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Al hilo de lo está ocurriendo en Catalunya leí el pasado domingo un excelente artículo de David Miró en Ara titulado “Cuando el derecho que prevalece es el de conquista

En el mismo medio y el mismo día Toni Soler escribe “a pesar de la rabia y la impotencia hay que pensar en el medio plazo, hacer que la unidad que el Partido Popular ha forjado (se refiere a la alianza de las posiciones soberanistas) no tenga sólo un carácter defensivo, sino que se convierta en una coalición que represente una amplia mayoría de ciudadanos aliados para un proyecto colectivo”.

Y prosigue argumentando que ello exige de un liderazgo que sea capaz de dar respuestas y «abarcar a toda la gente que hoy está indignada, sea independentista o no». Un liderazgo que ha de tener la voluntad y la capacidad para «explicar su proyecto, escuchar a los que tienen algo que decir, y conjurarse para conseguir lo que en abstracto es tan difícil de formular: una (realidad) que, a través de los mecanismos necesarios, permita que España no se convierta en un país extranjero para todos los que viven esta posibilidad con pena o con angustia”.

Por su parte Antoni Puigverd (una persona que se define como no soberanista) escribe, ese mismo día, en La Vanguardia un excelente artículo titulado “La Reeducación” http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20171022/432257853671/la-reeducacion.html en el que se formula la tesis de que el gran problema del Partido Popular y de sus socios es el de que continúan negándose a reconocer al sujeto social contra el que actúan. Efectivamente se sigue “ignorando a los más de 2M de catalanes que dan soporte al independentismo en manifestaciones, referéndums y procesos electorales. Estos catalanes son invisibles, inaudibles e inexistentes (…) Y no obstante sí que le han merecido atención, visibilidad, soporte y fervoroso reconocimiento los catalanes que se manifestaron por la unidad de España. -No estáis solos- les dijo el Rey».

David Miró en el artículo al que me refiero en el primer párrafo de este post accesible en http://www.ara.cat/politica/dret-que-preval-conquesta_0_1892210906.html expone que “el independentismo se desgañitaba ayer para denunciar el «golpe de estado» del gobierno español contra el autogobierno catalán, y subrayaba que el artículo 155 de la Constitución no faculta para cesar el Gobierno o limitar las funciones del Parlamento. Este, sin embargo, es un debate para expertos en la materia sin ninguna conexión con la realidad. La realidad es que el Senado dará luz verde a los planes de Rajoy y que el TC lo avalará. Y esto es así porque el Estado no basa su poder en el cumplimiento estricto de la ley, como ingenuamente quizás pensaban algunos, sino en la capacidad de imponer su voluntad a través de la fuerza coercitiva, y en último término militar. Así como el independentismo apela al derecho internacional, España apela al derecho de conquista (vigente desde) hace 300 años, que es, en última instancia, mucho más efectivo”.


Tres visiones distintas sobre un mismo problema y que tiene que ver con la actitud que desde el Estado Español se visualiza, analiza y trata todo lo que está ocurriendo en Catalunya.


En este contexto conviene recordar, siguiendo los argumentos de Antoni, que el menosprecio supone no reconocer los derechos individuales y colectivos del otro, y que consecuentemente será percibido y tratado como un sujeto inferior e incluso inexistente, una persona a la que no se puede ni debe tratar en un plano de igualdad.

Hoy jueves, el día en que con toda probabilidad se producirá el “choque de trenes” entre la actitud de “conquista” y la de “defensa de la dignidad individual y colectiva”, conviene recordar, siguiendo a David Miró que “España debe empezar a asumir que la normalidad ya no volverá, al menos en una generación. Y a partir de aquí debe decidir qué tipo de relación quiere tener con un territorio que le aporta el 20% del PIB y que la puede arrastrar al abismo. Catalunya es “too big to fail”, por desgracia para Madrid”. Mientras tanto el independentismo “tiene el reto de explicar que no sólo la independencia, sino incluso el intento de conseguirla tiene un precio, y que éste no depende de Cataluña sino del Estado de quien se quiere separar, que tiene la capacidad de hacer subir la factura hasta niveles inasumibles”

Lo que supone tomar en consideración que mientras “Madrid ha descubierto que no puede abortar el Proceso sin dolor, el independentismo debe prepararse para un escenario mucho más duro de lo previsto, donde resistir puede ser sinónimo de vencer”. Lo que yo me atrevo a denominar como el principio de la dignidad colectiva.

