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Debemos ocuparnos de las cosas realmente importantes. Un mensaje que deberíamos de seguir al pié de la letra. Un mensaje, por cierto, de Joseph E. Stiglitz. 

Josep E. Stiglitz, uno de los economistas vivos con más reconocimiento mundial hoy, formula la hipótesis de que deberíamos dejar de concentrarnos únicamente en la resolución de los problemas que tenemos cerca, de lo que llama las preocupaciones inmediatas, mientras, los importantes, siguen agravándose de forma constante y paulatina.

A modo de ejemplo aquí teneís un link a un artículo publicado hace más de 4 años , titulado “las crisis posteriores a la crisis» , accesible en https://elpais.com/economia/2013/01/18/actualidad/1358514586_493136.html, en el que formulaba la hipótesis sobre los tres grandes «problemas» con los que nos enfrentábamos como seres humanos.  A saber: los efectos del cambio climático, la globalización de la economía y el proceso de digitalización de un gran número de tareas humanas a través de los mecanismos generados por la inteligencia artificial. 


Un conjunto de reflexiones que no tienen desperdicio y se basan en el criterio de que  el mercado, por sí solo, no resolverá ninguno de esos problemas.


Respecto al impacto del cambio climático: (Recordemos que (estábamos en 2015) Aunque los débiles resultados de la economía mundial habían propiciado (en los años de la crísis) una desaceleración del aumento de las emisiones de carbono, debíamos de ser conscientes de que ello tan sólo representaba un corto respiro. Propone que no podemos ni parece razonable enfrentarnos a este problema solamente con una reducción de la actividad económica. Precisamos estímulos globales que hagan de verdad efectivas las medidas que se tomaron en la conferencia de Paris (Octubre de 2014). Estamos en 2019 y este problema sigue ahí e incluso se ha visto agravado, si cabe, por entre otros, la presencia de Trump en la Casa Blanca.

En relación al proceso de globalización y lo que denomina “crisis mundial de desigualdad” que lleva a que las clases medias (tanto en el marco personal como social) no vayan a participar en el crecimiento ni reciban la parte de la tarta que les corresponde. Vivimos una crisis mundial en materia de desigualdad. El problema no estriba sólo en que los grupos que tienen los mayores ingresos estén llevándose una parte mayor de la tarta económica, sino también en que los del medio no están participando del crecimiento económico, mientras que en muchos países la pobreza está aumentando. Un ejemplo de esta tendencia podemos encontrarlo en los propios EEUU donde se ha demostrado de forma empírica y objetiva que la igualdad de oportunidades ha dejado de ser una realidad para convertirse en un mito.

Por último, en el ámbito tecnológico, afirma que éste provocará cambios estructurales (económicos y sociales), tanto en los países en desarrollo como en los de los desarrollados en un entorno en el que muchas e importantes zonas del globo están pasando de una economía agraria/rural a otra urbana/manufacturera o directamente de servicios. Con independencia de que los expertos no se pongan de acuerdo sobre los efectos de este proceso en el empleo (aunque su impacto negativo a corto plazo es indudable) es necesario impulsar nuevas iniciativas empresariales. Y todo ello a pesar de que los mercados financieros modernos son mejores para la especulación y la explotación que para aportar fondos para aquellas. 

Aunque la crisis vivida desde el 2008 ha exacerbado esas tendencias, resultaban evidentes antes de su inicio. De hecho, Joseph E. Stiglitz sostiene que el aumento de la desigualdad es una de las razones de la desaceleración económica y es una consecuencia de los profundos cambios estructurales que está experimentando la economía mundial. Y mientras tanto nos gobernamos a través de un sistema político y económico que no es capaz de repartir de forma adecuada la riqueza entre el conjunto de sus ciudadanos, lo que le hará ineficaz y convertirlo en insostenible a largo plazo. El crecimiento de las propuestas «populistas» en muchos países desarrollados que se ha producido en los últimos años es una consecuencia evidente de esta tendencia. Un sistema que resultará ineficaz e insostenible a largo plazo. Es previsible que, en un corto espacio de tiempo, la fe en la democracia y la economía de mercado se erosione y se ponga en cuestión la legitimidad de las instituciones y los formatos democráticos.

La buena noticia es que en los tres últimos decenios se ha reducido en gran medida el desfase entre los países avanzados y los países en desarrollo. No obstante, centenares de millones de personas siguen sumidas en la pobreza y éstos no son un buen ejemplo para los principios de lo que tradicionalmente hemos denominado justicia social.

A este respeto, los planteamientos de Joseph E. Stiglitz van en la línea de denunciar los acuerdos comerciales que hoy mueven el mundo. Unos acuerdos que califica como claramente injustos. Uno de ellos es el de la persistencia de las subvenciones agrícolas, que no hacen más que impactar negativamente sobre los precios de los que dependen los ingresos de los más pobres. Todas las promesas formuladas por los países desarrollados en este sentido (Doha.Nov 2001 o Gleneagles-2004) han caido en saco roto.


Recordemos que mientras vamos detrás de las soluciones a corto plazo con los que parchear las situaciones, debemos preguntarnos si no estamos actuando de forma que incluso se incrementen los problemas a largo plazo.


Por cierto, en dos artículos publicados recientemente el autor plantea los cambios que tiene que experimentar el mundo que conocemos. En el primero «After neoliberalism«, postula la redefinición del fracasado modelo capitalista neoliberal, un fundamentalismo del libre mercado que se ha convertido en el principal culpable de los problemas actuales por su propuesta de un crecimiento ilimitado a toda costa, y proporciona al hacerlo muchas pistas acerca de la futura regulación de las grandes corporaciones que ejercen un poder omnímodo sobre los mercados en los que participan. En el segundo, «The climate crisis is our third world war. It needs a bold response«, formula el criterio de que la lucha contra la emergencia climática la podemos plantear como una fuente de riqueza y de creación de empleo, al que por otra parte, recordemos lo expresado anteriormente, hay que hacer si o si a toda costa.

Recordemos que, como afirma Enrique Dans en un reciente post accesible en https://www.enriquedans.com/2019/06/ideas-y-evidencias-de-un-mundo-que-cambia.html “Estamos ante un cambio de modelo. Y en entenderlo, defenderlo y apoyar el cambio está la posibilidad de supervivencia de la especie humana. De todos nosotros”

Retornando a los planteamientos de Joseph E. Stiglitz, estoy convencido de que el mercado no va a resolver por si sólo los problemas de la humanidad, problemas que ponen en entredicho la continuidad de la especie humano. Recordemos que el mercado no va a resolver (de hecho no lo está haciendo), ninguno de los tres problemas estructurales señalados y que la falta de objetivos globales y de visión a largo plazo (de nuestra clase política) no hará más que agravarlos.