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A menudo llegan a nuestras manos documentos en que un gran número de instituciones, empresas o…. nos inundan de predicciones sobre el futuro.

De todos ellos hay uno que creo que merece una cierta atención. Me refiero al informe que el McKinsey Global Institute publica anualmente y al que podéis acceder en el siguiente link https://www.mckinsey.com/global-themes/future-of-organizations-and-work/what-the-future-of-work-will-mean-for-jobs-skills-and-wages

Un informe que, describe las grandes tendencias que se están consolidando en términos de empleos, competencias requeridos y salarios. Unas tendencias ya claramente definidas bajo el impulso de los avances en automatización e inteligencia artificial. Unos avances hoy ya claramente visibles cuando constatamos que ya es posible la conducción no humana, la diagnosis médica realizada por robots o los procesos de atención y servicio desarrollados por “chabots”. Un informe que en resumen plantea cinco interrogantes:

  • ¿Qué impacto tendrá la automatización del empleo?
  • ¿Cuáles serán las nuevas actividades capaces de generar nuevos empleos?
  • ¿Habrá suficiente empleo en el futuro?
  • ¿Cuáles serán las nuevas competencias y los niveles de salarios en el futuro?
  • ¿Cómo podremos gestionar los periodos de transición tanto desde el punto de vista individual como colectivo/social?

Cuestiones que son hoy muy relevantes y que enlazan con cuestiones como la puesta en marcha de una Renta Minima Universal a la que me he referido en diversos post publicados en mi blog, como http://pauhortal.net/blog/transformacion-4/ o http://pauhortal.net/blog/donde-vamos-a-trabajar/ Unas inquietudes que según  McKinsey no deben de ser preocupantes por si mismas. En el informe se formula la tesis de que aunque más del 50% de los empleos hoy existentes se basan en el ejercicio de tareas que pueden ser automatizadas a medio/largo plazo sólo un 5% podrán ser sustituidas completamente.

El impacto en la automatización no será uniforme en todos los puestos de trabajo y variará según las características del mismo, del tamaño de la organización en la que se preste y del sector en el que ésta actúe. También se verá influido por las regulaciones proteccionistas que estoy convencido que se van a producir en muchos ámbitos. La automatización tendrá gran impacto en tareas realizadas en escenarios predecibles como las operaciones con maquinaria, la gestión de la contabilidad, la atención al cliente o la elaboración de comida rápida. Por otro lado su impacto será mucho menor en aquellos escenarios que implican gestión de personas, aplicación de conocimiento o interacción social.


Los profesionales de Mckinsey creen que aunque muchas tareas sean automatizadas, como ya ha ocurrido en otros momentos de la historia, el empleo no tiene porqué disminuir. Nuevas tareas y ocupaciones se generarán.


Desde el punto de vista de la gestión resulta más fácil visualizar los puestos de trabajo que tienen mayores posibilidades de ser desplazados que identificar cuáles son los nuevos empleos que se crearán, que habilidades y competencias demandarán. Tampoco es fácilmente previsible los niveles salariales en que se ofrecerán estos  nuevos empleos o oportunidades laborales sobre todo en un entorno en el que es previsible que haya una clara demanda a la baja como consecuencia de la existencia de un número muy elevado de desempleados. Frente a ello estiman que el consumo mundial podría crecer hasta el 2030 en 23 billones de dólares. Este crecimiento del consumo podría generar entre 250 y 280 millones de nuevos empleos, a estos habría que añadir una cantidad entre 50 y 85 millones de puestos de trabajo directos generados en el sector salud y educación. El envejecimiento de la población también será fuente de nuevos empleos, unos 85 millones a nivel mundial.

Pero lo que es indudable es que el mercado de trabajo sufrirá una –revolución- y aunque a medio largo plazo el impacto pueda minimizarse a través de la generación de nuevas oportunidades, a corto plazo el impacto será brutal tanto en lo que se refiere a las personas que vean sustituidos sus empleos por diferentes alternativas tecnológicos, como en las repercusiones sociales que ello va a producir.

Si las hipótesis de McKinsey son acertadas, podemos pensar que con suficiente crecimiento económico y con la adecuada innovación e inversión, puede haber suficiente creación de empleo para compensar el impacto de la automatización, aunque algunas sociedades avanzadas necesitarán un nivel de inversión superior para absorber su exceso de mano de obra. El principal desafío será gestionar la transición hacia los nuevos empleos, ya que si esta se realiza incorrectamente se generarán grandes bolsas de desempleo y salarios bajos. Por otra parte hemos de ser consciente de que este impacto no será uniforme en todos los países, ni en todos los sectores y estará condicionado por los salarios, la demanda, la demografía y la diversidad de sectores industriales. En otras palabras mientras es posible que en algunos entornos algunos países se encuentren en 2030 en un escenario de pleno empleo en otros podemos encontrarnos con situaciones muy difíciles.

Los beneficios que aportan a los usuarios, a las empresas, a la productividad y a la economía la inteligencia artificial y la automatización, son evidentes. No solo pueden contribuir a que las economías más dinámicas creen empleos, muchos de ellos muy bien retribuidos, sino que también ayudarán a crear los excedentes económicos que permitirán abordar la necesaria transición de la fuerza de trabajo hacia los nuevos empleos. El impacto positivo y negativo en los salarios, así como su posible polarización será una de las consecuencias de los cambios que estas tecnologías están llevando a las empresas y a la sociedad.

Lo siento pero no comparto el «optimismo» de Mckinsey. Creo que el impacto será mucho más brutal y rápido y que necesitamos disponer de respuestas a corto plazo. En todo caso es bueno conocer la opinión de Mckinsey aunque solo sea por su capacidad de influir en la mente de muchas directivos de grandes organizaciones cuyas decisiones pueden, sin duda, influir en este proceso.