Tiempo de lectura: 2 minutos

Son las 20 horas del domingo 26 de Septiembre. Quedan por tanto 3 dias para que se produzca la huelga general. No me resisto a escribir de nuevo algunas reflexiones sobre ella.

Y lo hago en este comentario, al que doy el mismo título que recientemente ha utilizado Antonio Casado en el diario el Pais.

De entrada confirmaros que no estoy de acuerdo con Antonio en su argumento de que ha sido necesaria la convocatoria de la huelga para hacer evidente el distanciamiento entre los trabajadores y las organizaciones sindicales. La situación de separación entre el mundo sindical y el mundo del trabajo real, la incapacidad del mundo sindical para dar salida y atender las nuevas realidades del mercado de trabajo, es una realidad no discutida por nadie, ni en España ni en muchos de los países más desarrollados.


No voy a cuestionar, a pesar de ello, el rol que las organizaciones sindicales han tenido en el desarrollo de la democracia en nuestro país, ni voy a apuntarme a los que se manifiestan en el sentido de afirmar su obsolescencia en el siglo XXI.


Creo que, a pesar de este distanciamiento, tienen un largo recorrido vital, o dicho de otra forma, que unas organizaciones sindicales potentes y estructuradas son, aparte de un mandato constitucional, una necesidad de nuestro marco social y van a seguir siéndolo en el futuro… si ponen en marcha algunos cambios profundos en su organización y su funcionamiento.

Las organizaciones sindicales, mal que les pese a sus líderes, se han convertido en uno más de los elementos que forman la “superestructura” de nuestro marco social, lo que les lleva, a regirse y a moverse por sus propios intereses como organización, centrándose en la defensa de sus afiliados y en su propio automantenimiento y abandonando en muchos casos (o así es como creo que es percibido por muchos) su labor de servicio a los trabajadores, y fundamentalmente a aquellos más afectados por la crisis.

Los sindicatos son una más de los entes sociales que están pidiendo a gritos una puesta al día. Como indica Antonio “los desperfectos que el paso del tiempo han ido causando en su imagen pública están a la vista: adocenamiento, burocratización, excesiva dependencia de los recursos públicos, bajo nivel de afiliación, opacidad en la gestión, etc.”

No dudo de que la huelga será un éxito. Y lo será porque, aunque muchos trabajadores no van a secundarla, la presión mediática y social, las dificultades en la movilidad y el desplazamiento, etc van a dar una imagen de éxito que van a capitalizar los líderes sindicales. Lo siento pero al margen del resultado de la huelga, o por ella misma, lo que vaya a ocurrir el dia 29, las contradicciones entre lo real y lo que se perciba social y mediáticamente, no serán más que el reflejo de la demanda que la sociedad hace a unas organizaciones que deben de ser capaces de dar respuestas a las nuevas realidades y necesidades del mundo del trabajo, un mundo que esta cambiando a pasos agigantados.

Espero que este “éxito” no les impida desarrollar el proceso de “catarsis” que sus organizaciones necesitan y facilitar el debate, la reflexión y la entrada de “aire fresco” en unas estructuras excesivamente «cerradas» y básicamente centradas en su propia supervivencia.