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He aquí una breve historia que figura en el libro «Cambia el Chip» de Chip Heat y Dan Heat a cuya referencia podéis acceder en mi blog y que muestra como la innovación en general y la social en particular es a veces algo fruto del sentido común. 

En 1990 Jerry Sternin trabajaba para Save The Children, una organización no gubernamental de ayuda a niños necesitados. Le pidieron que montara una oficina en Vietnam con el objetivo de acabar con el problema de la desnutrición y presentar propuestas de actuación en el plazo de 6 meses.

Carente de recursos Jerry que no hablaba ni una palabra de la lengua local cuenta más tarde que “cuando llegamos al aeropuerto parecíamos huérfanos……. no teníamos ni idea de lo que íbamos a hacer y menos por donde empezar……..aunque había intentando leer todo lo que podía leerse sobre el problema de la desnutrición infantil, no teníamos recursos y el problema era tan grande”.

El sentido común le decía que el problema procedía de la suma de una serie de circunstancias conectadas entre sí: las condiciones de salubridad eran muy deficientes, la pobreza, la falta de acceso en la gran mayoría de las viviendas de agua potable, la ignorancia y el analfabetismo que afectaba a un porcentaje muy relevante de la población. Ninguno de estos problemas podría atacarse en 6 meses y sin dinero.

Sin embargo se le ocurrió una idea: Decidió viajar a algunas colectividades locales y reunirse con grupos de madres. Les pidió que se dedicaran a medir y pesar a los niños del cada comunidad. Pronto descubrió que en igualdad de condiciones de pobreza había en cada comunidad algunos niños que parecian tenir una salud muy por encima de los “estandares normales”. Habia niños que parecian estar sanos o lo que es lo mismo la desnutrición no era inevitable.

Evidentemente la pregunta ¿qué puedes hacer para que tu hijo esté sano?, era una pregunta muy compleja para que las madres la contestaran. Lo que hizo fue observar el comportamiento de las madres que tenían estos hijos “sanos”.

Descubrió que en el caso de éstos se repetían algunos comportamientos tan simples como: darles de comer 4 veces al día (de hecho no había diferencias en la cantidad y en el tipo de comida, tan solo en la frecuencia con la que se les ofrecía alimento), había algunas diferencias en el tipo de comida e inclusive algunos iban a ser alimentados directamente por las madres si era necesario (en lugar de comer como los adultos del bol común), también había diferencias en el hecho de que estos comían algunos complementos como camarones y cangrejos que tradicionalmente se habían considerado como alimentos poco apropiados para los niños, así como hojas de planta de boniato considerado como un alimento de clase baja.

Lo que Jerry había hecho es bajar al terreno y analizar el problema. Desde fuera, desde un despacho, nunca habría descubierto estas prácticas.

La solución fué muy “naif” pero aparte de ser real emergía de la propia realidad, de las propias practicas, de la experiencia de los propios vietnamitas y por ese motivo era una solución realista y sostenible. Sin embargo conocer la posible solución no bastaba. Para que se produjera un cambio era necesario que las madres conocieran y adoptaran nuevos hábitos de cocina.

Muchas personas se hubiesen limitado a exponer el problema, lo solución e informar al gobierno. Sin embargo estaba convencido de que el conocimiento no cambia el comportamiento. Preparó un plan que implicaba a los líderes locales y a las madres que habían venido utilizando este tipo de comportamientos diferentes.

Este caso muestra que muchos cambios e innovaciones sociales no exigen grandes análisis, estudios y presupuestos. Pueden producirse sólo con un poco de sentido común.

O en otras palabras, está en muchas ocasiones en algo tan simple como implantar de forma global comportamientos ya asumidos por la propia comunidad.