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En tiempos de cambio e incertidumbre tendemos a reforzar nuestras relaciones con el entorno conocido, familia, jefes, relaciones profesionales, profesionales de la selección etc. .

Pero como han percibido multitud de estudiosos, estas mismas fuentes de relación son normalmente trampas ya que tienden a reforzar lo que somos y pueden, incluso, ser más frenos/barreras que impulsores del proceso.


Es imposible plantearse un cambio profesional sin inicialmente hacer algún esfuerzo por alterar nuestros círculos sociales y profesionales, que se consolidarán en el momento en que hayamos conseguido el cambio.


Ya en la década de los 70 sociólogos americanos demostraron lo que pude ratificar en mi experiencia profesional en los ámbitos de la Orientación Profesional. Y me refiero a la relevancia de la gestión de los contactos personales en el proceso de cambio. No debemos olvidar que, la mayoría de nosotros, obtenemos nuestros puestos de trabajo a través de contactos personales.

Una situación que sigue manteniéndose en todos los niveles, pero que resulta ser incluso más relevante en los perfiles profesionales seniors. Y lo que se confirmó, ya en aquel momento, es que los contactos que iban a permitir y facilitar el cambio no eran ni amigos, ni familiares, ni compañeros cercanos al individuo en situación de búsqueda (lo que denominamos técnicamente la primera línea del networking) sino los nuevos contactos generados en el propio proceso, obtenidos a través de esta primera línea o por otros medios (segunda línea de networking).

Experiencias como la de un submarinista que consigue cambiar de orientación profesional a través de un contacto establecido en su hobby, la de un profesional de logística en el sector químico que consigue un puesto en el área de compras en el sector alimentario gracias a un estudio realizado por su asociación profesional o la de un director comercial que pasa a gestionar una ONG como consecuencia de una relación iniciada en una asociación de padres de alumnos, son ejemplos concretos que confirman los argumentos precedentes.

Lo que convierte a un contacto en útil en el proceso de cambio profesional no es ni la intimidad con esta persona, ni su poder, ni su voluntad de ayudarnos sino la probabilidad de que esta persona conozca a gente distinta de la que nosotros conocemos y por nos proporcione información y contactos en nuevos entornos. Los contactos más cercanos no solo pueden cegarnos, sino que además nos unen a nuestras identidades obsoletas. Sin quererlo nuestro circulo relacional más directo tiende a ser una rémora más que motor del proceso del cambio. La mayoría de las personas que ha realizado cambios profesionales ha tenido que oir a sus seres queridos algo así como “te has vuelto loco”.

Por tanto, el mejor método para buscar o desarrollar nuevos enfoques profesionales, es el que se dirige a trabajar para modificar nuestros entornos relacionales. Además de tener la mente abierta para la adquisición de nuevos aprendizajes y competencias. Recordemos que la palabra descubrimiento significa literalmente dejar al descubierto algo que siempre había estado allí, pero que ha permanecido escondido como consecuencia del “antifaz de la costumbre”.