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Como muchos de vosotros acostumbro a releer artículos, notas, textos e inclusive partes de libros que me han parecido interesantes, a pesar de que muchas veces lo que me pareció impactante en una primera lectura luego pierde valor. 

Todo esto para comentaros que en este mensaje no os voy a hablar de Plataformas Tecnológicas, ni de Redes Sociales, ni de responsabilidad corporativa, que son las áreas en las que tengo algún tipo de actividad profesional en este momento. Mucho menos de Prevención de Riesgos. Quiero referirme al concepto fidelidad.

Recientemente un buen amigo mío me comentaba el argumento (que entiendo que muchos conocéis) relativo al hecho de que el ser humano tiende por sistema a la infidelidad (cambia de pareja, de religión, de ideología, de partido político, de lugar de residencia, de trabajo, e inclusive de sexo). La única excepción es el club deportivo (genéricamente de futbol) de la que es aficionado. Francamente ahora que estamos metidos en la vorágine de los Barça/Madrid no veo a nadie cambiando de club de referencia.

Aunque he reflexionado, hablado y escrito en repetidas ocasiones sobre el concepto de empleabilidad y sobre los cambios de paradigma en la gestión de la carrera profesional que se ha desplazado desde las organizaciones hasta los individuos, no creo que empleabilidad y fidelidad sean incompatibles. Y la fidelidad creo que se produce cuando existe un previo sentimiento de pertenencia….¿no?

Como muchos otros me he atrevido, a veces, a hacer crítica sobre la falta de compromiso de las generaciones más jóvenes. Y he «constatado» que esta falta se muestra no sólo en el ámbito laboral sino en otros muchos entornos. Sin embargo me cuesta reconocer que, probablemente, los únicos culpables o responsables no son sólo los jóvenes sino la sociedad que hemos creado entre todos. Para corregir esto, si es necesario corregirlo, para imprescindible que desde las organizaciones aprendamos a gestionar el compromiso y la fidelidad sin menoscabar la empleabilidad.

Estoy realmente convencido que sin una buena gestión de estos elementos es imposible alcanzar, a largo plazo, el éxito en una organización.