Evidentemente se ha hecho una reforma laboral y hemos conseguido calmar a los mercados, sin embargo parece que, como muchos otros especialistas han señalado, el texto aprobado dista mucho de lo que creemos debería de haberse regulado.
Tengo la sensación de que no se quiso ir más allá para no enfadar a determinados colectivos y evitar una situación de conflicto social que por otra parte, no creo que tampoco se hubiese producido. Soy de los que pienso que habrá que profundizar en ella más pronto que tarde particularmente en los ámbitos del modelo de pensiones y las de las políticas activas de empleo.
Estoy realmente convencido de que hemos perdido una nueva oportunidad para modernizar y adaptar nuestro mercado de trabajo a las nuevas necesidades y situaciones que, recordemos, poco tienen que ver con las existían en el momento de la aprobación del actual modelo iniciado con la aprobación en los años 80 del Estatuto de los Trabajadores.
Han sido muchos los expertos que se han manifestado en el sentido de que se trata de una reforma laboral condenada al fracaso, o lo que es lo mismo dirigida a ser revisada mucho más rápidamente de lo que sería necesario visto el desgaste y el esfuerzo que ha costado su puesta en marcha.
“No sirve para crear empleo; primero, porque limita la contratación temporal, y segundo, porque las empresas van a tener mucha cautela para contratar de forma indefinida mientras no se clarifiquen las causas del despido objetivo”, ha señalado Fernando Moreno. Añade también que “el objetivo de la reforma tenía que haber sido convencer a las empresas de que contratar indefinido merece la pena, facilitando la flexibilidad dentro de la empresa; con contratos atractivos, etc., pero eso no ha llegado”. Estoy plenamente de acuerdo. He escrito que la contratación se facilita creando un único contrato e incentivando la contratación indefinida. Algo que no se ha hecho.
Para Rafael Giménez-Arnau, se ha tratado de contentar a empresas y empleados, pero no se “contenta a ninguna de las dos partes”, aunque se han hecho concesiones a las organizaciones sindicales para compensar “ciertas medidas de flexibilidad”.
Estamos lamentablemente ante un texto que promueve algunos cambios que no van a servir para mucho y que desde mi punto de vista no da respuesta a las necesidades reales de nuestro mercado de trabajo, ya que siguen sin ser afrontado el cambio de modelo en los comportamientos sociales y laborales y muchos menos promoverá los cambios culturales que necesitamos para adaptarnos a las nuevas necesidades, realidades económicas y los requerimientos de un nuevo mercado de trabajo.
Creo que la medida consistente en facilitar el acceso de las organizaciones sindicales a las Pymes a través de las medidas de flexibilidad esta claramente condenada a ser un fracaso total. Lo que va ocurrir es que para evitar la entrada de tales organizaciones (mientras éstas no modifiquen algunos de sus comportamientos y no tomen en consideración que no es posible hacer sindicalismo en las pequeñas empresas como se hace en las grandes organizaciones o la función pública) el empresario optará por pactar la resolución del contrato cuando necesite medidas de flexibilidad. O sea lo que ha venido ocurriendo en nuestro país en los últimos años.
Iñigo Sagardoy se ha lamentado de que la Reforma no se hubiese realizado hace unos tres años, “entonces podría haber sido una medida preventiva, pero hoy, no va a generar empleo”. Cree que para luchar contra la temporalidad, se ha optado claramente por penalizar la contratación temporal en lugar de fomentar la contratación indefinida, “en lugar de buscar una opción intermedia, es decir, crear un modelo de contrato único”. Con estas medidas, opina, a corto plazo difícilmente se va a conseguir reducir las cuotas de temporalidad. Estoy completamente de acuerdo con Iñigo y sobre todo con la falta de criterio al no tomar en consideración de que las dinámicas de contratación son totalmente distintas en las grandes empresas que en las Pymes. Creo que más tarde o más temprano necesitaremos marcos diferentes, en este ámbito, en función del tamaño de la empresa.
Por su parte Salvador del Rey sobre el tan debatido tema de la flexibilidad interna ha señalado. “No hemos avanzando nada, este es el tema más negativo de la reforma y esto es dramático, porque si algo necesitan hoy las empresas es tener condiciones de adaptabilidad”. “En el tema de las posibilidades de adaptación a nuevas circunstancias, nos hemos quedado en una situación insatisfactoria”. O lo que es lo mismo seguirá siendo más fácil, rentable y seguro despedir que introducir medidas de flexibilidad interna.
Lo dicho una reforma… que no va a servir para casi nada.
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