De entrada, deciros que escribo estas líneas a las 17,30 horas del domingo 09 de Junio. Por tanto en pleno proceso electoral y desconociendo cual será el resultado final que conoceremos esta noche.
Un resultado que en mi opinión, aunque modifique el status quo actual dando mayor peso a las posiciones políticas «de derechas», poco va a influir en la necesidad de afrontar los retos que tenemos por delante.
Aunque no lo creamos, aunque la participación sea más bien baja, aunque no tengamos mucha confianza en la clase política estas elecciones son transcendentales para una Europa que se enfrenta a un mundo en transformación y donde su peso específico está claramente devaluándose.
Al margen de la necesidad de afrontar con mayor compromiso los retos que nos imponen los conflictos bélicos (tanto en Ucrania como en Palestina) y de consecuentemente, tomar una mayor consciencia de la necesidad de un mayor compromiso bélico, debemos de ser conscientes que: estamos perdiendo influencia económica, (la política la tenemos ya muy baja), no estamos ganando la guerra de la competitividad y debemos de cambiar el modelo y mientras que nos queda mucho camino por recorrer para afrontar con éxito las exigencias que nos impone la transformación digital y el cambio climático.
Probablemente no tiene ningún sentido que nos convirtamos en una «isla regulatoria» en el ámbito de la inteligencia artificial. De igual forma debemos tomar consciencia que el peso individual de cada país es cada vez más irrelevante y que sólo de forma conjunta podemos convertirnos en un actor y no sólo un observador más de los cambios que ya están empezando a ocurrir.
Necesitamos más Europa y esto exige -en contra de las tendencias políticas que parece van a crecer cuando conozcamos el resultado electoral- que no podemos seguir exportando los debates internos de cada país al entorno común. Necesitamos por tanto una mayor “altura de miras”. Este es el motor que debe de condicionar nuestro voto en estas elecciones y la presión que los ciudadanos debemos de hacer desde mañana a nuestros representantes.
Debemos de tomar decisiones inminentes y que además vayan en la dirección adecuada. Nos jugamos nuestro futuro en ello y probablemente el rumbo que tomará el devenir de las próximas generaciones en Europa y en el conjunto del planeta.
Nota final: Estas reflexiones están inspiradas en los planteamientos que Esther Vera incorpora en su articulo “la nostra Omaha” (nuestra Omaha) publicado hoy domingo en el periódico “ARA”.
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