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He aquí las cuestiones que, aunque no se plantean abiertamente en la entrevista, están presentes con total seguridad en la mente del seleccionador.

¿Por qué estás aquí?

Esta pregunta no puede contestarse con vaguedades. O estamos allí solamente para «ver que pasa» o tenemos un motivo real.

¿Qué nos puedes aportar?

El interlocutor quiere saber si ayudarás -y de que manera- a la empresa para cumplir sus objetivos.

¿Qué clase de personas eres?

Todo lo que haces, dices, tu imagen, peinado, estrés, postura, sudor, prepotencia, aliento, voz, capacidad de escucha, valores, presentación, investigación… serán una respuesta.

¿Por qué debemos contratarte?

El interlocutor te pondrá en relación o competencia con el resto de candidatos que optan al puesto. Ahí, se verán los efectos de tu investigación previa.

Una recomendación final: Sé consciente de que las cuestiones más difíciles de contestar en una entrevista no son las preguntas que se te formulan, sino aquellas que el interlocutor se formula y él mismo responde.