El mundo cambia y el cambio es la norma. Afirmar que una de las claves de la supervivencia de los seres vivos y de las organizaciones es la capacidad adaptarse a los cambios puede incluso parece redundante.
Sin embargo las personas y las organizaciones nos sentimos más seguros en situaciones de estabilidad. Un ejemplo seguimos tratando de diseñar organizaciones y puestos como si estas fueran inmutables, en muchas ocasiones la realidad va claramente por delante, nos cuesta reformar las cosas. Un ejemplo de cuánto nos cuesta cambiar es el hecho de que seguimos con modelos educativos anclados en el siglo XX Para poder adaptarse al cambio, necesitamos disponer de la motivación, voluntad y la capacidad hacerlo. También debemos de tener alguna visión y ser conscientes de hacía dónde nos dirigimos.
Basado en las opiniones formuladas entre otros por Lynda Gratton en el libro “Prepárate: el futuro del trabajo ya está aquí” http://www.casadellibro.com/libro-preparate-el-futuro-del-trabajo-ya-esta-aqui/9788481099652/1960521 me permito analizar las principales tendencias y las fuerzas que están definiendo ya los nuevos entornos laborales:
Tecnología: Aunque lo ha hecho desde el inicio del mundo los entornos tecnológicos están siendo una de los elementos claves para definir los nuevos entornos laborales. Influye y tiene un gran impacto por una parte ya que está generando un proceso de sustitución del trabajo manual en todos los entornos industriales. Incrementa las posibilidades de acceso a la información: Hoy ya no hay oportunidades laborales de “valor” para todos aquellos que no son capaces de usar razonablemente las tecnologías de la información.
Globalización: El centro del mundo económico se ha desplazado de nuevo como ya ha hecho aproximadamente cada 100 años. Estamos asistiendo a un desplazamiento del centro geográfico mundial y ello comporta un incremento de la competitividad en la aparición del talento. La movilidad geográfica es ya una realidad que estamos viviendo y que no tiene visos de hacer otra cosa que aumentar en los próximos años. Necesitamos cambiar nuestro sistema educativo e impulsar, entre otros aspectos, que nuestros jóvenes adquieran un mentalidad abierta y global.
Demografía y esperanza de vida: Ambos elementos están teniendo un gran impacto en nuestro entorno laboral. El alargamiento de la esperanza de vida humana es un triunfo histórico pero, al mismo tiempo, va a tener grandes impactos en contextos como: el estado del bienestar, los sistemas de previsión social, la duración de la vida laboral, o la gestión de la salud. En el ámbito el incremento de la demografía ha llevado parejo la “urbanización” de nuestro entorno social y vital. Este es un proceso inevitable o que sería bueno corregir.
La gestión de los recursos naturales: Aunque muchas veces parece que no seamos conscientes de ello nuestra vida social se sustenta en el uso de unos combustibles fósiles que han tardado millones de años en formarse y que probablemente terminaremos de explotar en…. ¿cien años? Y además este proceso de agotamiento se producirá en paralelo al incremento de su demanda como consecuencia del desarrollo de las regiones y naciones emergentes y a un proceso de calentamiento global sobre el que no hay ninguna duda racional. Desconocemos el impacto que todo ello va a tener sobre el trabajo tal como ahora lo conocemos pero es indudable que lo tendrá.
La pérdida del “lugar” de trabajo: Una de las tendencias claves que ya estamos viviendo es la del cambio “estructural” en el concepto de trabajo. Este proceso es de una parte fruto de la revolución tecnológica pero también consecuencia de otros elementos. El concepto de lugar y tiempo de trabajo y el trabajado realizado en un lugar concreto, está desapareciendo para pasar a una nueva situación en la que todos estamos permanentemente “trabajando”. Este proceso está cambiando radicalmente la forma de vida de millones de personas y generando nuevas actividades y nuevos roles laborales en el marco de los servicios.
La aparición de una nueva economía: Es previsible que en contraposición a estas tendencias de carácter estructural surjan nuevas formas de gestión económica fundadas en una economía basada en la sostenibilidad, la proximidad y opuesta a las tendencias que genera la globalización. Una economía que podría remover los paradigmas sobre crecimiento económico y bienestar. Un modelo que pondría en cuestión el concepto de eficiencia económica tal como ahora lo conocemos.
En la misma línea y siguiendo el conjunto de informes “Predictions for the future” elaborados por Deloitte quiero referirme a que estamos asistiendo a cambios cada vez más rápidos en entornos flexibles y complejos “cambios cada vez más rápidos en un entorno cada vez más complejo, tecnológico, competitivo interconectado y urbano, con la necesidad de una mayor eficiencia energética, con el estado de bienestar tambaleándose por la mayor longevidad de la población y una mayor igualdad geográfica pero con mayores desigualdades dentro de una geografía determinada”.
El cambio es y será cada vez más rápido, más disruptivo y sólo aquellos capaces de adaptarse a él, de leer y aprender de su entorno serán los mejor dotados para sobrevivir.
Por último dos tendencias: La primera es el de la muerte de un concepto de trabajo basada en el concepto de “indefinibilidad”. Desconozco si este concepto figura en el diccionario de la lengua pero creo que es perfectamente entendible y debería ser utilizado para definir la realidad de la “muerte” del concepto de empleo estable y durable en el tiempo. Algunos estudios señalan que ya, un tercio, de la fuerza laboral en EEUU actúa de forma temporal o permanente como freelances o emprendedores por cuenta propia. Una situación que muchas veces (a pesar de lo que se afirma) no es deseada sino que es simplemente la respuesta a la inexistencia de ámbitos laborales como la motivada por el deseo de las organizaciones de centrarse en su “core business” y convertir a muchos de sus empleados en colaboradores flexibles contratados cuando se necesitan estén donde estén.
La segunda es la de creación de la que muchos denominan la “subclase” o “underclass” para denominar a aquellos que están y estarán fuera de juego, no contarán en la partida y que probablemente no conseguirán acceder con normalidad y continuidad al mercado de trabajo. Aunque todos conocemos el concepto de desempleo estructural lo que puede preverse es que el volumen de este va a crecer y será cada vez más común y corriente en los países desarrollados.
Aunque evidentemente tamizada la norma básica de la supervivencia de Darwin sigue inmutable.
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