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Hasta hace aproximadamente 20 años -o lo que es lo mismo, para la generación profesional anterior-, la carrera profesional era un proceso en el que alguien ocupaba distintas posiciones dentro de una organización a lo largo de su vida.

Todo era consecuencia de una situación económica más o menos estable y predicible que hacía posible planificar el desarrollo de las carreras profesionales a largo plazo y que favorecía el desarrollo profesional centrado en la posibilidad de una larga serie de ascensos casi ‘automáticos o por antigüedad’ a puestos de más alto nivel. Hasta cierto punto, esta era una carrera semejante al servicio civil en la administración.

Este modelo se fundamentaba en una carrera definida por la lógica del progreso o -en otros términos- en un conjunto de posiciones en una estructura jerárquica. El modelo se basaba en las suposiciones siguientes: una distribución piramidal de la jerarquía, unas posibilidades de crecimiento continuo en la organización por un ensanchamiento de la pirámide y una dinámica de compensación de los ‘perdedores’ fundada en la continuidad en la estructura.


El mensaje transmitido era: “si no creces pero eres leal, no debes preocuparte, nosotros te ofrecemos seguridad y continuidad”.


Es evidente que hoy la lealtad no puede basarse en este principio. Si es necesaria para el éxito de la organización, debe fundarse en otros elementos.

¿Qué estas haciendo para desarrollar la lealtad de los profesionales que colaboran con tu organización?