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Leo hoy (para ayer) en El Confidencial una noticia breve cuyo contenido puedo resumir con el título del presente post.

Dice así: “Antes de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) facilite este jueves, a las 9 horas, los datos de la Encuesta de Población Activa, Eurostat ha facilitado este miércoles una remesa de datos que aleja cualquier atisbo de triunfalismo por parte del Ejecutivo. Según la oficina estadística europea, España acapara las cinco regiones con más paro de Europa. Con datos de finales de 2014, se trata de Andalucía, con un 34,8% de desempleo; Canarias, con un 32,4%; Ceuta, con un 31,9%; Extremadura, con un 29,8%; y Castilla La Mancha, con un 29%. Es más, Melilla también se cuela entre las 10 regiones con más paro de la Unión Europea (UE), puesto que ocupa el octavo puesto con un 28,4%. “

De acuerdo. Vamos a olvidarnos de Ceuta y de Melilla porqué ni son propiamente regiones ni su particularidad geográfica las hace comparables con el resto de territorios de la Unión Europea. Otro tanto voy a hacer con las Canarias pues su situación geográfica las lleva a tener alguna especificidad de difícil comparación. También voy a tener en cuenta que en los datos de las estadísticas de desempleo es posible que estemos comparando “churras con merinas” dado que, como muchos ya conocemos, los criterios estadísticos sobre estos ámbitos, están muy lejos de ser homogéneos en el conjunto de los miembros de la Unión Europea.

Lo que debería de hacernos caer «la cara de verguenza» es que no hagamos nada, que no nos revelemos contra estos datos, que……. Recordemos su significado: nada más y nada menos que tres de los grandes territorios que conforman nuestra realidad política conviven con tasas de desempleo “estructural” superiores al 20%, (recordemos que el desempleo estructural puede fijarse en el entorno del 4-5%). Y todo ello olvidándome expresamente del impacto que en el empleo puede llegar a tener, en estos mismos territorios, un sector público posiblemente con una dimensión más grande de lo razonable, necesario y eficiente.

Hace tan sólo un par de semanas escribí sobre mis razones (las razones son siempre personales e intransferibles) por las que “he cambiado mi posición” en relación al encaje entre Cataluña y España. Aquí tienes el contenido completo de este mensaje http://pauhortal.net/blog/por-que-he-cambiado-perque-he-canviat/

He dejado de sumarme (si alguna vez llegué a forma parte del grupo) de los que pueden considerar “irreversibles” este tipo de situaciones y que por tanto no tiene ningún sentido revelarse contra ellas. También he dejado de formar parte de los que «explican» con mejores o peores intenciones las razones por las que se ha producido esta situación.

No voy a ser, evidentemente, uno más de los que defienden el buen o mal uso de los fondos estructurales. Ni por ello defenderé a todos los que han facilitado, permitido y «abusado» de los miles de millones que el conjunto de ciudadanos (tanto europeos como los que vivimos en otros territorios del estado) hemos puesto a disposición de estos territorios y permitido que, más allá de un desarrollo en infraestructuras, poco más se haya hecho para provocar los cambios estructurales que sus economías precisaban.

Hoy puedo decirlo abiertamente, y como muchos otras personas en Catalunya, simplemente he decidido dirigir mi «rebeldía» hacia otro objetivo. He dejado de pretender “cambiar España”. En este ámbito hoy, y me duele, he desconectado.

Como ya mencionaba en el post citado ni quiero, ni pretendo, ni me considero lo suficiente iluso como para pensar que nosotros –los catalanes- lo hemos hecho todo bien y que no tengamos nada de que arrepentirnos. Sin embargo…. Estoy plenamente de acuerdo con los argumentos que Javier Santiso formula en su libro «España 3.0. Necesitamos Resetear El País», y coincido con él en sus dudas sobre si tenemos en España un proyecto sobre el país que queremos construir y no se si algo sólido sobre lo que «resetear». 

En contrapartida y aunque no se muy bien si los catalanes tenemos un proyecto de país, hecho del cual dudo también muy a menudo, si que, en el caso de que seamos capaces de construirlo, tengo motivación e interés en participar y colaborar con él. Un proyecto de país que, (y aquí si que puedo volver a admitir una cierta dosis de «inocencia») espero que seamos capaces de construir desde el acuerdo, desde el consenso y contando también con el resto de lo que hoy es España y no en su contra.

Un proyecto para el que y en todo caso (y espero que así sea), tomando buena nota del mensaje que ayer emitía Màrius Carol en su articulo diario en La La Vanguardia, deberíamos de tener en cuenta la necesidad y la importancia de «tener siempre preparado un plan B, para que la vida no pase de largo o te deje en un palmo de narices«.