntarse si realmente no hemos tenido tiempo hoy para hacer los ejercicios que teníamos previstos para nuestro objetivo de reducción de peso. Conseguir un objetivo nos exige ser consecuentes y constantes.
- Aprender a determinar la fase del proceso nos encontramos. Conseguir cualquier meta requiere una evaluación continua y honesta de tu progreso. Podemos incluso pensar en que esta evaluación la realice una tercera persona con lo que reforzaremos, incluso, nuestra motivación para alcanzarlo. Deberíamos ser capaces de hacer evaluaciones periódicas dependiendo del objetivo. En el caso de una reducción de peso una evaluación semanal sería razonable.
- Mantener el optimismo. Cuando nos planteamos un objetivo se ponen en marcha elementos del pensamiento que refuerzan las probabilidades de alcanzarlo. Confiar en nuestra capacidad para su consecución es una herramienta de gran utilidad para generar y mantener la motivación. Pero no debemos de ser ingenuos. La mayor parte de los objetivos requieren tiempo, planificación, esfuerzo y persistencia. Pensar que las cosas se consiguen fácilmente y sin esfuerzo o deslumbrarnos por los primeros resultados nos puede dejar sin armas para afrontar el camino y aumenta significativamente las probabilidades de fracaso.
- Tener la mente concentrada en el proceso más que en los resultados. Confiar en nuestra capacidad para conseguir el objetivo es importante, pero es más importante entender que esta confianza no es absoluta y que hay que alimentarla en el proceso. Muchos de nosotros pensamos que nuestra inteligencia, nuestra personalidad y nuestras aptitudes físicas están fijadas y no importa lo que hagamos, para mejorarlas. Esto es totalmente falso. Debemos aceptar que el cambio es posible.
- No desfallecer. Necesitamos mantener en el tiempo la motivación necesaria para su consecución, lo que exige tener compromiso y adquirir la capacidad de superar las dificultades. Una buena estrategia unida al esfuerzo, la planificación y la persistencia son los atributos que nos permitirán alcanzarlo. Debemos reforzar nuestra voluntad y motivación para su consecución. Para ello puede ser muy útil definir tareas puntuales que consideremos que estén alineadas con el objetivo principal.
- Concentrarnos en lo que tenemos que hacer. Lo que supone dejar de lado los comportamientos y/o hábitos que queremos superar. Es mucho más difícil evitar un pensamiento que olvidarlo gracias a que centramos nuestra atención en otros de carácter positivo. Esta misma recomendación es aplicable cuando se trata de un comportamiento, intentar no tener un mal hábito puede fortalecerlo más que romperlo.
Si queremos cambiar o conseguir algo debemos preguntarnos ¿Por qué queremos cambiar? y ¿Qué vamos a hacer para conseguirlo? A modo de ejemplo si nos ponemos como objetivo “mantener la calma en situaciones de estrés” una buena receta es la de olvidarnos de lo que hemos hecho hasta este momento y establecer nuevos hábitos y comportamientos. A modo de ejemplo “si comienzo a enfadarme, respiraré profundamente tres veces para calmarme”. Utilizando la respiración profunda es probable que consigamos mantenernos en la situación deseada.
Una recomendación final: No importa lo que hayamos hecho para reforzar nuestra voluntad. Las tentaciones existen. Evitemos proponernos objetivos difíciles de alcanzar o en su caso sustituyámoslos por otros parciales que sean alcanzables. Las personas que alcanzan sus objetivos saben que no deben convertir una meta en algo más difícil de lo que por sí ya puede ser.
Y por todo lo demás ¡Suerte!
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