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Hoy que todo transcurre tan rápidamente todos debemos estar preocupados por gestionar nuestra propia empleabilidad.

Todos somos conscientes que el índice de supervivencia de las organizaciones es hoy el más bajo desde los inicios de la revolución industrial. También es probable que muchas de las actividades que hoy desarrollan muchos profesionales desaparezcan totalmente o simplemente serán desarrolladas por robots. Es, por tanto es razonable pensar, que la estabilidad y la continuidad laboral han dejado de ser las panaceas de las políticas de RRHH, y que el desarrollo profesional futuro no se sustente en los actuales conocimientos y aptitudes de los que dispongamos.


Hoy ser empleable supone disponer de unas capacidades flexibles y de la actitud necesaria para afrontar un futuro incierto y en constante cambio. 


Un tema que está siendo últimamente muy recurrente en mi blog y sobre el que os invito a acceder a http://pauhortal.net/blog/empleabilidad-y-carrera-profesional/ y http://pauhortal.net/blog/desarrollar-la-propia-empleabilidad/ reflexiones que muestran que como respuesta a estos nuevos retos las personas debemos de ser capaces de entender que nuestra propia existencia ya no va a ir ligada a una actividad profesional, entorno, empresa o empleo determinado.

Y ésta empleabilidad sólo puede conseguirse si tomamos consciencia de lo que somos, de nuestro talento, de nuestras aptitudes diferenciales y de la capacidad para ponerlas al servicio de los demás en cualquier situación, lo que requiere altas dosis de confianza en nosotros mismos. De ahí la relevancia que hoy tiene cuidar y desarrollar el propio talento, adaptarlo a las nuevas necesidades y demandas, y desarrollar una marca personal.

Por todo ello no hay otras opciones a las de que cada uno de nosotros tomemos las riendas de nuestro futuro. No tenemos más opción, si queremos desarrollarnos que convertir esa incertidumbre laboral en una oportunidad de desarrollo, no sólo por ser positivos, que también, sino para aprender a manejarnos fuera de nuestra zona de confort en la que tan bien sabíamos gestionarnos –aunque quizá no avanzáramos- y que ha dejado de existir. Para gestionar nuestra propia empleabilidad en un entorno tan cambiante necesitamos:

  • Tomar consciencia de nuestras propias debilidades: es importante tener una idea precisa de cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles.
  • Evitar el autoengaño ya que en muchas ocasiones la insatisfacción se deriva del hecho de que nos hemos creado unas expectativas irrealizables.
  • Ser los actores principales de nuestro futuro sabiendo obtener lo máximo de todas las oportunidades y circunstancias que se crucen en nuestro camino.
  • Determinar aquello que nos hace diferentes sin estancarnos en una actividad, un conocimiento, unas competencias.
  • Intentar planificar a medio plazo, ya que aunque el futuro sea imprevisible siempre es mucho más conveniente tener una visión sobre él.
  • Ser conscientes de que el éxito no es todo o como mínimo de que éste puede tener muchas caras, aristas y posibilidades.
  • Enfrentarse a la vida con una actitud positiva. Mientras hay vida, hay posibilidades ya que todo tiene solución, sólo se trata de tiempo y esfuerzo resolverlo.

Conseguir una empleabilidad sostenible en el tiempo exige saber adaptarse a las nuevas demandas y necesidades que nos propone y plantea el entorno. Alcanzar el éxito (un sentimiento que hoy puede tener muchas caras) para muchos que no hemos nacido con una clara vocación, tenemos talentos poco claros y determinantes y que a menudo no conocemos, puede resultar un viaje de una alta complejidad. Sin embargo no podemos estar permanentemente “desojando la margarita”, y por tanto debemos de ponernos a ello. Para ello una buena orientación es la de identificar donde nos llevan nuestro instinto, el entorno o las circunstancias con las que nos encontramos. En otras palabras escoger una ruta y seguirla basándonos en nuestro talento, habilidades y competencias.


Ahora y en el próximo futuro la clave de nuestra existencia, desarrollo, éxito, etc se fundamenta en nuestra capacidad para ser “empleables” de forma permanente y sostenible a lo largo de la vida.


Si deseamos ser “actores principales” de nuestra propia vida debemos escoger inicialmente alguna actividad relacionada no sólo con nuestras aptitudes sino también con nuestros propios valores. Y a partir de ahí mostrar una actitud abierta al aprendizaje, a nuevas experiencias, a nuevos entornos y personas, cuestionándonos si lo que estamos haciendo nos genera satisfacción y nos sentimos comprometidos con la tarea. Recordemos que muy a menudo el éxito, -como sentimiento, no sus consecuencias económicas- es el resultado de un proceso lleno de pruebas y errores, de circunstancias imprevistas y fuera de nuestro control.

Maria Jose Dunjo en su blog al que podéis acceder en https://mjdunjo.com/ ha escrito que todos debemos intentar dedicarnos a la actividad que consideremos que nos permite alcanzar el éxito (en términos de sentimiento, no solo de visibilidad e ingresos), sin embargo “obsesionarse por ello o ponerse un peso demasiado pesado sobre los hombros puede ser contraproducente y nublar nuestras decisiones… Mantener la perspectiva es esencial. Si puedes, encuentra el (trabajo/actividad) que te gusta, y si no, haz que te guste la que tienes”. Un buen consejo para mantener nuestra empleabilidad de forma sostenible en el tiempo.

Sigo refiriéndose a Maria José: “A veces nos empeñamos en que hay que cambiar de libro cuando sólo hay que pasar la página. A veces aún podemos aprender y sacar mucho del trabajo que desempeñamos antes de abandonarlo. A veces son las circunstancias, el entorno que acompaña el trabajo lo que nos está erosionando» Para ello es necesario escucharse a uno mismo, abrir la mente, investigar y mantener la perspectiva. Recordemos que «libertad es es dedicarte a lo que amas. Felicidad es amar a lo que te dedicas”.

Excelente… En todo caso recordemos que todos debemos estar comprometidos con la necesidad de mantener nuestra empleabilidad futura.