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Estoy convencido de que la causa última del movimiento de los “indignados” no ha sido otra que la situación que hace que un 40% de los jóvenes españoles menores de 30 años se encuentren en situación de desempleo.

Por tanto estoy convencido que hay una relación directa entre los niveles de desempleo y el llamado movimiento del 15-M. En junio de este año escribí que el movimiento puede analizarse como la respuesta de una parte de nuestros jóvenes (los nacidos después del cambio político del 76) a la situación de pocas perspectivas en las que están viviendo y a la pérdida de oportunidades y de desarrollo.

Igualmente me manifestaba incapaz de predecir que iba a ocurrir con el movimiento y si iba a suponer algún nuevo referente electoral.

Lo que unos meses después, a una semana de las elecciones del 20 de Noviembre, sabemos es que el movimiento se ha “difuminado” y que probablemente Izquierda Unida y algunas otras fuerzas políticas extraparlamentarias intentan recoger en sus programas algunas de las ideas surgidas en él. Por lo demás estamos todos tan preocupados por la crisis, la prima de riesgo, las reacciones de los mercados, etc que parece como si estuviéramos sin ninguna capacidad de reacción.

Mientras tanto, y a la espera de un triunfo más que previsible por parte del Partido Popular, no se han resuelto ninguno de los problemas planteados por el movimiento.

Y entre ellos el hecho de que sigamos con índices de desempleo totalmente fuera de control y con una generación “la que se ha llamado generación NINI” en una situación de marginación, con pocas perspectivas sociales y económicas, amparados en un ámbito familiar que les da cobijo, pero sin que muchos de ellos desarrollen ningún tipo de actividad. Ni trabajo ni estudio.

Conviene recordar ahora, y sería fundamental que el próximo gobierno lo tomara en consideración, que lo que hace el movimiento del 15-M es poner “sobre la mesa” muchos de los temas pendientes de resolución en nuestra joven democracia, forzar el análisis y el debate y exigirnos a todos un determinado posicionamiento. La crisis ha colaborado en poner al descubierto una serie de perversidades de nuestro modelo de convivencia y hacer más evidentes una serie de cambios de carácter estructural que creo que son totalmente necesarios abordar en los próximos meses.

Algunos de estos cambios estructurales van a exigir nuevas modificaciones del marco constitucional. Aunque la norma del año 78, sea todavía relativamente joven, y probablemente goza de buena salud, necesita algunas medidas de adaptación a una realidad que hoy es radicalmente diferente a la de hace 35 años.

Y no es de recibo que se formule ahora la posición de que no es posible reformar la constitución después de lo ocurrido hace unos meses con el techo de gasto de las administraciones públicas.

Hemos cambiado mucho desde el año 1978. Y aunque somos incapaces de percibir estos cambios en su real magnitud porque resulta que hemos vivido con ellos y nos hemos ido adaptando paulatinamente, lo cierto es que aunque probablemente nuestra generación sea la primera que ha tenido la suerte de no tener que vivir un conflicto bélico, en contrapartida, hemos tenido que “sufrir”  los cambios más rápidos en los modelos vitales que nunca otra generación ha vivido, con las consiguientes adaptaciones, tensiones y conflictos personales y sociales que ello supone.

He aquí los cambios que considero deberían de llevarse a cabo en nuestro marco de convivencia para no perdernos y seguir avanzando. Algunos de ellos  probablemente exigen modificaciones de nuestro texto constitucional, otros, no obstante, podrían y deberían implementarse sin necesidad de reformar la ley básica. Y no me refiero evidentemente a las modificaciones constitucionales que llevan algunos años ya, en el debate político y social, y que en algún momento habrá que abordar como son: permitir a una mujer tener el mismo derecho que un varón a acceder a la jefatura del estado, la reforma o desaparición del senado, y la incorporación del modelo autonómico en el texto constitucional.

Las reformas,en línea a lo planteado por el movimiento del 15 de Mayo, serían las siguientes:

La primera sería la “Democratización de las estructuras de representación y participación pública”. Listas abiertas, desaparición de los grupos “mixtos” aunque con un castigo real al transfuguismo político, reducción de la cuota del 5% para acceder al reparto de escaños, mayor equilibrio en la relación entre votos y escaños etc, son medidas que sin duda ayudarían a democratizar la vida pública y a minimizar el control que hoy ejercen los dos grandes partidos políticos presentes en nuestro país. Probablemente harían “la gobernabilidad” algo más difícil pero democratizarían la representación política.

