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Soy consciente de que este post puede resultar incómodo, pero también creo que alguien debe decirle al emperador que está desnudo.

Sabéis que me gustan las citas. De hecho llevo algunos años publicando una semanalmente. También que de tanto en cuanto publico algunos relatos que me han ayudado en algunos momentos de reflexión. Dejarme por este motivo que hoy incluya una transcripción resumida del maravilloso relato de Hans Christian Andersen titulado “El traje nuevo del emperador” para que reflexionemos y no nos pase como a él, que esté desnudo y nadie, salvo un niño se atreva a decírselo. Es posible que necesitemos reconvertirnos en niños para desarrollar nuestra capacidad para analizar lo que hacemos, donde estamos y… donde vamos.

«Hace muchos años vivía un emperador que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a dos de sus súbditos decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo.

Por supuesto, no había prenda alguna, sino que los pícaros hacían ver que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Aunque ninguno de los emisarios fue capaz de ver la prenda, no se quedaron cortos sobe la calidad y la excelencia de la prenda. Finalmente todo el país terminó hablando de los fabulosos trajes, y entre ellos, naturalmente el emperador.

Finalmente éste se decidió a adquirir la prenda y al poco tiempo los pícaros aparecieron en palacio con el encargo. Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente alabó enfáticamente el traje temerosos de la ira real y de no ser considerados como idiotas por no poder verlo. Hasta que un niño dijo: ¡Pero si va desnudo!”

Inmediatamente todos empezaron a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo