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Sigo con atención las noticias sobre las acontecimientos ocurridos en el Norte de Africa y en particular, en los últimos días, los referidos a la situación en Libia.

Recuerdo en este momento los comentarios realizados recientemente por los expertos del Banco Mundial confirmando que las redes sociales que han alentado las revueltas populares en marcha en Oriente Medio y el norte de África jugarán también un papel clave en el proceso de transición democrática.

Resulta evidente que las causas básicas o desencadenantes de las mismas no son otras que las desigualdades económicas y sociales en las que viven los ciudadanos de estos países.

Sin embargo parece que las nuevas tecnologías y las redes sociales han tenido un impacto relevante en el proceso. 

Paralelamente una vez más se muestra el principio de que la democracia es consustancial para el desarrollo económico.

Las redes sociales como Facebook y Twitter jugaron y juegan un papel crucial en la canalización del desencanto, de la misma forma que el uso de los teléfonos móviles y de los mensajes sms (muy extendidos entre una población que masivamente pertenece al colectivo de menores de 40 años) han sido herramientas claves para la movilización y la organización de las protestas.

Parece que las redes sociales han jugado un rol clave y que seguirán jugando un papel constructivo en la dinámica de cambio en la región. El tiempo lo confirmará.