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La situación actual del mercado de trabajo hace que hoy muchos profesionales se plantean el emprendimiento como alternativa profesional. 

Algunos de ellos creen tener la motivación y las capacidades para ello, otros simplemente, se ven en la necesidad de convertirse en emprendedores cuando constatan que el mercado no les ofrece alternativas de interés. Y ello es así porque nuestro mercado de trabajo, sujeto a grandes transformaciones, no ofrece a menudo, opciones de interés en entornos “tradicionales” y si ofrece alternativas para aquellos que asumen la opción de emprender o lo que yo denomino, a menudo, “independencia profesional”, como opción de futuro. 

Hoy las organizaciones están obligadas a ser muy flexibles y atléticas, a buscar la eficiencia, a configurarse con poca grasa, por lo que tienden a buscar fuera lo que antes tenían dentro con objeto de transformar en costes variables lo que antes disponían internamente (costes fijos). Los procesos de externalización y subcontratación han tenido grandes desarrollos en los últimos 20 años. Lo que reduce el volumen de empleo que ofrecen pero genera nuevas oportunidades para ofrecer productos y servicios desde una posición externa.

En este punto me atrevo a recordar lo que Charles Handy, hace ya más de 30 años, pronosticó sobre cómo serían las organizaciones del futuro. Organizaciones que según su visión estarían integrada por un núcleo central (el 20% que realizará el trabajo de mayor valor añadido incluida la función de control de los subcontratistas externos), las empresas y/o profesionales facilitadores de productos o servicios complementarios (otro 40%) y la fuerza de trabajo flexible (trabajadores a tiempo parcial y trabajadores temporales que supondrán el 40% restante).

Por todo ello, ya sea como personas físicas o a través de las distintas fórmulas societarias existentes en nuestra legislación, somos cada vez más los que (como yo mismo) hemos desarrollado la mayor parte de nuestra vida en el seno del colectivo de emprendedores. En otras palabras que hemos hecho del emprendimiento (o como a mí mismo me gusta denominarlo «independencia profesional») la clave de nuestra trayectoria profesional.

Siguiendo las ideas desarrolladas por Francisco Alcaide en su blog http://www.franciscoalcaide.com/ son pocos los profesionales que incluso habiendo tenido éxito en proyectos de emprendimiento son capaces de contestar adecuadamente a la pregunta sobre cuál es la habilidad o competencia más importante para un emprendedor. Utilizando sus propias palabras: “Muchos no saben que contestar y tampoco se han parado a pensar sobre ello. En mi opinión la cualidad o habilidad clave de un emprendedor no es otra que “saber vender”. 

Unos conceptos a los que me he referido en reiteradas ocasiones en mi blog, Por ejemplo en http://pauhortal.net/blog/emprender-lo-mas-relevante/ http://pauhortal.net/blog/capacidad-motivacion-y-valor-para-emprender-2/ Para tener éxito como emprendedor hay que aprender a vender, habilidad que, por otra parte, sirve para cualquier muchos otros aspectos de la vida.

Una entrevista de trabajo es una venta, seducir es una venta, etc. La vida no es más que un proceso de venta y negociación continua con las personas que tenemos a nuestro alrededor. De igual forma para un emprendedor es fundamental manejar las relaciones profesionales y la venta tanto a nivel externo como interno. Y ello supone inversionistas, empleados, clientes, proveedores, etc.  Más del 75% de la agenda de un emprendedor debe estar en el lado del “manejo de las relaciones”. El 25% restante podrá dedicarlo a cuestiones técnicas o económicas.


Los emprendedores han de ser conscientes de la relevancia que va a adquirir el acto de venta en su nuevo rol. En este sentido el mejor consejo que se puede ofrecer a alguien que desea iniciar una actividad emprendedora es la de pasar algún tiempo en un departamento comercial.


Es como el máster de la vida, y encima remunerado. Buscarse la vida, la obligación de tratar a otros (al que te cae bien y al que te cae mal), el atrevimiento de entrar en la conversación con el desconocido, etc., son herramientas clave que todo emprendedor debe de saber manejar. Lo que todos aquellos que se inician en la tarea de emprender debe de asimilar e incorporar en su ADN y en el de su proyecto empresarial es que éste será o no será en función de dos variables: la creación de un producto o servicio diferente respecto a los ofrecidos por la competencia y la capacidad comercial para ofrecérselo a los posibles clientes.

Peter Drucker, afirma que la mejor prueba y la única valida de un proyecto es el éxito que es capaz de alcanzar en el mercado. Así de simple: si conseguimos clientes que compren nuestro producto/servicio es que lo estamos haciendo bien y es probable que nuestro proyecto/empresa tenga futuro. Si no es probable que terminemos alimentando las estadísticas de proyectos fallidos. Recordemos que 2 de cada 4 proyectos de emprendimiento fracasan en los 2 primeros años.

Recordemos que la clave fundamental del éxito para la actividad emprendedora no es tanto los productos o servicios que ofrece al mercado sino nuestra capacidad para comercializarlos. Es un error muy habitual entre los emprendedores pensar: -Si tengo un buen producto o servicio todo el mundo lo que querrá comprar-. Nada más lejos de la realidad. La venta hay que trabajarla y para ello necesitamos desarrollar nuestra capacidad de influir en los demás. todos aquellos que nos dedicamos a la actividad de emprender necesitamos desarrollar habilidades de venta, de networking, de visibilidad y notoriedad/marca. Sin ellas el milagro no va a ocurrir.

Ni quiero ni puedo terminar sin reconocer ni mostrar mi agradecimiento a Francisco Alcaide en cuyas brillantes ideas sobre la emprendeduría me he inspirado al redactar este post.