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Tenemos que ser conscientes de que los cambios en los sistemas de formación y aprendizaje que hemos desarrollado desde el inicio de la revolución industrial no son fáciles y van a exigir un importante esfuerzo por parte de todos.

Un esfuerzo que sólo tendrán que realizar las instituciones educativas sino que plantea grandes retos al conjunto de las estructuras sociales: Organizaciones, Empresas, Instituciones del Sector Público etc. van a ser, con total seguridad, impactados por él. Una realidad que también va a interpelar a los líderes políticos al objeto de que asuman la responsabilidad de proponer e implementar las medidas necesarias para que este cambio sea posible. A modo de ejemplo: Es necesario modificar la percepción (todavía existente en muchos entornos) de que la formación y el desarrollo de las personas es una mala inversión en cuanto suponen de incentivo para que la posterior pérdida de talento.

Las organizaciones deben tomar en consideración que la formación y el desarrollo de los equipos internos supone la mejor estrategia para la retención del talento y para que éste aporte lo que necesitan para la supervivencia y el éxito futuro. Si además contamos con el apoyo de las «nuevas instituciones educativas» en los términos propuestos en los dos primeros post de esta serie, el segundo de ellos accesible en La Formación y el Aprendizaje en el futuro (II) – Pau Hortal el resultado será ciertamente positivo. Un entorno en el que el rediseño de las estructuras organizativas es además perentorio si lo que se desea es minimizar el riesgo de perdida de talento.


Es una evidencia que ya hoy las personas tienen que intercalar constantes actividades formativas dentro de su vida profesional


Y ello supone también cambios radicales en las dinámicas internas de las organizaciones que no van a poder desarrollar por sí mismas. El tiempo de la colaboración real entre el mundo de la «formación» y el de la «organización» ha llegado y no sólo en los ámbitos de la formación profesional. Y supone tener que replantear los modelos organizativos para transformar a las organizaciones en las aulas del futuro. Necesitamos crear nuevas instituciones educativas partiendo evidentemente de los recursos que hoy ya disponemos en las estructuras existentes.

Respecto a las habilidades a desarrollar por estas «nuevas instituciones educativas» estas deben de estar dirigidas a facilitar e incrementar el nivel de empleabilidad de sus…. (participantes en sus programas). Lo que supone, al margen de hacer previsiones constantes sobre las necesidades futuras, encontrar el equilibrio entre las habilidades/competencias de carácter soft y las operativas. Desde comienzos de los años 2000 todos hablábamos de la necesidad de desarrollo de las habilidades que se conocen con el término STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Posteriormente surgió la idea de que, si va a haber tanta automatización, lo que se necesitamos era el desarrollo de las habilidades SOFT. Pero parece que, por lo menos a corto plazo, el futuro pasa por encontrar el punto intermedio entre ambas.


El futuro pasa, por tanto, por construir experiencias de aprendizaje aplicadas y de corta duración a desarrollar de forma continuada a lo largo de una trayectoria laboral que, recordemos, no será lineal y que se verá impactada por cambios constantes. 


La pregunta es la de ¿Cómo ha de ser el ecosistema de la formación y el aprendizaje en el futuro? Un profesional de 45, 55 (y también de 65 años) que desee seguir siendo empleable necesitará tener una visión objetiva de sus propias capacidades y competencias para saber dónde puede o quiere llegar, conocer son las necesidades y oportunidades que le ofrece el mercado, y por último, ser consciente de las carencias que necesita abordar y cómo hacerlo. Requerirá, además, de servicios de apoyo y mentoring que le ayude a gestionar este proceso. de entornos organizativos dispuestos a ayudarle a realizar este camino y de un entorno de protección social favorable.  

Para que ello sea posible es necesario desde el rediseño de los entornos educativos hasta cambios radicales en los entornos organizativos y en los de protección social. Y exige un entorno de mayor transparencia social. La contrapartida es, digámoslo claramente, la oscuridad.

Nota final: El conjunto de reflexiones de esta serie de post (en lo relativo a los elementos claves de la relación entre formación y aprendizaje) están inspiradas en los planteamientos que Michelle Weise formuló en el foro de invocación educativa EnlightED organizado por la Fundación Telefónica. Podéis acceder a un resumen de sus argumentos en un excelente articulo de Nacho Meneses que encontraréis en el link Michelle Weise: “Las empresas tienen que empezar a considerar el lugar de trabajo como el aula del futuro” | Formación | Economía | EL PAÍS (elpais.com)