Acabamos de tener la información sobre las estadísticas de desempleo del mes de Mayo. Parece que por primera vez en muchos meses nos encontramos con resultados positivos de creación de empleo.
Estos datos han sido inmediatamente utilizados por «nuestra clase política” para lanzar mensajes positivos sobre la evolución de nuestro mercado de trabajo. No obstante lamentablemente seguimos sin afrontar con firmeza y con valentía los retos que tenemos por delante. Un ejemplo lo hemos tenido hoy mismo con las declaraciones realizadas por nuestro Presidente referidas a su compromiso de regular por decreto el 17 de Junio la reforma laboral que los mercados nos solicitan.
En otros momentos he hecho referencia al error que para mí (y probablemente también para muchos) supuso la declaración de Zapatero (realizada al principio de la actual legislatura) en el sentido de que jamás regularía por decreto una modificación de la legislación laboral sin un previo acuerdo entre los interlocutores sociales. Veo que nuestro Presidente persiste en el mismo error. Si aplicamos correctamente sus declaraciones el significado úlimo no es otro que para el supuesto de que los interlocutores sociales fueran capaces de llegar a algún acuerdo con anterioridad a dicha fecha, el gobierno seguiría renunciando a regular por decreto las modificaciones que estima convienen para reformar nuestro marco de relaciones laborales.
Aunque soy de los que pienso que lo que se va finalmente a regular no va a resolver los problemas de fondo de la estructura de nuestro marco laboral y que finalmente hoy van a prevalecer los elementos de marketing dirigidos a «calmar» a los mercados, y que la reforma laboral –aunque fuera de gran calado- es totalmente necesaria pero no es un elemento clave para la salida de la crisis, no creo que sea de recibo por parte de nuestro ejecutivo una posición como la que hoy hemos leído y escuchado en los medios.
Siendo cierto que es mejor que una reforma sea consecuencia de un acuerdo entre las partes y que todo lo acordado por éstas debe transformarse en norma de obligado cumplimiento, no lo es más que el ejecutivo e no puede ni debe nunca renunciar a aplicar un unas medidas que muchos consideran imprescindibles y necesarias, aunque estas no puedan llegar a ser bien recibidas por las partes.
En todo caso el titulo de mi comentario de hoy iba en el sentido de valorar las últimas estadísticas de desempleo. A pesar de que puedan ser puntualmente favorables, los datos siguen sin engañar a quien desee hacer una lectura profunda o quiera simplemente huir de los titulares. Tenemos 5M de personas que se definen a si mismos como “demandantes de empleo” y esto es muy grave y además es un lastre importante para el futuro de este país.
A pesar de que, teóricamente, puedo ser reconocido como una persona con conocimientos y experiencia en los ámbitos del empleo no se muy bien cómo y que vamos a hacer (inclusive con una reforma laboral que atacase directamente los problemas que tenemos en nuestro mercado de trabajo) para reducir a corto plazo este nivel de desempleo.
Aunque es probable que si se plantea (por acuerdo entre los interlocutores sociales o por imposición gubernativa), una reforma laboral con un cierto calado pueda llegar a producirse un crecimiento puntual del empleo en los próximos meses, (verano e impacto del sector turístico), no podemos ni debemos engañarnos.
Lo más probable, lo mas seguro es que, salvo un milagro o un acontecimiento totalmente imprevisto e imprevisible, no vamos a poder crear empleo de forma sustantiva hasta el año 2012.
Recordemos que en términos netos no hemos sido capaces de generar empleos mientras el PIB no crecía por encima del 2,4%. Eso ha sido así desde que se gestó el modelo de crecimiento actual. No obstante, es más que seguro que ahora mismo eso sea una aventura inasumible. Soy uno más de los que pienso que sin un crecimiento cercano al 3%, nuestro país no creará oportunidades de empleo regular que permitan reducir de forma sustancial estas estadísticas perversas.
La clave está en que nuestro modelo económico vive una mutuación o cambio total y va claramente a peor. El sector industrial se descompone como reflejan todos los datos macroeconómicos y los precios de producción, el sector inmobiliario en su conjunto, sigue claramente en una situación que muchos ya han definido como de “UVI”, vivimos una crisis financiera que no favorece la potenciación del crédito ni para las inversiones productivas, vamos a ver cómo funciona de verdad la temporada turística. Los servicios viven en una anorexia de una gestión ineficaz y de escaso valor añadido, con niveles de calidad y productividad en muchos casos francamente deporables. Y el consumo privado, bueno de ello mejor no hablar.
Si a ello añadimos que hemos terminado con la alternativa inversora que ha representado, hasta hace algunos meses, los fondos inyectados a nuestra economía por el conjunto de las Administraciones Públicas, no soy capaz de visualizar por ninguna parte “los brotes verdes” que nos ayudarán al crecimiento del empleo.
Lo siento pero no nos espera un buen futuro, y me resisto a creer que puedan surgir acontecimientos o circunstancias que nos muevan de forma positiva al cambio. Lo que nos espera va a ser peor ya que muchos nos habíamos convencido que, habiendo perdido parte de nuestra “riqueza”, tras un cierto periodo de tiempo de adaptación y de “estrecharnos el cinturón” todo volvería más o menos a una normalidad conocida. Hoy estoy convencido de que no va a ser así.
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