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El pasado lunes, en Madrid, un ‘profesional del taxi’ me dio «una lección» sobre la gestión de los recursos humanos. 

No se por qué nos pusimos a hablar sobre su sector y el impacto de la inmigración. En resumen, su planteamiento es el siguiente. Hoy el taxi no es una actividad reconocida, a pesar de ser muy exigente en términos de responsabilidad y horario. Y nuestros jóvenes no quieren asumir estos compromisos. Así, muchas vacantes en el sector se están ocupando por trabajadores inmigrantes, sobre todo sudamericanos. ¿Por qué?

La respuesta -según el ‘profesional del taxi’- es muy sencilla. Por una simple aplicación de la oferta y la demanda. Puestos de trabajo exigentes y no muy bien remunerados no son los que hoy está dispuesto a ocupar la población autóctona. Pero como existe demanda existe una oferta dispuesto a cubrirla, como no existen candidatos españoles, estos surgen de entre los inmigrantes y, además, con una presión salarial a la baja.

Lo que me vino a decir este ‘profesional del taxi’ es el resumen de todo lo que hemos aprendido sobre el mercado de trabajo. O lo que es lo mismo si hay puestos no cubiertos en el mercado porque los ciudadanos autóctonos no están dispuestos a ocuparlos, éstos serán -tarde o temprano- cubiertos por inmigrantes. Este es en realidad el «efecto llamada».

Y, sin embargo, lo que el citado personaje no tuvo tiempo de transmitirme es lo que va a pasar cuando -como consecuencia de una situación de crisis en el empleo- estos profesionales inmigrantes se vean abocados al desempleo.