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Una de las claves en el desarrollo de tu carrera profesional es saber aceptar o rechazar una propuesta de cambio a otro puesto. Después del primer impacto de satisfacción y orgullo, puede suceder lo contrario. 

Es conveniente plantearse cuestiones como: ¿El cambio es realmente una promoción? ¿O es más bien una respuesta a necesidades de la empresa? ¿Cómo afectará este cambio a mi trayectoria futura?, etc.

Lo más recomendable es tomarse unos días de reflexión antes de comunicar la decisión final. Tanto si vas a aceptar o rechazar la oferta, es necesario reflexionar y formularse previamente cuestiones como: ¿Corresponde a mi plan de carrera? ¿Supone realmente un progreso? ¿Es una posición estratégica para la compañía? ¿Me están simplemente quitando del medio? ¿Es el momento de aceptarlo? ¿Qué consecuencias tiene a nivel familiar?

También conviene considerar el hecho de que para muchas organizaciones la movilidad funcional -así como la geográfica- es uno de los elementos claves para el desarrollo y ascenso a las altas posiciones organizativas.

Una vez la decisión tomada, si aceptas la oferta, lo propio es manifestar tu satisfacción y tu entusiasmo por el nuevo reto. Y si no la aceptas, comunica que lo has pensado detenidamente, expresa claramente los motivos o razones que te llevan a no aceptarla y define las circunstancias que te permitirían aceptar otra oferta en el futuro.

Ahora bien, si sospechas de que habrá otras ofertas futuras que tampoco te interesarán, por los motivos que sean, conviene preguntarte si trabajas en la empresa que más te conviene. En mi opinión es que en tal supuesto, si además ya has transcurrido un determinado tiempo en tu posición, es procedente que te plantees la búsqueda de una nueva alternativa profesional.

¿Te has encontrado en algún momento del transcurso de tu carrera con un hecho como el que describo?