Recuerdo en este momento la referencia que hacía recientemente sobre las barreras de entrada en nuestros mercados (basándome en argumentos de Eduard Punset) y sobre el control que se ejerce en el mercado de la política. No parece razonable mantener el status actual ni mucho menos  no plantearse cambios que son absolutamente imprescindibles. Han ocurrido muchas cosas desde el año 1978 y nuestra vida ha cambiado radicalmente. Por otra parte, algunos de los riesgos que estaban claramente presentes en ese momento, hoy claramente no existen.

La segunda que debería abordarse es la de “Un nuevo marco para el entorno judicial”. Lo ocurrido en el tribunal constitucional al respecto del proceso de elección de sus miembros es una muestra de algo que precisa una urgente reforma.  Tenemos un sistema teóricamente independiente pero que en la práctica está claramente controlado por los dos grandes partidos políticos. Igualmente existen otro conjunto de aspectos en el funcionamiento de nuestro sistema judicial que no parecen ser los más apropiados para dar respuesta a las necesidades de hoy.

Tengo la impresión (y creo que está es mayoritariamente compartida por muchos) de que así como en los últimos años, como consecuencia de nuestra participación en los conflictos internacionales, ha entrado mucho “aire fresco” en el ejército (que hoy no es percibido como un problema sino todo lo contrario) falta mucho cambio en éste ámbito. 

La tercera sería la de “Cambios en el modelo de gestión pública”. Lo que está ocurriendo en el ámbito autonómico con el proceso de cambio político resultante de las elecciones de Junio y las acusaciones de “los nuevos” sobre determinados despilfarros económicos es una muestra de la falta de rigor y de que están fallando los mecanismos de control sobre el gasto en el conjunto del sector público.

La revisión de la duplicidad de competencias, de órganos, de plantillas es absolutamente imprescindible y una demanda social claramente reafirmada y consolidada.  Aunque estoy convencido de que no tenemos, con alguna excepción que no deja de confirmar la norma general, un ámbito de corrupción relevante en nuestro sector público muchas cosas podemos y debemos hacer también es este ámbito. Probablemente se debería replantear algunos de los privilegios en términos de pensiones y de otros “beneficios sociales” de los que gozan los miembros de la clase política.

La cuarta referida al ámbito económico podría titularse “Apoyo a la economía productiva”. Voy a extenderme muy poco sobre este punto dado que ya he escrito sobre él en otras entradas de mi blog. En todo caso lo realmente relevante es que todos seamos conscientes de que hemos entrado en un nuevo ciclo en el que al margen de no poder “ni por asombro” repetir comportamientos que han sido las claves del ciclo anterior, no vamos a ser ni la sombra de lo que nos prometíamos ser. Flexibilidad, cambio, impulso a las actividades de valor añadido, potenciar aquello en lo que somos realmente fuertes y olvidarnos de experiencias anteriores son cuestiones absolutamente imprescindibles.

Seamos conscientes de que la crisis además ha llegado en el momento en que empezamos a perder el apoyo que han supuesto para nosotros dos décadas de entradas importantes de fondos europeos. Necesitamos adaptarnos y cambiar nuestro modelo económico si no queremos, no tan sólo no estar en una posición de liderazgo, sino situarnos en un nivel económico equivalente a lo que podríamos describir 2ªB, utilizando un símil futbolístico.

El último gran cambio debería tener que tomar en consideración nuestro sistema educativo. Último o primero pero en todo caso fundamento de todo lo demás. Necesitamos imprescindiblemente “Redefinir las bases de nuestro sistema educativo”. Aunque debo reconocer mi falta de capacidad en este ámbito (sólo me posiciono en base al sentido común), creo que es necesario y absolutamente imprescindible plantearse la validez de un modelo que es cuestionado por casi todo el mundo, que nos coloca en términos de calidad muy por debajo del lugar que teóricamente debería de correspondernos en un ranking de las diferentes naciones e introducir modelos de discriminación positiva en el sistema parecidos a los que hemos implantado en el ámbito del deporte con los excelentes resultados por todos conocidos.

No se muy bien pero parece de «sentido común» aplicar aquí aquello de que es mucho mejor potenciar nuestros puntos fuertes y olvidarnos de los débiles. Esto puede, en el ámbito educativo, ser tildado de poco democrático o inclusive “fascista” pero bajo todos los controles que sean necesarios es el camino por donde, necesariamente, vamos a tener que ir.

Necesitamos cambios estructurales que modifiquen algunos de los comportamientos perversos que se han instalado en nuestro modelo social. Si estos se producen bienvenido sea el movimiento del 15

Para finalizar sólo desear que el gobierno que surja después del proceso electoral del próximo domingo tenga éxito. Será el de todos.