Parafraseo una cita publicada en el Editorial de El País de este mismo día. “La democracia no solo tiene el derecho de defenderse sino el deber de hacerlo. El Estado no es un ente abstracto, es la institución a la que confiamos la protección de nuestra libertad y prosperidad. Por eso tiene una capacidad coactiva, legal y legítima” Estoy completamente de acuerdo…. aunque convenga decir también que esta capacidad debe de usarse con criterio, inteligencia y sentido común. Y ello supone afrontar los problemas buscando las mejores soluciones posibles. Y somos muchos los que como yo pensamos en que la solución era muy fácil hace 2/3 años (consulta o referendum pactado). Hoy se ha mostrado como imposible. No se trata de esconder los problemas sino de afrontarlos.  Hay situaciones y problemas que no se resuelven solos con el paso del tiempo.

Los principios democráticos exigen que la ley sea aplicable de forma tal que permita atender, entender y dar respuesta a las demandas sociales. Nada es permanente y todo está sujeto a cambio. Seamos conscientes de que si no hubiese habido “ruptura” probablemente la humanidad no hubiese alcanzado los niveles de desarrollo social al que hemos llegado. La «norma» siempre debe de aplicarse con “inteligencia” buscando las soluciones más razonables.

No quiero terminar este post sin hacer referencia a un nuevo artículo de Antoni Puigverd publicado ayer en La Vanguardia bajo el título de «Drama». El él se expone el argumento siguiente: “El hecho de que el concepto de normalización sea incompatible con una democracia plural -en una sociedad abierta, lo que para mí es normal, para ti puede ser extravagante y viceversa- permite deducir que detrás de la decisión del 155 está el objetivo de una drástica corrección de la catalanidad para hacerla compatible con la visión esencialista de España (…). Es evidente que esta normalización causará a Catalunya la misma tensión (social) que causaría la proclamación de la independencia”. No…. no estoy de acuerdo en este punto. Creo que creará mucha mas. Y por ello me parece totalmente válida y descriptiva la expresión de Ernesto Ekaizer que recientemente ha dicho “el 155 es la cruzada nacional del siglo XXI”.

Os recuerdo que no dejo de ser un “moderado” que simplemente aprovecho este medio para reflexionar sobre los ámbitos relacionados con mi actividad profesional y también sobre los temas que vivo/vivimos y que me preocupan como ciudadano. Por eso llevo escribiendo desde 2012 sobre Catalunya. Hoy estoy terriblemente decepcionado al tener que reconocer que no ha sido posible una solución pactada. Una consecuencia que no es más que una muestra de la incapacidad del conjunto de la clase política para liderar y dar respuestas a una demanda social que jamás se resolverá con una «conquista».

El nuevo error sería el de creer que aquí va a haber vencedores o vencidos. Al contrario, y aunque me duela y nos duela, todos vamos a ser perdedores. Y todos (en Catalunya y en España) vamos a tener que convivir con esta perdida y con sus efectos durante muchos años. Entramos en una zona de niebla de la que no sabemos ni cuando ni de que manera vamos a salir. Estoy dispuesto a aceptar mi error, si ello no es así, pero a menudo la realidad resulta ser diferente a cómo la habíamos imaginado.

No comparto la expresión que alguien cercano a mí me formuló recientemente: “It´s the final countdown”. No, no estamos en la cuenta final. Sólo vamos a empezar de nuevo.