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Los recientemente acontecimientos que acaban de ocurrir en Turquia y Egipto y los ocurridos esta misma semana en el conjunto del Magreb y el resto de los países árabes son lgo imprevisto y que probablemente muy pocos hubiesen anunciado.

Desde mi punto de visto lo ocurrido es el ejemplo más paradigmático de la importancia de internet y de las nuevas herramientas tecnológicas como las redes sociales como herramientas de cambio, como herramientas que son capaces de apoyar el cambio político en entornos en los que, simplemente, nos hubiese parecido impensables hace algunos meses.

Probablemente sin la existencia de internet y todo lo que conlleva (redes sociales, blogs, etc) no hubiese sido posible los cambios ya ocurridos y el proceso de desestabilización que se esta consolidando de unos regimenes autocráticos, centrados en la pervivencia de unas estructuras formalmente democráticas pero sin ninguno de los elementos constitutivos de una verdadera democracia representativa y real y que a pesar de todo ello, como es bien sabido, se trataba de regimenes que parecían perfectamente consolidados y normalizados además de ser aceptados por la UE y las democracias occidentales, aunque sólo fuera con la excusa del freno que suponían a la extensión e implantación del islamismo radical.

He leído a cantidad de autores y pronosticadores apuntar al uso de internet como arma revolucionaria. Una frase repetida en diferentes medios ha sido la siguiente: “En el París de Mayo del 68 los manifestantes más aguerridos llevaban en su manos adoquines y cócteles Molotov para enfrentarse al poder de la policía. En Túnez y Egipto, en cambio, han usado smartphones con cámara, teclado y conexión móvil a Internet.”

Aunque como otros muchos no me atrevo a predecir lo que puede finalmente ocurrir y bien sabido es que en este tipo de cosas se aplica la máxima de “dos pasos adelante y uno atrás”, no se si una vez más pecaré de optimista pero soy de los que pienso que este proceso es cuanto menos irreversible y que la extensión de las nuevas tecnologías va a ser un freno muy importante a la inversión que podría significar la reedición en estos países de regímenes islamistas como el que actualmente gobierna Iran.

Probablemente veremos procesos de retroceso, probablemente asistiremos a un incremento de las posiciones islamistas, sin embargo el proceso de “democratización” es probablemente irreversible.

A pesar de este mensaje optimista os anuncio que estoy leyendo un libro cuanto menos “inquietante” y al que me he referido en alguna otra entrada en “mi diario”. Me refiero al libro de Nicholas Carr, ¿Que está haciendo internet en nuestras mentes?. Al que prometo referirme en próximas entradas.

Como ha sido reconocido por casi todos los analistas el intento de Mubarak de ponerle puertas a internet, cerrando las conexiones a la red, funcionó sólo a medias. Efectivamente muchos egipcios se quedaron incomunicados, pero lo mismo ocurrió con bancos, aeropuertos y medios de comunicación, algo que no favorecía al régimen porque contribuyó a aumentar el caos de igual forma y a potenciar la necesidad de cambio en las clases medias.

El apoyo de estas clases, más avanzadas, desarrolladas, en suma “occidentalizadas” ha sido clave para el cambio. Un dato significativo. Hace tan sólo unas semanas hubiese resultado imposible imaginar que uno de los considerados héroes de lo ocurrido en Egipto fuese Wael Ghonim, Director Comercial de Google en Egipto gracias a un comentario publicado en Twitter y a ser el creador de la pagina en Facebook ‘Todos somos Jaled Said’, el joven muerto por la policia egipcia el pasado mes de Junio.

Vivimos en un mundo que sigue sorprendiéndonos y aunque a veces nos resulte difícil de entender, en el que siguen ocurriendo cosas que nadie puede predecir ni controlar. Un mundo en el que la imaginación es capaz de pervivir y donde no todo lo que ocurre es necesariamente malo.