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Todo el mundo sabe ya que nos espera un otoño complicado. Probablemente, el descenso de la actividad económica que estamos viviendo se va a consolidar, si cabe, durante los próximos meses.

Repasando la prensa de estos días, he encontrado interesantes algunos artículos sobre el contenido del diálogo social que los interlocutores sociales y el gobierno han iniciado y que llevarán a cabo a partir de este momento para responder ante la crisis. Constato que el gobierno no se va a proponer medidas de reforma del mercado de trabajo sin un acuerdo previo con tales interlocutores.

Uno de los puntos calientes de esta problemática radica en la tradicional demanda de la patronal de las Empresas de Trabajo Temporal sobre la conversión de éstas en Agencias de Empleo. Evidentemente -más allá de que conviene delimitar y definir qué se entiende por tales «agencias»- todo lo que sea abrir la iniciativa privada en el marco de la intermediación es un elemento que seguramente favorecerá a la interrelación entre el mundo empresarial y el ciudadano/trabajador. Por tanto, contribuirá a la reducción del tiempo de permanencia en el desempleo y a la reducción de los periodos de cobertura de los puestos de trabajo.

Sin embargo, este tipo de medidas deben ir acompañadas de un cambio de modelo en el conjunto del Sistema Nacional de Empleo. Más allá de la legítima coexistencia entre Servicios Estatales y Autonómicos, es necesario arbitrar un nuevo conjunto de servicios, definir un nuevo marco de complementariedad y estimular la colaboración entre todos los actores para conseguir una mayor productividad. Y, hoy, esto sólo es posible, si se hace una correcta asignación de recursos utilizando al máximo los mecanismos y soluciones que ofrece la tecnología.

La mejora en la gestión de los recursos en materia de intermediación laboral no será el fundamento ni la base para «atajar la crisis». Pero, por esto mismo, porque en esta situación es imprescindible obtener la mayor productividad posible según los recursos disponibles, es necesario arbitrar un nuevo sistema en el que mejorando los servicios públicos y abriendo el mercado a la participación de las iniciativas privadas consigamos, no crear empleo, -porque es evidente que la creación de empleo depende de otras causas- pero si adaptar la oferta y la demanda y cubrir la oferta de empleo de las empresas y organizaciones lo más rápidamente posible.

¿Consideras que es posible esta reforma?